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Subpoblaciones (III de III): Optimización de la paridad

Seguimos hablando de las subpoblaciones dentro de la granja. En esta ocasión, sobre cómo optimizar el grupo de cerdas según su número de parto para conseguir mejorar la productividad.

Hemos estado examinando el papel de las subpoblaciones para comprender de manera más precisa dónde podemos reducir los costos o aumentar los ingresos (¡o ambas cosas!). Podemos definir las subpoblaciones de diversas formas: visualmente, mediante estadísticas o a posteriori, tras un análisis retrospectivo de los datos en frigorífico. Comprender e identificar las subpoblaciones puede proporcionar, tanto al gerente como al personal de la granja, la lógica para realizar manejos específicos que suelen ser menos costosos (a menudo no es necesario aplicar los tratamientos farmacológicos, o los cambios en los protocolos de manejo, a toda la granja).

Hasta ahora hemos hablado de las subpoblaciones de la fase final de crecimiento, cuando el aumento de la variación de peso puede suponer un costo muy elevado. Las subpoblaciones en la fase final de crecimiento que se prestan a una mejora sistemática son las que nos permiten identificar el problema y diseñar un protocolo para reducir la pérdida de beneficios. A partir de los datos de frigorífico, se pueden ver grupos de animales con un peso inferior al normal para su edad y más magros que la media. Este grupo se identifica a menudo con algunos problemas respiratorios o intestinales, a veces con un micro-ambiente deficiente (por ejemplo, dentro de un corral) que está afectando al crecimiento, y el porcentaje que supone este grupo respecto al total de la nave puede monitorizarse en relación a las estrategias de reducción dirigidas a la granja. Se pueden probar diferentes intervenciones y hacer un seguimiento del porcentaje de esta subpoblación con respecto a la población total para juzgar la eficacia del tratamiento.

En los países en desarrollo que producen cerdos, el objetivo suele ser obtener tanta carne como sea posible, por lo que no suele haber diferencias de precio que promuevan ciertas características de calidad, a excepción del peso. En las sociedades con más ingresos, hay un gran abanico de características de la carne de cerdo a tener en cuenta. Entender cómo optimizar la producción de estas características se convierte en una habilidad importante que el productor debe desarrollar.

Más allá de los datos del frigorífico, también se pueden definir fácilmente subpoblaciones en las granjas de cerdas. Los grupos de paridad son subpoblaciones de cerdas con cambios de rendimiento bien conocidos a medida que aumenta el número de parto. Utilizando datos históricos, la granja puede desarrollar un conjunto de reglas para el descarte de cerdas que mantengan, de forma efectiva, una excelente productividad de la granja o la aumenten si no está rindiendo bien, que incluyan tanto la productividad a corto plazo (optimización del número de paridad) como la productividad a largo plazo (optimización de la estructura de paridad).

Normalmente, los expertos recomiendan un número para la estructura de paridad promedio, que se utiliza, como regla general, para orientar las decisiones del descarte de cerdas, aunque, según nuestra experiencia, se utiliza más a menudo para corregir los grupos de edad después de que se hayan desequilibrado por una serie de malas decisiones. Estimamos la estructura óptima de paridad de cada granja basándonos en el rendimiento histórico de cada ciclo, así como en otras variables. En la práctica, se aproxima al número "promedio" antes citado.

El objetivo de optimizar la paridad es predecir la productividad futura de cada cerda en el momento que nos planteamos la opción de descartarla, normalmente al destete. Si se pudiera diseñar una estrategia de selección que hiciera una estimación decente de la productividad futura (variables como la puntuación corporal del individuo, el tamaño histórico de sus camadas, repeticiones y alguna medida de su capacidad maternal, etc.), se podría aumentar sistemáticamente la productividad media de la granja de madres, eliminando las cerdas con un peor rendimiento futuro previsto. Esto puede parecer imposible pero, de hecho, la capacidad de hacerlo está justo en el horizonte. Por supuesto, hay otras variables a tener en cuenta simultáneamente, como el valor de la cerda de descarte frente al costo de su reemplazo, la probabilidad de muerte antes de la decisión de eliminación o la disponibilidad de suficientes reemplazos que estén ya ciclando para llegar al objetivo de cubriciones y que las salas de partos permanezcan llenas.

En muchas granjas, la decisión de descartar a un animal no se gestiona de forma óptima, ya que está sujeta a decisiones individuales muy pobres que a menudo se basan en percepciones visuales sesgadas sobre qué animal debe ser eliminado. Además, sin un enfoque basado en datos, el descarte se convierte simplemente en elegir el número correcto al destete para mantener el número total del inventario o simplemente eliminar empezando por las que tienen un número de parto elevado hacia atrás. Una estrategia muy pobre e ineficaz, independientemente de si se alcanza o no la productividad "promedia del sector" elegida para la paridad media del rebaño.

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