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¿Qué debo hacer para que mi programa de control de PRRS sea exitoso?

El objetivo final de cualquier programa de control debería ser siempre detener la circulación de virus en los reproductores para crear un flujo negativo de animales en crecimiento.

Debemos tener en cuenta es que es difícil especificar medidas generalistas para el control del PRRS. Cada explotación tiene una serie de características intrínsecas que hacen que los protocolos a implementar deban diseñarse a medida. Las medidas a implementar diferirán dependiendo del tipo de sistema de producción (i.e producción en fases o ciclo cerrado), de si la granja dispone o no de una cuarentena y un adaptador adecuados y de si la reposición es externa o interna, entre otros factores.

Por otro lado, el objetivo del programa de control puede limitarse a evitar la aparición de signos clínicos asociados a la infección o, la opción que consideramos más acertada, plantear que el objetivo final de cualquier programa de control debería ser siempre detener la circulación de virus en los reproductores para crear un flujo negativo de animales en crecimiento. Es decir, conseguir la estabilidad real de la granja ya que, en caso contrario, siempre permanecerá el riesgo de que se produzcan nuevos brotes de la enfermedad.

Con este objetivo en mente, el primer paso sería conocer cuál es la situación real de partida en la granja. Para ello, es necesario establecer un programa de monitorización de lechones en maternidad para determinar si son positivos o negativos al nacimiento. Existen distintas formas de monitorizar a los lechones y se debe elegir en cada caso la más adecuada, teniendo en cuenta su sensibilidad para detectar animales infectados, su coste y la facilitad de muestreo. Si la granja es estable, el objetivo será mantener ese estatus mediante los programas de adaptación de cerdas de reemplazo. Si la granja no es estable, aún en ausencia de signos clínicos, debemos establecer medidas de control específicas encaminadas a conseguir el cese de la circulación del virus en los reproductores.

Particularmente, cuando la situación es de brote o la proporción de lechones infectados al nacimiento es muy alta, para conseguir el cese de la circulación vírica entre reproductores se debe realizar un programa de cierre de granja. Para ello se debe programar la entrada de cerdas de renovación necesarias para minimizar la disminución del censo y el envejecimiento de la granja y posteriormente cerrar la granja a la entrada de cualquier tipo de animal durante un periodo de tiempo de al menos ocho meses. Esta medida se debe acompañar de un programa de inmunización de todos los reproductores para dificultar, mediante el establecimiento de una buena inmunidad, la circulación de virus de campo (Linhares et al., 2014).

No obstante, un punto crítico para alcanzar la estabilidad y para mantenerla en el tiempo es el manejo de la reposición. En primer lugar, y de forma indiscutible, el origen de las cerdas de renovación debe ser negativo, con independencia del estatus sanitario de la granja de destino. De esta forma conseguiremos evitar la entrada periódica de nuevas cepas de PRRSV que, como sabemos, posiblemente consigan eludir la inmunidad que tenga la población residente. En segundo lugar debemos establecer un programa de cuarentena y adaptación de las futuras reproductoras. Durante la cuarentena verificaremos analíticamente, que las cerdas son negativas a la entrada y a la salida de la misma. Durante la adaptación el objetivo que perseguimos es inmunizar a las cerdas para limitar la posibilidad de infección cuando ya están en producción.

Cómo inmunizar al reemplazo ¿vacuna o virus campo?

La inmunización de las cerdas de renovación se puede conseguir mediante la exposición a la cepa de virus que circula en la granja o mediante programas de vacunación. Para decidir cuál es la mejor estrategia posible debemos tener en cuenta una serie de factores que incluyen el estatus sanitario de la granja de destino, la edad de las cerdas a la entrada a la granja, la duración del periodo de adaptación y la posibilidad de mantener a las cerdas en aislamiento. Como norma básica se debe tener en cuenta que la inmunización mediante exposición al virus de campo solo es adecuada cuando la granja está en una situación de brote o cuando es posible infectar cerdas muy jóvenes (de no más de dos meses de vida), cuando se puede asegurar una infección rápida de todo el lote y cuando las instalaciones permiten un periodo de enfriamiento en aislamiento lo suficientemente largo. Debemos recordar en este punto la duración de la infección en los individuos y la posibilidad de que animales no virémicos transmitan eficientemente el virus..

Es importante recordar que se ha detectado el virus mediante RT-PCR hasta 251 días después de la infección experimental y virus infectivo hasta 257 días post-infección.

Este virus podría mantener la capacidad de transmitirse a animales no infectados ya que diferentes estudios experimentales han demostrado la transmisión en periodos de entre 2 y 5 meses post-infección, mucho después del cese de la viremia.

Si no se cumplen todas estas premisas los programas de adaptación se deben realizar exclusivamente mediante vacunación, asegurando el aislamiento de las cerdas para evitar su infección con el virus de la granja hasta que tengan inmunidad suficiente. Este es el fallo más habitual en los programas de adaptación, que no consiguen evitar la infección de cerdas cuando están próximas a entrar en producción. La monitorización de los animales durante la adaptación ayuda a limitar este riesgo, pero no es suficiente para prevenirlo por completo. Debemos tener presente que no es suficiente con limitar al mínimo el número de entradas anuales en una granja sino que se debe garantizar un periodo de adaptación lo suficientemente largo en cada lote como para conseguir una buena protección. En general, cuanto más jóvenes sean las cerdas que entran en la granja, mejor se podrá diseñar el programa de control.

Otras medidas de manejo para el control del PRRS

Estas medidas deben ir acompañadas de otras que contribuyan a dificultar la difusión del virus en otros grupos, como las medidas McREBEL en maternidad, la implementación de sistemas de todo dentro-todo fuera estrictos en transición y cebo o la implementación de programas de limpieza y desinfección correctos. Incluso, cuando sea posible, puede ser adecuado establecer un programa de segregación de primerizas, que contribuirá a estabilizar la granja. Finalmente, hay que recordar que las medidas de bioseguridad interna deben acompañarse de un buen programa de bioseguridad externa que contribuya a evitar las infecciones laterales.

Si tenemos en cuenta todos estos factores, tenemos posibilidades de conseguir un control efectivo del PRRSV, pero si no lo hacemos lo más probable es que fracasemos en el intento.

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