Lechones nacidos muertos, claves para su control

M.A. de AndrésMaría Aparicio ArnayCarlos Piñeiro
30-ene-2008 (hace 16 años 10 meses 22 días)

Como comentamos en los anteriores artículos, el periparto es uno de los periodos más críticos dentro de la producción porcina, ya que en muy poco tiempo se puede ganar o perder mucho del trabajo realizado anteriormente. En este artículo nos vamos a centrar en las pérdidas producidas por los lechones que mueren en el proceso del parto: los lechones nacidos muertos.

Lo primero que habría que distinguir es la diferencia entre un lechón nacido muerto y un lechón que muere en los primeros minutos u horas después del parto. Ya se comentó una forma de distinguirlos, aunque dicha forma no sea muy cómoda en la granja: extraer los pulmones del lechón e introducirlos en agua, si los pulmones flotan significan que el lechón pudo respirar, luego murió después del parto. Otra forma, más práctica pero menos exacta, es observar si el lechón todavía conserva las membranas en las pezuñas: si no las conserva, significa que llegó a caminar un poco.

Para empezar a actuar, primero debemos saber la razón por la que los lechones mueren en el momento del parto. Pues bien, el lechón que muere en el momento del parto lo hace siempre por asfixia. Antes del parto, el lechón “respira” a través de la placenta y del cordón umbilical, hasta el momento en que el lechón nace, en que empieza a hacerlo por sí mismo. Si durante el proceso del parto sucede algún problema (desprendimiento de placenta, rotura del cordón umbilical) que hace que se interrumpa el riego sanguíneo proveniente de la madre, el lechón comienza a sufrir anoxia, y en el plazo de 3-4 minutos acaba muriendo. Si ese plazo es menor (1-2 minutos), el lechón sale del canal del parto bastante afectado (es el típico lechón jadeante, al que hay que “resucitar”).

Si el lechón muere antes de comenzar el proceso del parto (p.ej. dos o tres días antes, o al introducir la cerda a la sala de partos), debería considerarse como momificado. Estos lechones se distinguen porque han comenzado el proceso de putrefacción, y suelen tener el abdomen de color morado, aunque sólo sea ligeramente.

Una vez conocido esto debemos señalar cual es el momento del parto más peligroso, y cuáles son las cerdas con más riesgo, para centrar ahí la atención.

En cuanto al momento del parto, es un dato suficientemente contrastado que en torno al 75% de las muertes de lechones se producen a partir del 7º-8º lechón, lo cual significa que el final del parto es el momento más peligroso, y es donde hay que extremar la atención. La explicación a esto es sencilla, segun avanza el parto la cerda está más cansada, con lo que las contracciones son de menor intensidad y se incrementan las posibilidades de desprendimiento de placenta o de rotura de cordón umbilical, que corte el riego sanguíneo al lechón.

En el Gráfico nº 1 se observa la distribución más habitual de nacidos muertos en función del número de parto

Como se observa, la media de nacidos muertos se va incrementando con el número de parto, hasta ser casi el doble en cerdas viejas que en las primerizas. Luego la primera recomendación debe ser prestar especial atención a las cerdas viejas. La razón de este aumento es sencilla: a medida que la cerda va teniendo más edad, la musculatura de su aparato reproductor va perdiendo elasticidad y potencia, con lo que la cerda empuja con menos intensidad, los partos se hacen más largos y con más posibilidades de retención de lechones, lo que multiplica el riesgo de muerte durante el mismo. Además, aumenta la posibilidad de otro tipo de problemas, como útero caído (con lo que el canal del parto no queda recto).

Si dentro del gráfico anterior filtramos para estudiar solo los partos con más de 2 lechones nacidos muertos, veremos un efecto muy frecuente:


En este gráfico, sólo aparecen el 16% del total de partos, y sin embargo, el número de nacidos muertos de estos partos es del 51% del total de NM. Es decir, hay un bajo número de cerdas que es responsable de un elevado porcentaje de NM. Es muy importante tener localizadas a éstas cerdas, ya que una correcta atención de estos partos va a tener un impacto en la productividad global de la granja muy importante.

Las cerdas con más posibilidades de formar parte de ese grupo son, por un lado, como ya hemos visto, las cerdas viejas, pero por otro lado, también las cerdas con un historial de nacidos muertos elevado: las cerdas que durante 2-3 partos han tenido un número elevado de NM es muy probable que repitan ese problema en partos posteriores. Dichas cerdas pueden señalarse en el momento de entrar a partos, en la tarjeta de cerda, para facilitar el trabajo a la persona que asiste partos, como se muestra en el siguiente ejemplo:

Madre Padre
Genéticas Edad (años) 2 años 6 meses
Último suceso X1 1ª cubrición NV/año 28,03
en 17-jul-07 Destetados/año 20,38
Ciclo/Nº parto 1 2 3 Media 4
Verraco/Semen x Genética 1xMIX 1xMIX 1xMIX 1xMIX
Intervalo entre partos 193 148 170,50
Cubriciones/Montas 1/2 2/3 1/2 1,25 1/1
Señales
Duración de la gestación 115 114 114 114,3
N. vivos 11 11 13 11,67
N. muertos 5 3 4 4,00
Momificados 0 1 0 0,33
Adopción +/- 0/0 0/0 0/-2
Lechones muertos -2 0 -1 -1,00
Lechones destetados 9 9 9 9,00
Retrasados 0 0 0 0,00
Peso medio al nacer
Peso medio al nacer 0,00 0,00 0,00
IPC (BVSP)
Duración de la lactación 33 29 28 30,0
Edad al destete 33 29 28 30,0
Verraco/Semen, Genética, Operario XP (HIX)
Fecha de cubrición 17-jul-07 (Sem. 29) Ojo, historial de NM, vigilar parto
Cerdas a parto el 09-nov-07 (Sem. 45)
21-día fecha de acción 07-ago-07 (Sem. 32)
35-día fecha de acción 21-ago-07 (Sem. 34)
110-día fecha de acción 04-nov-07 (Sem. 44)

Por último, reseñar que, en los meses de verano, especialmente si las salas de partos no están convenientemente aisladas y la temperatura sube mucho (especialmente a partir de 24-25ºC), los problemas en el parto aumentan, con lo que la atención se debe extremar. Este problema se observó muy claramente en el verano de 2003 durante la oleada de calor donde los NM se incrementaron en un 28% respecto al resto del año (Piñeiro et al, 2004).