La Seca del Encinar continúa avanzando en las dehesas de la Península Ibérica, provocando cada año la pérdida de la masa de Quercus que las componen y que forman uno de los más valiosos ecosistemas del planeta, mientras las administraciones dejan el grueso de su conservación en manos de los propietarios o de instituciones privadas. Un ecosistema que además de constituir el pulmón de una gran parte de la Península Ibérica, es el hogar de cientos de especies animales y el entorno en el que desde tiempos ancestrales se desarrollan multitud de actividades socioeconómicas que propician el sostén de las zonas rurales en España y Portugal.
Un sistema simbiótico y combinado entre el hombre y la naturaleza que avanza hacia la desaparición por dos motivos fundamentales: el deterioro natural provocado por afecciones como la Seca del Encinar, síndrome letal que comienza por el decaimiento de las encinas centenarias y su posterior muerte en poco tiempo; y la lamentable falta de rentabilidad de las explotaciones agroganaderas que desarrollan su actividad en las dehesas. Dicha falta de rentabilidad, ocasionada por la crisis de precios que afecta a sectores como el del porcino ibérico o el ovino y por la existencia de normativas que parecen más pensadas para hundir a ciertos sectores que para promoverlos o defenderlos, desembocan en el inevitable abandono de estos sistemas de vida y por ende, del entorno en el que se sustentan.
ENCINAL, desde su creación, ha luchado por recabar apoyos de todo tipo y llamar la atención de todas las instancias administrativas para conseguir, fundamentalmente, tres cosas: que los gobiernos español y europeo reconozcan la dehesa como ecosistema exclusivo que precisa un marco legislativo que la proteja y promueva su desarrollo en sus diversas facetas; la puesta en marcha de programas de investigación que permitan acabar con afecciones como la Seca y el incremento de la rentabilidad de los sistemas económicos que se dan cita en este ecosistema y que permiten su sostén y la pervivencia de las zonas rurales, con toda la carga social que ello supone.
Lamentablemente, y aunque ENCINAL manifiesta su agradecimiento por el apoyo recibido por parte de ciertos responsables públicos que han propiciado logros tan importantes como la aprobación de la Ley de la Dehesa Andaluza o la Ponencia de la Dehesa en el Senado, la lentitud de la burocracia y los constantes cambios en las administraciones prolongan en exceso el desarrollo de un proceso que no debe servir sólo para quedarse en el papel. La Ley de la Dehesa no tiene sentido si no se desarrollan de facto todos sus aspectos, y la Ponencia, igualmente, no lo tendrá si no se ponen en marcha las recomendaciones efectuadas por los miembros de la Comisión de Agricultura y Medio Ambiente del Senado.
Además, económicamente hablando, todas las inversiones realizadas en programas de campo están siendo realizadas por manos privadas, lo que lamentablemente para ENCINAL provoca que programas piloto como el programa de lucha biológica puesto en marcha por ENCINAL en diversas fincas andaluzas no pueda extenderse a toda la Península a pesar de los excelentes resultados que está arrojando.
Ante estos hechos, ENCINAL reclama a todas las administraciones españolas que se impliquen decididamente en la conservación de las dehesas, y que no eludan sus responsabilidades en la defensa de un patrimonio que es de todos los españoles, al tiempo que advierte que las afecciones de las dehesas no entienden de crisis, de papeleos y mucho menos, de cambios de Gobierno o campañas electorales; no esperarán y seguirán matando las dehesas peninsulares día a día.
7/11/2011 ENCINAL