Fuera con lo viejo y adelante con lo nuevo

Dennis DiPietre
06-feb-2017 (hace 7 años 10 meses 17 días)

Estamos en un periodo transitorio en el que todos los factores que estimulan el crecimiento del sector porcino tienen luz verde excepto, claro, el precio del cerdo. Hay una fuerte demanda global y un exceso de todos o casi todos los cereales para pienso prácticamente en todo el mundo, asegurando bajos costes de producción en todo el complejo de la carne. Él único factor que frena a los productores es el precio del cerdo, lo que es una advertencia sobre la capacidad de sacrificio.

Sin embargo, hoy en día el comercio es básico para los países más productores, tanto que el tremendo éxito exportador de la UE hacia China (hasta el 70% de las importaciones chinas proceden de la UE, según el USDA), podría derrumbarse por algo tan simple como una modificación del tipo de cambio. Esto tendría un gran impacto sobre las grandes zonas productoras europeas, especialmente España, aunque, por el momento, parece improbable ya que la nueva administración de EEUU está creando, inicialmente, un gran optimismo del mercado que está fortaleciendo el dólar. La mayor parte de esto se basa en la idea que las relaciones y las normas anquilosadas y las presiones políticas (frente a las económicas) del comercio podrían ser eliminados creando una época de nuevas oportunidades y acuerdos sin precedentes. Sin embargo, el impacto del peso mexicano (afectado negativamente por la demanda de EEUU de una nueva relación fronteriza y comercial) podría impactar eventualmente en el flujo de carne de cerdo de EEUU hacia México, un gran comprador.

Si vives en un país donde la rentabilidad de la producción porcina depende de las exportaciones, y esto es cualquier lugar del mundo donde se puedan producir cerdos con una ventaja competitiva, de repente te encuentras jugando (o a punto de jugar) con unas nuevas reglas. Las normas de comercio y las asociaciones comerciales complejas, multilaterales y burocráticas están a punto de pasar a la historia. También están en camino de desaparecer los acuerdos que benefician únicamente a un sector industrial, olvidando el beneficio global de los consumidores. Si EEUU consigue cerrar algunos de estos nuevos acuerdos, es posible que otros bloques comerciales con acuerdos multilaterales caigan y también tengan que ser renegociados.

Los acuerdos multilaterales cargados de objetivos políticos están a punto de dar paso a acuerdos simplificados, bilaterales, negociados más por empresarios que por políticos y centrados exclusivamente en lo económico. Esto aumenta la posibilidad de (pero por supuesto no garantiza) que se consigan los mejores intereses de las naciones involucradas frente a los intereses de algunos pocos políticos con influencia histórica y/o de lobistas bien pagados. ¿Esto funcionará, o interrumpirá el comercio actual, costando un dineral a los productores de porcino? Deberemos esperar para descubrirlo, nadie lo sabe todavía.

Si nos remontamos a uno de los primeros y más famosos escritos sobre economía, obtendremos un poderoso argumento sobre el hecho que si cada uno actúa en su propio interés, todos terminan obteniendo el mejor resultado, como si una "mano invisible" estuviera redistribuyendo los recursos. Esencialmente esto se aplica a individuos que interactúan con otros individuos o a países con otros países. Esto colapsa cuando un grupo relativamente pequeño de individuos accede al poder político e impone su propio interés sobre la gran mayoría mediante ingeniería política. Esto es exactamente los que ocurrió con el COOL (etiquetado de país de origen) cuando, en el oeste de EEUU, un pequeño grupo de productores de fruta y vacuno tuvieron la idea de bloquear la competencia de productos producidos fuera de EEUU. Por desgracia, muchos productores de cerdo se subieron a este carro.

Fue una estrategia interesante en cerdo y vacuno, ya que se bloquearon las importaciones de animales canadienses debido a problemas técnicos: la imposibilidad de trazar los cortes primarios hasta la canal de origen, por lo que se perdía el origen. Mientras duró se destruyeron negocios transfronterizos de millones de dólares y se elevó el precio de la carne y de otros productos para todos los consumidores de EEUU, bajando el de los canadienses y de otros países. Pequeños grupos con influencia política tratan de ganar mientras que los consumidores del país pierden. Si se multiplica este modelo docenas de veces se obtendrán este tipo de acuerdos extraños que subyacen en los actuales acuerdos comerciales multilaterales.

La intención actual es eliminar todos los viejos acuerdos y crear acuerdos bilaterales claros que resulten beneficiosos para la mayoría de individuos de cada país. Hay mucha inquietud pero ya se está trabajando entre bastidores para alcanzar dichos nuevos acuerdos.