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25 años de AECERIBER: balance de coyuntura

La asociación realiza un análisis de la evolución y del por qué de la supervivencia del sector del cerdo ibérico, y si algún aspecto concreto ha sido protagonista en estos años es el tesón y dedicación de ganaderos e industriales por la apuesta firme
21 septiembre 2010
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Marcelo GottschalkEl dos de octubre de 2010 AECERIBER celebra su 25 aniversario. Estos veinticinco años de historia de nuestra Asociación resultan insignificantes si los comparamos con la milenaria tradición del asentamiento del cerdo ibérico en el sur oeste de la península ibérica. No obstante, esta conmemoración nos obliga a realizar un sencillo análisis de la evolución y del por qué de la supervivencia del sector del cerdo ibérico, y si algún aspecto concreto ha sido protagonista en estos años es el tesón y dedicación de ganaderos e industriales por la apuesta firme de conservación de la mejor de las razas y del mejor de los productos.

Lo que a no pocos hace pensar que la crisis sectorial “no tiene solución” es comprobar el asentamiento de una “degeneración” a la que se está viendo sometido, degeneración de graves consecuencias y que con seguridad desembocará en una ruptura interna para asegurar la supervivencia de las minorías cualificadas, salvo que se adopten las medidas pertinentes. Al parecer la historia no nos aporta una experiencia suficientemente válida como es el caso de la práctica extinción de la raza, o las afirmaciones condenando a la desaparición al cerdo ibérico o los vanos intentos –calificados como batallas perdidas- de aportar una transparencia al sector que no ha tenido y que consideramos que no desea tener por temor a perder cuota de mercado.

En AECERIBER somos conscientes del peso económico de las producciones de cerdos de cebo y el no menos importante volumen de ganaderos que se dedican a este tipo de producciones. Muchos de sus Asociados realizan exclusivamente esta actividad ganadera. Sin embargo, entre este reconocimiento y el “abuso” de su capacidad decisoria en el sector hay un abismo. En ocasiones, y esta es una de ellas, alguien totalmente ajeno al propio sector, es capaz de sintetizar las principales ideas o medidas necesarias. No creo que sea necesario acudir a nuevos interlocutores o a nuevos Planes Estratégicos para tomar conciencia de la importancia de: “No dañar la imagen y prestigio de todos los jamones ibéricos que los bajos precios, la confusión y en algunos casos, la decepción, pueden causar.” Esto es lo realmente importante a corto, medio y largo plazo.

En un escenario que quizás representa la mayor crisis de la historia del ibérico, podemos seguir obviando las realidades y el camino correcto, pero ni nada, ni nadie va a interceder o ayudar a un sector que no quiere afrontar su gran reto: conservar su imagen y proteger férreamente su columna más importante, esto es, la raza ibérica y la dehesa. En caso contrario, no debe sorprendernos que aquellos que se sienten olvidados o marginados tomen su propia iniciativa fuera de las estructuras actuales y busquen, a toda costa, conseguir sus propios objetivos, ya que no son escuchados, y si lo son, sus peticiones siempre quedan en un segundo plano por representar una minoría.

En reiteradas ocasiones hemos hecho mención al aprendizaje que nos proporcionan los errores cometidos. Sólo es necesario querer realmente aprender de ellos. Puestos a luchar por la supervivencia se tendrá en cuenta el significado de la expresión Quid pro quo (latín de «algo por algo»; también quiproquo, latín medieval), locución latina que originalmente se usaba figurativamente para indicar un error conceptual, o la confusión de una persona por otra semejante.

No caben ya más opacidades o permitir un Quid pro quo de la raza ibérica y de la bellota. AECERIBER seguirá luchando intensamente por lograr una transparencia y trazabilidad totales. Sólo deben preocuparse aquellos que se han beneficiado con una cierta deslealtad de la precariedad de los controles establecidos, y si se les permite, pretenderán seguir haciéndolo. No debe seguirse consintiendo que se mal utilice el nombre de una raza –ibérica- y que la confusión generada al consumidor siga imperando en los mercados.

Dadas las circunstancias, son los operadores –ganaderos e industriales- quienes deben trabajar para encontrar las soluciones perdurables. Por su parte, las administraciones competentes no pueden mantenerse al margen de la situación y deben posicionarse con carácter urgente si queremos poder seguir disfrutando de un exquisito jamón ibérico de bellota. La rentabilidad de nuestra raza autóctona en la dehesa es su única alternativa de supervivencia para generaciones futuras.

Esperemos que no sean necesarios otros veinticinco años para conseguir estos objetivos, y ya que el entorno sectorial empaña el aniversario de la iniciativa de aquel voluntarioso grupo reducido de ganaderos que inició lo pasos de AECERIBER en 1985, que todo ello se convierta en un acicate para continuar con la defensa de una raza y de los intereses de sus ganaderos.

Martes, 21 de septiembre de 2010. Nota de prensa de AECERIBER

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