El beneficio esperado para 2018 se reduce a la mitad, nuevos patrones-nuevas interpretaciones

Dennis DiPietre
09-mar-2018 (hace 6 años 8 meses 13 días)

La industria porcina estadounidense se está adentrando en aguas ignotas desde el momento en que ni la producción ni las explicaciones tradicionales proporcionan información útil sobre la relación entre el precio y el nivel de producción. Estas explicaciones tradicionales se forjaron en una era de estabilidad, cuando la demanda aumentaba básicamente a causa del aumento de población. Sin embargo, con el impresionante aumento de la renta per cápita, el consumo de carne de cerdo a nivel global está permitiendo aumentar la producción sin la tradicional sanción negativa sobre los precios. Como es bien sabido, para conseguir esta demanda hay que luchar para ser el exportador de elección para los grandes países importadores. La fiabilidad, la calidad y el bajo precio, son los pilares sobre las que se asienta una demanda creciente estable.

Muchos de los países importadores de tamaño medio son compradores de alto riesgo, ya que pueden cambiar de proveedor rápidamente por diversos motivos, frustrando la inversión a largo plazo de los países productores en su preparación para atender la demanda a largo plazo. Si bien los acuerdos comerciales son estabilizadores importantes a largo plazo, hay excesivas preocupaciones entorno a los problemas con los viejos tratados. Si bien es incierto, el futuro pertenece a las regiones que producen con fiabilidad, calidad y a bajo coste, ya que tienen una forma de resiliencia económica con la que los competidores difícilmente pueden lidiar, excepto a muy corto plazo.

La rentabilidad media pronosticada para este año en EEUU ha disminuido, de unos $25 a unos $12/cabeza, siendo el principal escullo el último trimestre de 2018. En este momento, el precio del cerdo está experimentando una disminución estacional normal, que debería cambiar a finales de marzo. Los precios de los cerdos destetados y de cebo han empezado a caer en picado, pero es un patrón habitual en esta época del año ya que las compras de los próximos meses implican vender animales terminados cuando los precios estén en la parte baja del ciclo estacional de precios. El año pasado vimos cómo el precio espectacular de la panceta elevó y alargó el ciclo estacional unas 6 semanas, o más, tras el típico precio máximo de verano. Aparentemente los compradores lo ven como una situación excepcional que no se repetirá.

Justo cuando parecía que el precio de la harina de soja podía empezar a elevar el coste de producción al incrementar el precio del pienso a un nivel favorable y estable a largo plazo, aparece la respuesta predecible por parte de los agricultores. El precio del maíz es tan bajo en este momento que no cubre el coste de producción para la mayoría de productores, por lo que una reciente encuesta ha revelado que, por primera vez en 3 décadas, los productores estadounidenses podrían plantar más hectáreas de soja que de maíz. Esto se ha estado gestando durante un tiempo, pero el cambio se producirá, básicamente, para poder seguir pagando las facturas. Si esto se acaba materializando, amortiguará el movimiento alcista de la soja. La superficie destinada a ambos productos ha ido en aumento durante 10-12 o más años pero después de la sequía de 2012, la superficie cultivada de maíz se ha estancado, mientras que las hectáreas de soja han seguido aumentando. Ya están cerca de igualarse y en 2018 puede producirse el momento mágico en que la soja supere al maíz en hectáreas cultivadas.

Pese a que la rentabilidad nacional media es fuerte, algunos problemas sanitarios han afectado seriamente la rentabilidad de algunos productores. Los investigadores están algo frustrados por la incidencia anual y estacional de PRRS, la enfermedad más importante desde el punto de vista económico en EEUU. Una incidencia acumulativa del 30% parece firmemente establecida, relacionada con ciertas prácticas muy estables y, a menudo, arraigada a zonas de alta densidad o incluso sistemas de transporte (como carreteras) que fuerzan al movimiento de animales por la misma área geográfica una y otra vez, pese a los riesgos. Aunque, si se aplica bien, la bioseguridad es muy efectiva en la mayoría de los casos, incluso los descuidos más leves permiten la entrada del virus y, por desgracia, la bioseguridad la implementan los humanos, con nuestra tendencia a equivocarnos.

Finalmente ya conocemos la totalidad de los datos de exportación porcina de EEUU en 2017 y se ha batido el récord previo de 2016 con un aumento del volumen del 6% (2,45 millones de t) según el último informe de la US Meat Export Federation. El valor de la exportación fue de $6.490 millones, un 9% más que el año anterior y, según el informe, el segundo más alto, sólo superado por las cifras de 2014. Actualmente las exportaciones norteamericanas superan el 25% de la producción total. Tal como hemos indicado previamente, México, Corea y Centro y Sudamérica han permitido llegar a estas cifras, pero en México la producción crece rápidamente y podría frenar el crecimiento futuro de EEUU cuando este aumento de producción entre en el mercado. El panorama general está evolucionando lentamente pero se mantiene el objetivo de un resultado mucho mejor de lo esperado dado el aumento del 3-4% de la producción total de carne de cerdo para 2018.