Para ello se han tenido en cuenta los conocimientos científicos actuales, la amplia variedad de productos cárnicos que se elaboran en nuestro país, de muy diversa naturaleza, composición y características físico-químicas y el hecho de que la sal no es un mero condimento, sino un conservador insustituible, cuya reducción está limitada por la seguridad alimentaria al reducir la actividad de agua e inhibir el crecimiento microbiano. Igualmente, tiene otras importantes funciones tecnológicas, como potenciar el sabor y permitir la extracción y solubilización de las proteínas, propiedades que inciden en la aceptabilidad del consumidor.
No obstante, la industria cárnica ya viene trabajando desde hace mucho tiempo en la reducción de sal y está dispuesta a colaborar en cuantas iniciativas redunden en una mejora de los productos, la seguridad alimentaria y salud de los consumidores, siendo necesario según los expertos sectoriales que han participado en este análisis, que la reducción sea homogénea para la industria de todos los países de la UE, para que no se produzca una pérdida de competitividad de nuestras empresas.
Miércoles, 10 de noviembre de 2010. Nota de prensa de AICE