Las mordeduras de las colas se han descrito desde los años 40, aunque todavía no se ha conseguido reproducirlas experimentalmente. Son bastante frecuentes y constituyen un problema para la industria, pero la verdadera causa todavía se mantiene tan esquiva como siempre. El cerdo atacado sufre dolor, a menudo sangra y vuelve a sufrir con los ataques repetidos. Este cuadro puede evolucionar hasta la formación de abscesos locales y espinales y piemia, con los consiguientes decomisos en las canales. Se ha sugerido que hasta un 14% de las canales decomisadas están afectados por lesiones debidas a mordeduras de colas. Siempre es más frecuente en los machos. Actualmente, la mayoría de los animales afectados acaban siendo sacrificados por accidente o de urgencia, en vez de en un matadero, y por tanto todavía hay poca información que relacione la gravedad de las mordeduras de colas por sí mismas con el consiguiente grado de pérdidas de canales y económicas.
Los cerdos a los que no se cortan colas pueden alcanzar hasta un 11-12% de colas mordidas (Penny y Hill examinaron 7.725 en 1974, y solo encontraron tres colas cortadas de un total 4.086 cerdos con mordeduras). Una encuesta realizada en 1994 en el sudoeste de Inglaterra encontró mordeduras de colas en 30 de 46 granjas (66%) (Chambers et al. 1994) y se descubrió que eran más frecuentes donde no había cama, con rejilla y alimentación automática, en particular húmeda. Era menos probable donde se usaba paja y los cerdos se alimentaban manualmente. No había relación con el tamaño de la explotación, el tamaño de los corrales, el número de cerdos, la densidad de animales, la temperatura ni la ventilación. Recientemente, Hunter et al. llevaron a cabo un estudio en 40.788 cerdos y encontraron que el 80% de los cerdos tenía las colas cortadas y el 33% tenían mordeduras. En el 20% que no tenía las colas cortadas, el 9,4% tenían mordeduras (tres veces más).
Las mordeduras de colas pueden ser debidas a un comportamiento de inadaptación en el que un cerdo toca una cola suavemente con la boca por alivio, luego sale sangre y al final puede iniciarse una epidemia. En unas ocasiones, el cerdo mordido puede alejarse, pero en otras puede ser objeto de canibalismo.
El comportamiento normal de los cerdos incluye masticar objetos y hozar, y esto puede conducir a una fijación en la cola de otro cerdo. Es posible que falte un elemento nutricional necesario, o que no haya en el ambiente algo para mascar. Los cerdos se sienten atraídos de forma natural por cosas que sobresalen horizontalmente, y las olfatearán y masticarán de forma natural. Incluso cerdos sin nada que oler o mascar, como los que se encuentran en un corral de hormigón, emplean un 20% del tiempo solamente haciéndolo. La alimentación húmeda produce más mordeduras, y la alimentación en suelo y comederos corridos más que cuando se utilizan alimentadores con una o dos bocas; la alimentación ad libitum parece ser la que produce menos cantidad de mordeduras de colas.
Otros factores que pueden haber provocado las mordeduras de cola incluyen el hacinamiento, deficiencias nutricionales, niveles inadecuados de temperatura, fluctuaciones de temperaturas, corrientes de aire y falta de calidad ambiental. Una mala ventilación, con exceso de amoníaco puede ser bastante importante, lo que puede explicar el aumento estacional de mordeduras en los cerdos sacrificados en primavera. Otras posibles circunstancias que contribuirían son las deficiencias de proteínas y sales en la dieta, que podrían fomentar el gusto por la sangre, e incluso se han considerado la escasez de fibra (inferior al 3%) y un bajo contenido en fósforo (inferior al 0,5%). Quizás todos estos factores juntos pueden denominarse hastío y el mascar colas y orejas sean para los cerdos las opciones más fáciles para aliviar el aburrimiento.
Las mordeduras de colas y sus causas
Las mordeduras de las colas se han descrito desde los años 40, aunque todavía no se ha conseguido reproducirlas experimentalmente. Son bastante frecuentes y constituyen un problema para la industria, pero la verdadera causa todavía se mantiene tan esquiva como siempre. El cerdo atacado sufre dolor, a menudo sangra y vuelve a sufrir con los ataques repetidos.
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