El Instituto Hispanoluso de Investigaciones Agrarias (CIALE) de la Universidad de Salamanca ha iniciado un proyecto que pretende cartografiar la seca de la encina, una enfermedad que amenaza gravemente al árbol más emblemático de las dehesas. En colaboración con la Diputación de Salamanca, los científicos de este centro se disponen a obtener los primeros datos sistemáticos sobre la presencia de una enfermedad cuyo origen no está demasiado claro.
El objetivo es identificar dónde está el problema y cuál es el grado de afectación de las encinas a través de una serie de puntos de muestreo de manera aleatoria. Con ellos se construirá un mapa que mostrará los principales focos del problema, según ha explicado a DiCYT los responsables de la iniciativa. El objetivo es obtener los datos básicos en poco tiempo. Sin embargo, con los años este trabajo servirá de base para conseguir una información más exhaustiva sobre la evolución de la enfermedad, que se podría acompañar de otra serie de datos sobre meteorología, producción de bellota, poda y otros factores que pueden influir en la propagación de la seca si en años sucesivos los científicos contaran con la posibilidad de financiar un proyecto mayor.
La seca llega a provocar la muerte de las encinas, porque afecta a las raíces y, por lo tanto, a la nutrición del árbol. En este estudio, los científicos han establecido cinco niveles de deterioro distintos para distinguir desde las zonas poco afectadas a las que ya no se pueden recuperar.
Las encinas que sufren este problema son atacadas por un conjunto de patógenos y el principal se denomina Phytophthora, un oomiceto, microorganismo intermedio en la escala evolutiva entre los protozoos y los hongos.
Sin embargo, los investigadores desconocen cuáles son las razones primarias del problema y consideran que se debe a un conjunto de factores que propician el debilitamiento de los árboles, factores entre los que la acción del ser humano sería esencial. Las malas prácticas en el terreno de las dehesas unidas a factores como la edad de las encinas o las sequías pueden propiciar la acción de los patógenos.
Un ejemplo de esas posibles malas prácticas que señalan los especialistas del CIALE podría ser la “poda drástica” que se practica en la provincia de Salamanca, destinada principalmente a la obtención de leña en contraste con la poda de Extremadura, que prioriza la obtención de bellota. En cualquier caso, es imprescindible estudiar la seca en mayor profundidad para llegar a conclusiones realmente científicas más allá de las especulaciones.
La presencia de demasiados animales en algunas dehesas, que provocan un apelmazamiento del suelo también es otro de los factores que los científicos señalan. En este caso, la falta de drenaje del suelo provocaría un mayor encharcamiento y la proliferación del patógeno Phytophthora, que llega a las raíces.
Por todo ello, gestionar bien la dehesa parece esencial para acabar con el problema, pero para ello hay que analizar los factores decisivos, empezando por esta primera aproximación para tener datos sobre la extensión y la gravedad de la seca.
17 de junio de 2014 - Dicyt