Cada año, nuestro planeta se ve afectado por nuevas enfermedades emergentes cuya denominación se ha transformado en un verdadero desafío en las últimas décadas. Una terminología inexacta y con formulaciones indebidas ha generado interpretaciones erróneas con consecuencias no deseadas en la cultura local, el turismo y la economía rural en general. Con el fin de evitar tales situaciones, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) ha trabajado conjuntamente con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con miras a establecer un método común de denominación de toda enfermedad infecciosa emergente, independientemente de las especies afectadas en las que se ha observado, que pueda ser utilizado de forma coherente y homogénea por las comunidades que trabajan en las áreas de la sanidad animal y la salud pública.
Por ejemplo, en 2009, la confusión entre las cepas de la “peste porcina clásica”, “la gripe porcina”, y la “influenza pandémica” se transformó en un tema de debate en los medios de comunicación. La comunidad sanitaria mundial es la que, en última instancia, enfrentó el difícil intercambio con los medios y decidió adoptar la nomenclatura oficial “virus gripal (H1N1) 2009 pandémico”. Recientemente, se otorgó un nombre agraviante para una región a una enfermedad respiratoria causada por una cepa particular de coronavirus, el síndrome respiratorio de Medio Oriente, lo que causó involuntariamente un impacto socioeconómico negativo en la región.
Tras varios años de labor común con sus socios internacionales, la OIE celebra la publicación de las Buenas Prácticas de la OMS para la denominación de las nuevas enfermedades infecciosas en el hombre. Este documento está disponible en el sitio web de la OMS, y ha sido objeto de publicación en la página web de la revista Science.
Jueves, 8 de mayo de 2015/ WHO.
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