Sustancias indeseables en el pienso: plomo

S. López, J.M. Guinovart. Adiveter s.l. España
E. Creus. Universidad Autónoma de Barcelona. España

28-jun-2005 (hace 19 años 5 meses 26 días)
¿Es seguro lo que comemos? Este concepto está en la base del nuevo Reglamento de Higiene para garantizar la seguridad alimentaria en la cadena de producción de alimentos. Tal y como ya se ha comentado en esta serie de informes, entre distintos factores a controlar en los piensos animales destacan las regulaciones legislativas sobre sustancias indeseables, como el plomo. ¿De qué forma afecta su nivel en los alimentos de los animales de producción? ¿Es bioacumulable?

Fuentes, niveles tóxicos, metabolismo
El plomo (Pb) es un metal pesado que no cumple ninguna función fisiológica normal en el animal, se distribuye ampliamente y de forma natural en el ambiente y posee una gran cantidad de usos industriales. El plomo está considerado como uno de los principales contaminantes y ha sido identificado como causante de envenenamientos accidentales más que ninguna otra sustancia.

Debido al desarrollo industrial en los últimos siglos, actualmente la intoxicación por plomo es crónica, con elevados niveles atmosféricos y una alta influencia sobre la vegetación (de riesgo para animales de pasto, principalmente las formas de plomo inorgánico ligadas a azufre). El 90% del plomo presente en la atmósfera en zonas urbanas proviene de procesos industriales y de la combustión de gasolina con aditivos en base a plomo. En los últimos diez años los contenidos de plomo de los productos alimenticios se han reducido debido a los esfuerzos realizados para reducir la emisión del plomo en origen. Pese a ello, la principal vía de entrada de plomo en las poblaciones que no padecen exposición laboral a este elemento sigue siendo la alimentación.

El plomo se acumula en huesos y cerebro (no en músculo) y es raramente movilizado. Los cerdos absorben el 10% del Pb dietético y un control dietético del mismo es muy importante dada la alta cronicidad de este metal pesado (toxicidad aguda se presenta sólo en mascotas, siendo extremadamente raro en porcino). Durante exposiciones crónicas, la excreción urinaria (altamente variable) y fecal iguala a su absorción (tras alcanzar saturación tisular), con niveles plasmáticos de 40-50 μg/dl, los cuales permiten un diagnóstico diferencial (así como niveles del córtex renal superiores a 25 ppm, en peso seco). Niveles de exposición creciente redundan en incrementos tisulares. Pese a ello, el diagnóstico tan sólo suele realizarse ante síntomas evidentes del mismo.

Consecuencias tóxicas
Toxicocinética: El plomo interfiere en funciones enzimáticas metal-dependientes en receptores celulares específicos. Entre los efectos patológicos destacan la alteración de síntesis de porfirinas y eritrosina, interfiere en la síntesis proteica y de hemoglobina, altera la función endocrina, incrementa la fragilidad mecánica de las membranas celulares, etc. Sus efectos tóxicos pueden complicarse ante envenenamientos simultáneos de mercurio, cadmio, zinc, molibdeno, cobre y otros microelementos, así como ante la administración concomitante de dietas anormalmente bajas en proteína bruta.

Sintomatología:

Consecuencias productivas en porcino: Pese a que los animales jóvenes son más susceptibles a niveles tóxicos de plomo (su absorción intestinal es superior), los principales efectos tóxicos del saturnismo se dan de forma crónica. Así, en cerdos adultos se presenta un variado cuadro sintomático: anemias microcíticas, cuadros de anorexia-fatiga-depresión, cólicos intestinales (diarreas a partir de 11 mg Pb/kg PV en lechones), vómitos, neuropatías periféricas (temblores en lechones a partir de 33 mg Pb/kg PV) y encefalopatías, irritabilidad, neuropatías periféricas, pérdidas de peso, alteraciones renales, abortos en cerdas reproductoras y muerte.

Consecuencias en alimentación humana: La intoxicación por este elemento produce saturnismo. La OMS establece la ISTP (Ingesta Semanal Tolerable Provisional) del plomo en 25 µg/kg peso. Cuando la cantidad de Pb ingerida es superior a la eliminada, el Pb también se deposita en distintos órganos en el ser humano, especialmente en huesos, hígado, riñón y cerebro. Las consecuencias clínicas más importantes son las alteraciones relacionadas con el aprendizaje, la atención y el crecimiento si las dosis no son elevadas, pudiendo llevar un aumento de la dosis hasta el coma y la muerte, o dejar hiperactividad como secuela. La evidencia de carcinogenicidad humana no ha sido probada.

El contenido máximo de Pb también se encuentra regulado en los alimentos por el Reglamento 466/2001 del Consejo. Los límites se han fijado para productos como la leche y preparados para lactantes (0,2 mg/kg), carne de animales de abasto (0,1 mg/kg), despojos comestibles de animales de abasto (0,5 mg/kg), carne de pescado (0,2 mg/kg excepto ciertas especies que admiten 0,4 mg/kg), crustáceos (0,5 mg/kg), moluscos bivalvos(1,5 mg/kg), cefalópodos (1,0 mg/kg), grasas y aceites (0,1 mg/kg) y diversos productos vegetales y derivados que oscilan en contenido máximo de Pb entre 0,05 y 0,2 mg/kg).

Los límites legales para el Plomo establecidos por el Real Decreto 747/2001, son los siguientes: materias primas para la alimentación animal 10 ppm, excepto forrajes verdes, fosfatos y levaduras cuyos límites son respectivamente 40, 30 y 5 ppm. Para los piensos compuestos, los valores son de 5 ppm si se trata de piensos completos y de 10 ppm si son piensos complementarios.