Cambios en la prescripción de antimicrobianos: dudas y respuestas (3/3)

Cristina Muñoz Madero
17-sep-2019 (hace 5 años 2 meses 7 días)

Uno de los temas que ha generado más confusión en los últimos meses es el de la clasificación de antibióticos en cuatro categorías: A-Prohibidos, B- restringidos, C-precaución y D-prudencia. ¿Se trata de una lista definitiva, o una propuesta en revisión? ¿Cuándo se prevé que sea obligatorio su uso? ¿A día de hoy un veterinario puede tener algún tipo de problemas si bajo un diagnóstico y su criterio está usando un antibiótico del grupo B?

La categorización es una recomendación que está actualmente bajo revisión, teniendo en cuenta los numerosos comentarios recibidos. Se prevé que la lista definitiva sea adoptada en enero de 2020. Se está desarrollando la legislación que identificará aquellos antimicrobianos que se reservarán sólo para su uso en humana y aquellos que quedaran reservados para uso veterinario bajo determinadas condiciones.

A día de hoy, la información del producto de los grupos incluidos en categoría B (quinolona, cefalosporinas de 3ª y 4ª generación y colistina) incluyen el requisito de no usarlos como primera elección y de que su uso debe estar basado en la identificación del patógeno y su sensibilidad. Si esto no es posible por la urgencia del tratamiento, la terapia se debe basar en información epidemiológica y conocimientos de susceptibilidad a nivel de granja o a nivel local/regional. Por tanto, ya es obligatorio tener un diagnóstico y un perfil de sensibilidad en estos casos (y muy recomendable en el resto).

¿Si algún antibiótico se considera de especial importancia en humanos, no sería mejor retirarlo directamente del mercado?

Las diferentes decisiones se irán tomando paso a paso y siempre basadas en un análisis de riesgo. Pero tenemos que tener en cuenta que en veterinaria también necesitamos los antibióticos para tratar a los animales, tanto por bienestar animal como por salud pública, al tener la obligación de asegurar que producimos alimentos sanos. Es evidente que la comunicación obligatoria de las prescripciones en vigor desde el mes de enero dará una información útil a la administración del uso real de antimicrobianos en ganadería, y una posibilidad de ir tomando decisiones en función de lo que vayamos identificando.

La producción de cerdos de manera intensiva es una realidad. Muchas explotaciones son positivas a gran número de enfermedades y la situación se agrava en zonas de alta densidad porcina. Revertir esta situación no va a ser fácil, ni rápido. ¿Cómo compatibilizar esto con una reducción del uso de antimicrobianos? ¿Qué medidas tomará la administración para fomentar una mejora en la sanidad de los cerdos?

En 2014 y desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) se impulsó la creación de un plan estratégico y de acción para reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencias a los antibióticos, movilizando a todos los profesionales involucrados y dando cumplimiento al requerimiento de la Comisión Europea. Así se puso en marcha el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) con un período de vigencia de cinco años (2014-2018).

Entre los avances más destacados en el área de sanidad animal está el “Acuerdo para la Reducción Voluntaria del Consumo de Colistina en el Sector del Ganado Porcino”. Este acuerdo, firmado por 54 empresas que han conseguido una reducción en el uso de colistina del 97% desde el 2015 hasta el año 2018. Para conseguirlo el sector porcino ha hecho grandes esfuerzos para mejorar la producción. Fundamentalmente el sector porcino ha trabajado en la mejora de la nutrición, mejora del plan de prevención vacunal, cambios en el manejo y, por supuesto, en una gran mejora de la bioseguridad e higiene en las granjas.

Después de estos cinco años de trabajo hemos adoptado un nuevo plan 2019-2021 con dos objetivos prioritarios: reducir el consumo total de antibióticos pero, sobre todo, reducir la necesidad de usarlos.

Vamos a seguir trabajando con la totalidad del sector porcino para fijarnos metas más ambiciosas orientadas a la reducción del consumo total.

En el marco del PRAN se ha creado un grupo de trabajo de bioseguridad e higiene para trabajar directamente con los ganaderos, transportistas, trabajadores de granjas etc. para conseguir mejorar la bioseguridad y la higiene en las granjas a través, entre otras cosas, de cursos de formación.

Sin dudarlo, todo está encaminado a conseguir un cambio de actitud que nos lleve a hacer las cosas de otra forma.