El contenido energético total de los alimentos se define como energía
bruta, y corresponde al calor producido por su combustión. La contribución
de los diferentes nutrientes, expresada en kcal/g, es de 3,7 la glucosa; 4,2 el
almidón; 5,6 la proteína; 9,4 la grasa y cero para las cenizas y
la humedad.
El primer sistema de valoración energética utilizado en porcino
fue el TDN (Total Digestible Nutrients), el cual era la suma de la proteína,
carbohidratos y extracto etéreo (x2,25) digestibles presentes en el alimento.
Este sistema permitía una valoración grosera del contenido en energía
digestible de los alimentos.
En los últimos años se han desarrollado los sistemas de valoración
en energía digestible (ED), metabolizable (EM) y neta (EN) según
se consideren las pérdidas energéticas en heces, orina y incremento
térmico, respectivamente, el cual se ilustra en la figura 1.
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· En el caso de la EM
también deberían descontarse las pérdidas por gases,
pero son de escasa magnitud en porcino (<1% EB) y generalmente se ignoran.
Las pérdidas energéticas en orina son pequeñas (un
4% ED), siendo mayor al aumentar el contenido proteico de los ingredientes.
· El incremento térmico es el calor producido por la digestión
y metabolismo de los nutrientes, y por las fermentaciones del tracto digestivo.
Generalmente esta energía se pierde, pero podría ser utilizada
para mantener la temperatura corporal. |
Para la evaluación del contenido en ED y EM de los alimentos deben realizarse
estudios metabólicos con recogida total de heces y orina. Siendo necesarias
mediciones de producción de calor o retención de energía
para la determinación de la EN.
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· La producción
de calor puede medirse por calorimetría directa o indirecta (consumo
de oxigeno, expiración de dióxido de carbono y perdidas de
metano). Considerándose que durante las fases de ayuno la producción
de calor equivale a la EN de mantenimiento.
· La retención energética puede determinarse mediante
sacrifico de los animales o balance de carbono-nitrógeno retenido.
En este caso la determinación de la EN de mantenimiento puede estimarse
en relación al peso metabólico o por ecuaciones de regresión
de la EM ingerida y la energía retenida. |
Actualmente existe un gran interés en el desarrollo de técnicas
in vitro que permitan reducir sustancialmente el coste, complejidad y tiempo
en la determinación del valor energético de los alimentos, y en
especial la EN. Los distintos métodos pueden utilizarse para valorar
las variaciones en composición de sólo un grupo de ingredientes
o más generales de todos los ingredientes.
Los primeros métodos disponibles fueron ecuaciones de regresión
en relación a la composición analítica de los alimentos.
Siendo en general de aplicación para un grupo de ingredientes y un rango
de composición. Este sistema está sujeto a considerables errores
debidos a las diferencias en la determinación de los valores analíticos
entre los autores y usuarios.
Actualmente se están desarrollando técnicas in vitro que simulan
el proceso digestivo del cerdo, tanto a nivel enzimático (estómago
e intestino delgado), como fermentativo (intestino grueso). Las predicciones
obtenidas son bastante parecidas a las determinadas en animales vivos, pudiéndose
utilizar en parámetros como la digestibilidad de los nutrientes, la valoración
energética y el comportamiento digestivo de determinados aditivos (p.e.
promotores de crecimiento).
Dependiendo de la complejidad de la técnica, pueden basarse en el uso
de enzimas digestivos (pepsina, pancreatina, carbohidrasas), la incubación
microbiana, el control de las condiciones del medio (temperatura, pH, tiempo),
y la simulación de la dinámica digestiva (peristaltismo, tránsito
y absorción de nutrientes).
Actualmente, en Dinamarca, se aplica la técnica in vitro propuesta por
Boisen y Fernández (1997, 1995) como método oficial para la valoración
energética de los alimentos en porcino. El cálculo del contenido
energético de los alimentos es aditivo, a partir de los valores de composición
analítica de los alimentos y sus respectivas digestibilidades de la forma
siguiente:
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· Materia orgánica:
digestibilidad enzimática ileal y fecal determinada in vitro
· Proteína: digestibilidad ileal enzimática determinada
in vitro
· Grasa: se estima a partir de los coeficientes de digestibilidad
in vivo
· Hidratos de carbono: a partir de la diferencia de la digestibilidad
ileal total de la materia orgánica menos la correspondiente a la
fracción de proteína i grasa
· Carbohidratos fermentados: según la diferencia entre la
digestibilidad ileal y fecal de la materia orgánica. Sobreponderándose
esta fracción en caso de cerdas gestantes |
Por tanto, el desarrollo de técnicas in vitro para la valoración
digestiva y energética de los alimentos, a parte de su claro interés
científico, pueden ser de un gran interés práctico para
la valoración de dietas e ingredientes. Sin embargo se requiere mayor
investigación para su validación y estandarización.