La jornada dio inicio discutiendo la influencia que tienen las diferentes líneas genéticas sobre la circovirosis. Si bien parece que exista un efecto de resistencia/susceptibilidad, no se conocen los mecanismos que lo generan ni las repercusiones sobre la susceptibilidad frente a otras patologías; además, el principal inconveniente que nos encontramos nos viene sujeto al mercado, pues es el que nos regirá la genética a utilizar.
Otro de los temas más debatidos durante la jornada fue el efecto a nivel reproductivo del circovirus, cuando se ha descartado la presencia de PRRS; parece que se puede presentar como abortos tardíos, principalmente en granjas de primerizas. La lesión fetal más característica es una intensa miocarditis, y es posible aislar/detectar PCV2 en el corazón de los fetos. De todas formas, no hay datos de campo fidedignos, ya que es una presentación poco frecuente, pero podría explicarse por falta de inmunidad de piara.
Clínicamente es importante saber que la circovirosis suele presentar habitualmente un cuadro similar en cada granja, referido, por ejemplo a la semana de aparición. Los animales van muriendo por goteo, aproximadamente durante un mes o mes y medio, como un reloj biológico, debido posiblemente a las técnicas de manejo o a cambios en éstas y su repercusión sobre la dinámica de infección. Es importante destacar que no el número de animales retrasados en el crecimiento no es excesivamente elevado ya que la letalidad de esta enfermedad es bastante elevada. Normalmente, en una granja puede diagnosticarse circovirosis al observar desmedro en los lechones, pero debemos tener en cuenta, que si estos animales se retiran del grupo afectado, pasaría a ser una enfermedad clínicamente invisible.
Respecto al efecto de la nutrición, es posible que algunas calidades mejoren el crecimiento general de los animales, pero específicamente sobre la circovirosis no se conoce que tenga ningún impacto significativo. Esto se puede observar en las grandes integradoras que poseen granjas con circovirosis porcina y granjas que no, siendo el mismo pienso el subministrado a los animales.
Se considera que hay una relación entre PCV2 y el síndrome de dermatitis y nefropatía porcina (SDNP), aunque no sea una asociación plenamente demostrada, si bien es frecuente que cuando se manifiesta el segundo, exista también circovirosis porcina en la granja, aunque no al revés.
Para ayudar en el diagnóstico del SDNP se puede analizar los niveles de urea en sangre, debido a que este síndrome produce una inflamación del glomérulo renal que impide la filtración de la urea, lo que produce un aumento de sus niveles en sangre.
Finalmente, también se discutió el efecto de la inmunidad maternal ante las distintas pautas vacunales, ya que el efecto varía en función de la granja, del individuo y de la dosis administrada entre otros factores. Actualmente, las pautas de vacunación están establecidas, pero parece haber sido una técnica frecuente la aplicación de medias dosis en lechones procedentes de madres previamente vacunadas, produciéndose, de esta forma, un aparente aumento de la interferencia entre la inmunidad maternal y la vacuna.
En madres no vacunadas, la declinación de anticuerpos es relativamente rápida, de manera que a las 3 semanas, la vacuna de PCV2, es capaz de ofrecer inmunidad sin tener interferencia significativa con los anticuerpos maternales.
Las conclusiones que pusieron de acuerdo a todos los asistentes de la mesa redonda, fueron, por una parte, el importante papel inmunitario que juega circovirus porcino tipo 2, puesto que los animales vacunados reaccionan mejor a los tratamientos, y, por otra parte, el indiscutible avance en índices productivos desde que este problema ha sido eficientemente controlado, ya que actualmente se obtienen ratios de producción que parecían impensables, ratios que hacía 20 años que no se conseguían en la producción porcina española.
Ana Muñana Moraño y Cinta Sol Llop
Master en Sanidad y Producción Porcina