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El aumento en la prolificidad de las cerdas ha ido acompañado de una disminución de la edad de los lechones al destete, en gran medida debido a ventajas sanitarias pero también a la incapacidad de la cerda para alimentar satisfactoriamente camadas con un elevado número de lechones más allá de los 25-28 días. La práctica del destete precoz sin embargo comporta una serie de riesgos que deben tenerse en consideración.
En primer lugar el lechón dejará de percibir una dieta líquida constituida por leche de la madre para pasar a consumir una dieta sólida (en la mayoría de casos) compuesta principalmente por ingredientes de origen vegetal. La dificultad del lechón para adaptarse al nuevo régimen alimentario resulta en muchos casos en períodos de anorexia prolongados que comprometen la integridad de la mucosa intestinal y comportan un alto riesgo sanitario para el lechón.
En segundo lugar en el momento del destete el lechón pierde una fuente de inmunidad pasiva a través de la leche materna que añadido al estrés emocional provocado por el destete (separación de la madre, el cambio de ambiente, mezcla con de lechones de otras camadas, etc.) aumenta considerablemente la susceptibilidad del animal a procesos patológicos.
Por último debe tenerse en cuenta que en el momento del destete el sistema digestivo del lechón no ha alcanzado su madurez y presenta deficiencias enzimáticas. Es por ello que en la alimentación de lechones destetados precozmente deben utilizarse materias primas de máxima calidad y altamente digestibles. Esto es especialmente importante al escoger las fuentes de proteína, puesto que es precisamente en esta edad cuándo la concentración proteica de la dieta debe ser mayor ya que el elevado potencial de deposición proteica de lechón coincide con una limitada capacidad de consumo de alimento.
La mayoría de ingredientes de origen vegetal contienen factores antinutritivos cuya función es la de evitar que la planta sea consumida por los animales. Dichos factores a parte de disminuir la digestibilidad de los aminoácidos confieren baja palatabilidad a la dieta que los contiene. Es por ello que las proteínas de origen animal (plasma sanguíneo secado por spray, leche descremada maternizada, hidrolizados de mucosa, harina de pescado, suero de leche, hidrolizados de glóbulos rojos, etc.) sean utilizadas ampliamente en dietas para lechones. Dichas fuentes de proteína son además de altamente digestibles muy palatables, lo que es especialmente importante al destete. Entre ellas cabe destacar al plasma sanguíneo por su eficacia, debido a probablemente a un elevado contenido en inmunoglobulinas que confieren inmunidad pasiva.
Pese a la utilización de procesos de obtención equivalentes o superiores a los utilizados para alimentos destinados a consumo humano y a que su infectividad no ha sido probada, en la actualidad el uso de muchas de éstas proteínas de origen animal se ha suspendido de manera temporal como medida de precaución frente a problemas sanitarios (BSE, fiebre aftosa etc.).
Es por ello que la utilización de proteínas de origen vegetal recobra un gran interés, y en especial aquellas que han sido procesadas industrialmente para eliminar o reducir los niveles de factores antinutritivos. En particular cabe destacar los concentrados de proteína de soja o proteína de soja aislada a las que se les ha reducido los contenidos de inhibidor de tripsina, beta-conglicinina y lectinas; la proteína de patata a la cual se le han eliminado los glicoalcaloides y las proteínas purificadas de cereales como de trigo, gluten etc. Con dichas fuentes de proteína se alcanzan resultados productivos superiores a fuentes vegetales no purificadas (por ejemplo harina de soja) y similares a los obtenidos con fuentes de origen animal.
