Desde su primera descripción patológica, la circovirosis porcina se consideró una enfermedad del sistema inmunitario del cerdo. Las lesiones histológicas características de la enfermedad se centran en órganos linfoides y el virus se encuentra mayoritariamente en células de la línea monocito-macrófago. No obstante, y después de más de 10 años de estudios sobre la enfermedad, actualmente aún se desconoce como se establece la interacción del virus y el sistema inmunitario en la fase inicial de la infección y cómo evoluciona esta interacción hacia la circovirosis porcina o bien hacia una infección subclínica. Curiosamente, tampoco se ha establecido el mecanismo por el cual se genera la depleción linfocitaria en órganos linfoides en asociación con la infección por PCV2. Es por ello que en esta sección se resumen aquellos conocimientos más relevantes que se tienen en la actualidad en cuanto a la respuesta inmunitaria frente a PCV2. Por otro lado, a día de hoy, empiezan a disponerse datos sobre la respuesta inmunitaria que genera la vacunación de PCV2, lo que se comenta brevemente en este artículo.
Las infecciones experimentales con PCV2 han demostrado que los cerdos generan una respuesta de anticuerpos frente al virus a partir de los 10-21 días post-infección. Estos anticuerpos generados por la infección tienden a durar meses, y aunque no existen estudios realizados a largo plazo, al menos sí se constata que un grupo de animales continúa presentando anticuerpos frente a PCV2 entre las 14 y 18 semanas post-infección. De alguna manera se considera que, al menos parcialmente, la inmunidad humoral calostral es protectora. Ello se basa en:
- La práctica inexistencia de descripciones de la circovirosis porcina en animales de menos de 4 semanas de vida (edades en las que los cerdos generalmente presentan un elevado título de anticuerpos frente al virus);
- la generación de una infección exclusivamente subclínica cuando los animales se infectan en presencia de títulos elevados de anticuerpos séricos;
- los cerdos no afectados por la enfermedad tienden a tener una cantidad de anticuerpos sero-neutralizantes (y también totales) frente a PCV2 significativamente mayores que los que enferman (Fig. 1).
Este último punto es relevante, dado que una de las razones por las cuales se cree que los productos vacunales frente a PCV2 funcionan con gran eficacia (tema a tratar en el último de los artículos de esta serie), es el hecho de que éstos son capaces de generar una respuesta de anticuerpos neutralizantes importante. El problema diagnóstico que se nos presenta desde el punto de vista serológico, es que para lograr ver estas diferencias entre animales sanos y enfermos es necesario realizar estudios con un amplio número de sueros (estudios de casos y controles). Ello es de gran valor científico, pero poco útil desde el punto de vista práctico; por tanto, la serología no permite establecer un diagnóstico inequívoco de circovirosis porcina. Se ha sugerido que una combinación de técnicas laboratoriales, incluyendo la PCR cuantitativa y el test de neutralización viral, podría ser de utilidad diagnóstica. No obstante, el coste económico de estas dos técnicas combinadas sería extremadamente alto y no mejoraría sensiblemente el diagnóstico basado en estudios histopatológicos y de detección de PCV2 en tejidos linfoides.
Actualmente se desconocen en gran medida los mecanismos de inmunidad celular que se generan en los animales infectados con PCV2 y que desarrollan o no circovirosis porcina. No obstante, si se sabe que los cerdos afectados por circovirosis porcina sufren marcados cambios de las subpoblaciones de células del sistema inmunitario y desequilibrios de citoquinas (Fig. 2). Se ha propuesto que la persistencia del virus en las células dendríticas podría provocar una alteración de la competencia de la defensa inmune, debido a que el reconocimiento de las “señales de peligro” de los patógenos por parte de estas células se ve comprometido. En otras palabras, PCV2 provocaría un perjuicio sobre el factor de maduración de las células dendríticas, evitando así que se desarrollen respuestas inmunitarias eficientes frente a otros patógenos y, probablemente, frente al propio PCV2. El conocimiento sobre el posible efecto de la vacunación frente a PCV2 sobre la respuesta inmune celular es mínimo en la actualidad. No obstante, datos preliminares sobre la vacunación de PCV2 en cerdas indican que en el calostro existe transferencia de leucocitos antígeno-específicos frente al virus. Es de suponer que próximamente se genere información científica importante sobre la respuesta inmunitaria frente a PCV2 en cerdos vacunados en comparación a no vacunados.
Figura 2. Cuadro-resumen de las alteraciones de las subpoblaciones celulares en sangre, timo y órganos linfoides secundarios (tonsila, nódulos linfáticos y bazo) que suceden en casos de circovirosis porcina.
Por tanto, en base a los resultados disponibles de inmunidad humoral y celular, es lógico pensar que los animales afectados de circovirosis porcina presenten un síndrome de inmunodeficiencia adquirida. En este contexto inmunitario, no obstante, no se debería olvidar el principio de “multifactorialidad” que caracteriza a esta enfermedad. Por un lado existen factores asociados directamente al propio sistema inmune, pero no se deben olvidar otros temas como la genética del huésped y la interacción con otros factores desencadenantes (cuyos mecanismos también desconocemos). Todos ellos son aspectos que modulan con toda seguridad la respuesta inmunitaria de los cerdos infectados con PCV2, sea hacia la ocurrencia de circovirosis porcina o sea hacia la infección subclínica.