El principal papel del tracto digestivo es digerir y absorber nutrientes para cumplir los requisitos metabólicos para el crecimiento normal. Además, la mucosa intestinal proporciona una defensa contra la presencia de antígenos alimenticios y microorganismos en el lumen digestivo.
El sistema inmunitario intestinal está compuesto por células epiteliales, linfocitos ubicados dentro del epitelio, placas de Peyer, lámina propia y folículos linfoides aislados. El intestino delgado está expuesto a rápidos cambios en la composición de antígenos; se toleran muchos antígenos alimenticios pero la barrera mucosa mantiene su eficiencia defensiva. Además, existen mecanismos especializados en el transporte de antígenos en el epitelio de las vellosidades.
El desarrollo de varias funciones intestinales, incluyendo el sistema inmunológico mucoso y la homeostasis, la absorción de macromoléculas y la síntesis de aminoácidos y vitaminas se producen con la contribución de la microflora intestinal. Además, el establecimiento de la flora normal también puede impedir la colonización de microorganismos patogénicos. Por ejemplo, las bacterias de la mucosa impiden la unión de organismos patogénicos al ocupar las zonas de anclaje disponibles.
Los microorganismos intestinales, o microbiota, varían mucho entre individuos, pero también entre diferentes segmentos intestinales del mismo individuo, sugiriendo que la microflora está en evolución continua.
Hay bacterias que son más persistentes, mientras otras transitan rápidamente, pero todas varían considerablemente entre animales enfermos y sanos. Por consiguiente las interacciones de la flora intestinal con las bacterias enteropatogénicas son responsables del desarrollo de muchas enfermedades inflamatorias del intestino.
Figura 1. Enteritis aguda en un cerdo en crecimiento. Nótese la diarrea muco-catarral y la presencia de material sin digerir. |
Figura 2. Disentería hemorrágica en un cerdo de engorde. El papel predisponiente de la composición del pienso es esencial en la aparición del problema. |
Además, se puede lograr un balance correcto entre bacterias mediante el uso de probióticos. Su suministro parece ser importante en la modulación de la microbiota intestinal y también son capaces de mejorar la función del hígado y páncreas gracias a distintos efectos en la cavidad abdominal. Utilizando diferentes mecanismos de acción, los probioticos pueden disminuir la liberación de endotoxinas o bloquear la absorción intestinal de algunas micotoxinas.
En algunas situaciones, la correlación entre la enfermedad y un patógeno específico no es claramente demostrable, sugiriendo una reacción exagerada a la microflora propia del animal. Esto puede también evocar en patología veterinaria el concepto de disbiosis, recientemente propuesto en la medicina humana, es decir un desequilibrio entre las bacterias protectoras y las perjudiciales. Un ejemplo práctico de esta modificación puede ser el síndrome post-destete, debido a una adaptación incompleta de los cerdos destetados a un programa de nutrición nuevo. Problemas parecidos pueden también derivar del uso de antibióticos per os, cuando las terapias o estrategias de medicación están aplicadas incorrectamente.
Por otro lado, estudios con animales libres de gérmenes muestran de manera conclusiva que con la ausencia de la microbiota normal, la morfología intestinal queda alterada y el sistema inmunológico local resulta subdesarrollado. Las alteraciones de los parámetros inmunológicos intestinales en estos animales incluyen una disminución en los números totales de linfocitos, linfocitos alterados, perfiles de anticuerpos, placas de Peyer subdesarrolladas y glándulas linfáticas mesentéricas sin centros germinales y células plasmáticas.
Las bacterias intestinales indígenas proporcionan al huésped lactante nutrientes, incluyendo ácidos grasos de cadena corta (AGCC), vitamina K, vitaminas B y aminoácidos. La investigación sobre los beneficios nutricionales proporcionados por la microbiota del cerdo se ha centrado en los tipos y distribución de las bacterias anaeróbicas en el ciego y colon del cerdo y en su producción de AGCC y gases (hidrogeno, metano) como respuesta a varias fuentes de energía.
Los polisacáridos
El interés del impacto de los polisacáridos en la inmunidad ha incrementado rápidamente durante la última década. Varios polisacáridos de diferentes fuentes naturales tienen la capacidad de modular el sistema inmunológico. Entre estos, los ß-D-glucanos y los a-D-mananos han sido reconocidos como capaces de modular las respuestas inmunológicas en mamíferos mediante interacciones con células inmunocompetentes. La interacción directa de los ß-D-glucanos con macrófagos y células polimorfas nucleares es un ejemplo claro de estas propiedades inmunomoduladoras, activas también en la inmunidad innata.
El efecto de los polisacáridos en la respuesta inmunológica depende estrictamente de la naturaleza del antígeno de contacto, y aun así es cuestionable en el caso de la inmunización sistémica. Por ejemplo, los ß-glucanos no mejoran la eficacia de una vacuna de PRRS ni una vacuna de rinitis atrófica.
Las actividades protectoras de los mananos pueden incluir, en cambio, la habilidad de adsorber patógenos entéricos y modular funciones inmunológicas, mejorando la actividad fagocítica de los macrófagos. Un complemento con mananos puede también aliviar las repuestas inflamatorias asociadas con el estrés del destete mediante una disminución del ratio de neutrófilos / linfocitos en sangre.
Conclusiones
En conclusión, hay un optimismo creciente sobre las posibilidades de manipular la composición de flora entérica a través de la nutrición o del uso de probióticos, logrando efectos beneficiosos en términos de utilización de nutrientes, renovación epitelial y mucosa, desintoxicación de catabolitos bacterianos, y la producción continúa de células inmunológicas.