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¿Conocemos suficientemente las necesidades nutritivas del cerdo Ibérico?

A pesar de la importancia económica y social del cerdo ibérico en España (más de un 5% de los cerdos sacrificados), sorprendentemente existen pocos trabajos científicos sobre sus necesidades nutricionales, sobre todo si se compara con el cerdo blanco.

29 agosto 2002
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A pesar de la importancia económica y social del cerdo ibérico en España (más de un 5% de los cerdos sacrificados), sorprendentemente existen pocos trabajos científicos sobre sus necesidades nutricionales, sobre todo si se compara con el cerdo blanco. Además, un porcentaje muy alto de los trabajos versa sobre la grasa añadida o depositada, existiendo poca información sobre necesidades energéticas y proteicas. Su particular esquema de producción ligado al aprovechamiento de recursos naturales (Dehesa), y su falta de homogeneidad genética, dificulta mucho la estimación de dichas necesidades. En principio, los aportes energéticos modulan la velocidad de crecimiento y tienden a ser máximos en las últimas fases para lograr el engrasamiento deseado. Sin embargo, un exceso proteico con relación a las necesidades supone un coste inútil con un impacto negativo sobre el medio ambiente.

El ritmo de crecimiento de los animales condiciona fuertemente las necesidades, y éste depende de la época de nacimiento, con elevados ritmos para los cerdos nacidos en otoño e invierno (160 kg con 13-15 meses) y menores con los nacidos en verano (160 kg con 16-18 meses). Así, es frecuente modular el crecimiento de los animales mediante restricción alimentaria para alcanzar pesos de 90-120 kg al inicio de montanera.

Otro factor que dificulta el cálculo de necesidades es el aporte de los recursos naturales. Diversas estimaciones señalan consumos entre 7 y 10 kg de bellota y entre 1,5 y 3 kg de hierba al día, lo que considerando la fracción utilizable (sólo el 70% en el caso de la bellota, pues sólo la pulpa es aprovechada) y la materia seca, aportan entre 275 y 300 g de proteína y entre 12.000 y 14.000 kcal ED al día.

Mientras que los aportes energéticos están relativamente equilibrados, existe cierto desequilibrio en los aportes aminoacídicos, con una clara deficiencia en lisina que en ocasiones es suplementada en cerdos en montanera.

Teniendo en cuenta que éstas son estimaciones teóricas, y que existen pocos datos sobre digestibilidad, y menos datos sobre la eficacia de utilización del nitrógeno (cifrada entre 25 y 45% según autores), resulta obvio que existe una elevada incertidumbre sobre las necesidades reales. Las aproximaciones con cerdo blanco son, en cierto modo arriesgadas, tanto por las diferencias en potencial genético (el crecimiento magro es menor que el menor de los supuestos propuestos por el NRC, 1998), como por el peso de sacrificio, como por la diferente relación magro/proteína de la canal (2,5 en cerdo blanco y de 3,5 a 4,5 en función del peso en el cerdo ibérico).

Otros condicionantes que dificultan aún más el cálculo real de las necesidades son:

a) Se desconoce con precisión las necesidades extras que suponen el ejercicio asociado al pastoreo, entre otras cosas porque el mismo, no es una práctica homogénea entre explotaciones (tiempo, distancia recorrida, pendientes).

b) Las condiciones climáticas semiextensivas de explotación del cerdo ibérico difieren enormemente de los centros experimentales, pudiendo afectar mucho las condiciones extremas de calor y/o frío en las necesidades de los animales.

Por tanto, coinciden dos puntos críticos: por un lado desconocemos con exactitud las necesidades de los animales y por otro los nutrientes que ingieren. Todo ello nos obliga, considerando el gran interés de este tipo de producción en nuestro país, a desarrollar programas integrales de investigación que cuantifiquen con precisión las necesidades nutricionales de los cerdos ibéricos.

Desde un punto de vista práctico, conviene no incidir sobre el crecimiento de los animales hasta 40-50 kg, y suministran dietas cuya concentración será diseñada en función del objetivo de crecimiento perseguido (sin olvidar nunca que la forma de suministrar energía tiene una alta incidencia en la cantidad y tipo de grasa de la canal). En principio, dietas de entre 3.000-3.300 kcal EM/kg con niveles proteicos de 12,5-16% y 0,50-0,70% de lisina en función de la edad y tipo de producción parecen adecuadas, aunque se reitera el hecho de que es precisa más información para ajustar más las necesidades a los aportes.

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