Algunas reflexiones a raíz de la crisis del coronavirus COVID-19

Emilio Magallón Botaya
15-may-2020 (hace 4 años 7 meses 7 días)

Nadie había imaginado, hace sólo unos meses, un escenario a nivel mundial como el que estamos viviendo con la crisis del COVID-19. El mayor riesgo que planeaba sobre el sector era la Peste Porcina Africana, pero ninguno pensábamos que pudiera ocurrir algo parecido a lo que está sucediendo.

También creíamos que 2020 sería un año excepcional de precios récord para el sector porcino español, por las dificultades debidas a la PPA de China y de otros países asiáticos, con el consiguiente déficit de carne porcina a nivel mundial.

El presente nos ha vuelto a sorprender con un escenario inesperado y muy negativo.

El Covid-19 ha irrumpido con fuerza y el confinamiento ha cambiado radicalmente los hábitos de consumo. Todos los productos cárnicos que se consumían por la vía de la restauración, el llamado sector HORECA (HOTELES, RESTAURANTES Y CAFETERIAS) han tenido una bajada de consumo radical, y se han hundido los precios de los productos que se comercializaban por esta vía. Esto ha impactado especialmente al sector de la carne de vacuno y de ovino y, en el sector porcino, a los productos del ibérico y a determinados segmentos del cerdo blanco, como el cochinillo, cuyo principal destino es la hostelería.

Además, debido al confinamiento, las celebraciones familiares (bodas, comuniones, cumpleaños,) y fiestas populares (Feria de Abril, Fallas, Sanfermines,) están prohibidas, y es precisamente en estos eventos donde los productos cárnicos de calidad, como los del ibérico, más se consumen. La campaña de viajes y turismo del 2020, tan importantes para España, se dan ya por perdidas.

Influencia en los mercados

Afortunadamente el sector de la producción de cerdo blanco en España está aguantando el envite de la crisis del Covid-19 por las previsiones de las exportaciones a China. Hay una bajada importante de precios, pero estos no se hunden, y se mantiene relativamente fuerte la demanda.

En cambio, la crisis del Covid-19 ha afectado de manera substancial al mercado americano. En USA el cierre de algunos de los mataderos más importantes, debido al contagio por coronavirus de muchos de sus empleados, ha provocado un hundimiento notable de los precios. La imposibilidad de sacrificar un porcentaje significativo de los cerdos, a pesar de una orden directa del presidente Trump, obligando a que los mataderos se mantengan abiertos para evitar el desabastecimiento, ha creado una crisis sin precedentes. Esta crisis ha contagiado a México, principal destino de la exportación estadounidense, y a Canadá que exporta muchos lechones y carne de cerdo a Estados Unidos. En España, aunque con algún problema laboral en algunos mataderos por infección de sus empleados por Covid-19, a día de hoy la mayoría de ellos han seguido trabajando con cierta normalidad.

En el resto de Europa tanto el confinamiento como la imposibilidad de realizar las famosas “barbacoas”, en determinados países, han causado una bajada de precios más rápida e importante que en España.

En el sector de porcino ibérico la crisis ha llegado de un día para otro, y con una dureza insospechada. No solo se han hundido los precios del cerdo vivo, sino que incluso hay problemas para sacrificar algunas partidas de animales.

Algunas enseñanzas para el futuro

Un análisis sosegado de lo que está sucediendo ahora nos podrá aportar elementos e ideas sobre cómo encarar el futuro a corto y medio plazo y, probablemente, podremos extraer nuevas enseñanzas. Pero desde este foro, pretendo lanzar algunas primeras reflexiones y lecciones aprendidas:

La primera, y más esencial, es la importancia del sector primario para el conjunto de la sociedad. Han parado su actividad muchos sectores, pero el sector productor de alimentos ha continuado activo, considerado como esencial para el conjunto de la sociedad. Ha seguido trabajando con la máxima responsabilidad, y produciendo alimentos con los más altos niveles de calidad y seguridad. En crisis como esta, el sector primario demuestra y reafirma su importancia de cara al futuro.

La crisis del ibérico debe hacernos reflexionar sobra la importancia de los costes, también en los productos cárnicos de alta calidad, porque cuando llega una crisis económica, lo que ocurre de manera cíclica, el consumo cae en picado y los precios se hunden. La carne de cerdo blanco es un producto básico de la cesta de la compra, y las crisis económicas, aun afectándole, lo hacen en mucha menor medida que lo que sucede con los productos de alta gama. Parafraseando a Darwin: NO SOBREVIVEN LOS MAS FUERTES SINO LOS QUE TIENEN MEJOR CAPACIDAD DE ADAPTACION AL MEDIO, en Román paladino: sobreviven las empresas más eficientes, y en el sector ibérico aún hay un recorrido muy grande que hacer en la mejora de la eficiencia.

La bioseguridad y la sanidad son claves para la supervivencia del sector porcino. Producir con un alto "estatus sanitario“ es más barato y eficaz respecto a cualquier otra situación sanitaria. Pero para ello debemos invertir y trabajar en niveles altos de bioseguridad que impidan que nuevos agentes patógenos entren en nuestras granjas, y erradicar algunos patógenos ya presentes. Solo así podremos ser competitivos y, además, transmitiremos una buena imagen al conjunto de la sociedad. En este sentido, la crisis del Covid-19 nos está enseñado que sólo con políticas conjuntas y coordinadas, planes nacionales, y controlando la movilidad podemos hacer frente a determinadas enfermedades. Y es así como en España hemos controlado y erradicado determinadas enfermedades (PPA, PPC, Fiebre Aftosa, Aujezsky), y será solo así como avanzaremos frente a otras enfermedades muy importantes económicamente para el sector, como es el caso del PRRS. Si queremos erradicar, o bajar la presión del PRRS, debemos encaminarnos hacia un Plan Nacional frente al PRRS que, bajo la dirección del sector y tutelado por la administración, establezca unas pautas realmente efectivas para el control y erradicación de este tipo de enfermedad infecciosa.

Salvando las distancias comparativas, y con el máximo respeto que merecen las víctimas que ha causado el Covid-19, no dejamos de pensar en los hospitales y residencias de mayores como las zonas calientes de la pandemia de Covid-19 a semejanza de nuestros destetes e isoweans, para los que debemos establecer planes sanitarios más agresivos que incluyan vaciados frecuentes y trabajo en sistemas todo dentro/todo fuera, imprescindibles cuando están activas las viremias.

En un mundo cada vez más global, y a no ser que esta pandemia cambie mucho las cosas, las enfermedades serán cada vez más universales por el mayor movimiento de personas y mercancías, incluyendo en este apartado a los alimentos, lo que favorecerá que las enfermedades tengan mayor facilidad de expandirse por el conjunto del planeta. Por eso la importancia de la bioseguridad en sentido amplio y global, no solo a nivel de granja, sino como el conjunto de medidas encaminadas a impedir que nuevos agentes patógenos entren en nuestro país.

Por último, otro gran problema que ha quedado de manifiesto en esta crisis, y que nos debe preocupar enormemente, es la protección de nuestros empleados en crisis como la que estamos viviendo. Los empleados son esenciales para el desarrollo de cualquier actividad. Sin ellos no funcionan ni mataderos, ni fábricas, ni granjas, ni el transporte y por ello debemos tener planes de contingencia, como los aplicados ante el Covid-19, para preservar al máximo la salud de nuestros empleados, por su bienestar en primer lugar, y con el fin de posibilitar que las cadenas de producción alimentaria no paren, y se pueda garantizar el suministro de alimentos tan necesarios al conjunto de la sociedad.