El impacto medioambiental de la producción ganadera intensiva ha sido uno de los aspectos de mayor interés en la última década. Dependiendo de la cantidad y el momento de aplicación, entre otros factores, ciertos elementos como el N, P, K y algunos metales pesados (Cu y Zn principalmente) serán considerados nutrientes o contaminantes. Estas emisiones al medioambiente (aire, agua o suelo) están regulados en la mayoría de los países productores, con leyes cada vez más estrictas, en particular sobre las emisiones de amoniaco. Los niveles de emisión de estos elementos al medioambiente van a estar condicionados en gran medida por la capacidad del animal para retenerlos, por lo que para maximizar este hecho deben tenerse en cuenta los siguientes conceptos:
1) Proporcionar los nutrientes en función de las necesidades del animal evitando el exceso.
a) Seguir las recomendaciones de sistemas reconocidos que evalúen las necesidades adecuadamente (NRC, CVB, FEDNA).
b) Uso de dietas bajas en proteína suplementadas con aminoácidos sintéticos. Su uso depende principalmente del coste ya que no disminuyen los rendimientos de los animales. La disminución de un 2 % de proteína bruta supone una disminución del 20 % del N excretado.
c) Conocer las necesidades de los animales. Además de utilizar el concepto de proteína ideal, debemos considerar:
i) Genotipo. Animales magros o con mayor tendencia a engrasarse.
ii) Sexo. Las necesidades son diferentes para machos enteros, castrados o hembras, especialmente en la fase de acabado (60-100 kg).
iii) Estadío reproductivo. También son diferentes las necesidades en gestación o en lactación, por lo que el uso de pienso único para ambas conducirá a no cumplir con las necesidades en lactación o a derrochar nutrientes (principalmente N) en gestación.
iv) Estadío productivo. Las necesidades cambian con la edad por lo que debe recomendarse el uso de al menos dos piensos (crecimiento y acabado) entre 20 y 100 kg (alimentación en fases).
2) Mejora de la digestibilidad de los nutrientes
a) Elección de materias primas de elevada digestibilidad (cereales vs subproductos, fosfato monocálcico vs bicálcico). De nuevo la elección es económica.
b) Tratamiento térmico para la disminución de factores antinutricionales (lectinas, saponinas) que pueden afectar a la digestibilidad ileal y a la absorción de la proteína.
c) Enzimas. En condiciones normales, 2/3 partes del P de la ración es excretado debido a que se encuentra en forma de fitatos de baja digestibilidad. El uso de enzimas (fitasas) incrementa la absorción, disminuyendo en gran medida el aporte de fosfato en la ración ya que el P vegetal pasa a ser utilizable. Otras enzimas (glucanasas, amilasas, xilanasas, proteasas) también pueden ser de utilidad en diferentes condiciones, aunque su uso no esté tan extendido.
d) Promotores de crecimiento. Los nuevos promotores de crecimiento (ácidos orgánicos, probióticos, aceites esenciales, fructo y manano-oligosacáridos, extractos vegetales, etc.) cumplen una doble función, dirigida tanto a la mejora de la salud del animal (control de microorganismos) como a mejorar los rendimientos productivos por incremento de la ingesta o mejora de la digestibilidad. Desde este punto de vista, también contribuyen a la retención de nutrientes y por tanto a la mejora de los índices de conversión.
No debemos olvidar las emisiones de amoniaco, cuya regulación será cada vez más estricta (normativa IPPC). Su emisión depende del contenido de N en el purín, además de factores tales como superficie de emisión, temperatura, pH y % de materia seca, por lo que una disminución en la excreción supone una disminución proporcional de las emisiones. Además, el uso de determinadas materias primas puede tener efecto sobre la disminución de las mismas (pulpa de remolacha).
Todas estas opciones pueden contribuir en gran medida a la mejora de las emisiones derivadas de la producción porcina intensiva, ya que su eficacia está en la mayoría de los casos ampliamente demostrada y son viables en la mayoría de los sistemas de producción. Quizá lo más interesante de las mismas es que son medidas preventivas encaminadas a la reducción en origen. Su uso real está más influido por el impacto económico de las mismas sobre la ración o en el cambio necesario en el manejo de los animales; por esto, su no aplicación se repercute al tratamiento posterior de los residuos. Y es que el control de la contaminación siempre tendrá un coste, que las medidas nutricionales pueden ayudar a disminuir en cierta medida.