Escribe J Roquet proquet@productosbasicossl.es
16-ago-2007 (hace 17 años 3 meses 6 días)Problemática de la nutrición micromineral
La mayoría de los técnicos dedicados a nutrición animal
somos conscientes de que los minerales son nutrientes esenciales para los animales.
Casi todas las funciones metabólicas del organismo están relacionadas
de un modo u otro con la presencia de uno o más minerales. La inmunidad,
reproducción, desarrollo óseo, utilización de la energía,
transporte de oxigeno, etc. son funciones que están directamente relacionadas
con la presencia de microminerales. Cualquier limitación en la disponibilidad
de alguno de ellos va a provocar el funcionamiento subóptimo de estos
sistemas, con consecuencias más o menos graves sobre la salud y la productividad
de los animales.
No obstante, a pesar de ser conscientes de la importancia que tiene un aporte
adecuado de minerales en la dieta, a menudo no nos planteamos la gran dificultad
que reviste asegurar que los animales reciben los minerales que necesitan en
la cantidad y en la forma adecuada.
Establecer necesidades
Lo primero que debemos plantearnos es: ¿qué cantidad de cada micromineral
necesita un animal para satisfacer sus necesidades para vivir y producir? Dar
una respuesta exacta a esta pregunta es poco menos que imposible debido a la gran
cantidad de variables que nos pueden inducir a error. Los estudios científicos
encaminados a determinar las necesidades de minerales de un grupo de animales
están sujetos a una gran cantidad de influencias por lo que solo van a
responder la pregunta para unos animales, unas condiciones y una situación
concreta. Un solo cambio en alguno de los parámetros puede dar lugar a
resultados muy distintos. La raza y edad del animal, las condiciones medioambientales,
el nivel de producción, estrés, son algunos de los diversos factores
que van a influenciar el resultado del estudio.
Ante esta incertidumbre, una solución bastante sencilla y comúnmente
adoptada es la de aportar minerales por encima de los requerimientos establecidos,
a modo de margen de seguridad. No obstante, esta práctica puede ser contraproducente
en algunas ocasiones.
Satisfacer las necesidades
Una vez hayamos decidido cuales son las necesidades de nuestros animales (o hayamos
realizado nuestra mejor suposición sobre cuales son esas necesidades) debemos
diseñar el aporte mineral que las satisfaga. El primer problema que se
nos plantea es cual es la biodisponibilidad de la forma de los microminerales
que utilizaremos para diseñar estos suplementos.
Los comités científicos encargados de establecer unos requerimientos
establecen sus recomendaciones en base a una biodisponibilidad media de los
minerales en las fuentes habitualmente utilizadas. Es decir, si el requerimiento
real estimado de un mineral es de 10 mg al día, y la biodisponibilidad
media de esta fuente es del 50 %, entonces la recomendación final va
a ser de 20 mg al día para compensar por la porción del suplemento
que no va a ser absorbida. No obstante, la biodisponibilidad de los minerales
entre distintas fuentes o de la misma fuente en distintas condiciones es muy
variable. Por ejemplo, hay valores publicados de biodisponibilidad para el selenio
procedente de selenito sódico entre 4 y 50 %.
¿A que se debe esta variabilidad en la biodisponibilidad de los
microminerales?
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Cambios de pH en el lumen intestinal que hace que precipiten muchos de
los minerales, impidiendo su absorción. El grado de precipitación
va a depender de la presencia de otros minerales en la dieta.
– Secuestro de minerales por elementos quelantes como fitatos, polifenoles
y algunos tipos de azúcares o fibras en la ración
– Capa de mucus intestinal, la cual retiene gran parte de los iones,
especialmente los de mayor carga
– Control de absorción a nivel de enterocito, evitando su
paso al torrente circulatorio. |
Parte de esta incertidumbre en cuanto a disponibilidad de los minerales puede
solventarse mediante el uso de minerales orgánicos, los cuales son menos
sensibles a las barreras que el organismo interpone frente a la absorción
y a la interacción con otros minerales. Por ejemplo, la biodisponibilidad
del zinc presentado en forma orgánica respecto a la inorgánica fue
de 166 % con una concentración de Ca en la dieta de 0,6 % y de 292 % con
el calcio aumentado a 0,74 %.
En conclusión, la nutrición micromineral presenta un grado de complejidad
muy elevado, que hace que no podamos descartar ninguna posibilidad. Por tanto,
en caso de sospechar alguna carencia, no debemos desestimarla por el simple hecho
de estar aportando una premezcla mineral en la dieta de los animales. También
debemos considerar la posibilidad de que a pesar de no observar síntomas
de deficiencias, la productividad pueda verse limitada por una suplementación
inadecuada de microminerales.