La enteropatía proliferativa o ileítis es una enfermedad bacteriana provocada por una bacteria intracelular gramnegativa, Lawsonia intracellularis, y por tanto es posible utilizar determinados antibióticos dotados de un efecto antibacteriano específico para combatirla. Es importante utilizar los agentes adecuados a una dosis suficiente y garantizar su administración a todos los animales afectados para impedir que la eficacia del antibiótico se vea reducida sea cual sea el fármaco utilizado.
Ante la aparición de la enteropatía proliferativa aguda, con una morbilidad alta (en muchos casos a nivel de grupo) y una elevada mortalidad, habitualmente se recomienda el uso de formulaciones inyectables de antibióticos eficaces en los cerdos expuestos a una situación de riesgo. Estas inyecciones deben ir seguidas por lo general de la administración de formulaciones hidrosolubles de antibióticos a dosis elevadas en el agua de la que beben los cerdos afectados. Los cerdos enfermos pueden perder la apetencia pero habitualmente siguen consumiendo agua. La administración de la medicación a través del agua de consumo constituye una forma rápida y segura de facilitar una dosis razonablemente precisa a gran número de cerdos y no requiere alterar el suministro de alimento para administrar la medicación. La inclusión de formulaciones premezcladas en el pienso también representa una opción factible en el abordaje de las situaciones clínicas de ileítis, tanto en su forma aguda como crónica. Varios estudios científicos controlados han confirmado los efectos positivos de formulaciones premezcladas de tiamulina, tilosina o lincomicina en el control y prevención de la ileítis en numerosas granjas porcinas de toda Europa. En Dinamarca, por ejemplo, la tiamulina es el fármaco de elección en la profilaxis de la ileítis. En la mayor parte de los casos, estos estudios han sido realizados en cerdos en crecimiento aquejados de la forma crónica de la afección. Estas investigaciones de campo de tratamientos experimentales y programas de control basados en antibióticos orales han incluido adecuadamente grupos controles, ámbitos de estudio comparativos de diversas explotaciones porcinas y confirmaciones diagnósticas directas de la patología.
Es importante tener en cuenta que la comparación de los distintos métodos de administración de fármacos revela que las inyecciones facilitan la dosis más elevada por ejemplar, pero constituyen la forma de más difícil administración; las formulaciones solubles ofrecen una dosis elevada por ejemplar, pero requieren mecanismos de administración específicos, y, por último, las formulaciones administradas en el pienso son las más sencillas de administrar y las más económicas pero pueden no facilitar la dosis completa o la dosis elevada necesaria a todos los animales del grupo. La dosis correcta y el método de administración del fármaco deben comprobarse cuidadosamente antes de su aplicación práctica. No debemos olvidar que los fármacos administrados en dosis expresadas en partes por millón en el agua o en el pienso alcanzarán distintas concentraciones en el cuerpo de cada animal al que se le administre, porque el peso corporal de cada cerdo cambiará a medida que vaya creciendo. Por tanto resulta preferible expresar las dosis de fármaco a administrar como mg de fármaco por kg de peso corporal.
Mención aparte de estas consideraciones importantes, la decisión de emplear un tratamiento antibiótico u otro también incluye otros factores como la calidad del producto, el coste económico, el equipo de apoyo técnico de la compañía implicada, los tiempos de retención y otros aspectos normativos.
¿Qué antibióticos son más adecuados para el tratamiento de la ileítis?
Diversos estudios han analizado las concentraciones inhibitorias mínimas de varios antibióticos en cultivos in vitro de la bacteria gramnegativa Lawsonia intracellularis. No obstante, la experiencia ha demostrado que, comparado con los resultados obtenidos en el laboratorio, el efecto real de los diferentes fármacos in vivo resulta más útil a la hora de decidir los antibióticos recomendables para combatir la enfermedad. Varios estudios de infección inducida experimentalmente han incluido evaluaciones controladas de la eficacia terapéutica de ciertos antibióticos orales, en concreto de la tiamulina, la tilosina y la lincomicina. Estos estudios consisten en infectar con ileítis a varios grupos de cerdos y administrar tan sólo a algunos de ellos uno de los fármacos citados para comprobar si logran controlar la enfermedad. Los tres fármacos demostraron un efecto clínico positivo en dichos estudios, lo que da pie a pensar que se acumulan en el compartimento intracelular donde se aloja Lawsonia.
Es obvio que no todos los antibióticos resultan eficaces frente a esta enfermedad y entre aquellos que no han mostrado una eficacia satisfactoria en los experimentos de inducción experimental de la infección se encuentran la bacitracina, la virginiamicina y la salinomicina, todos ellos antibióticos promotores del crecimiento. Las penicilinas y las fluoroquinolonas se han mostrado ineficaces en estudios preliminares. Algunos de estos agentes (los promotores del crecimiento) no resultan eficaces porque tienen como diana bacterias grampositivas, mientras que otros no parecen alcanzar los tejidos y la localización celular donde se encuentra Lawsonia.
¿Es cierto que los antibióticos propuestos no combaten eficazmente la ileítis?
Algunos de los antibióticos citados, como la tilosina, han sido empleados en brotes de ileítis en granjas porcinas y han manifestado una eficacia incompleta, una observación que se ha interpretado en ocasiones como la adquisición de resistencia por parte de Lawsonia. La investigación de estos casos ha revelado habitualmente lo siguiente:
- Los cerdos recibieron dosis inferiores a las adecuadas. Por ejemplo, los cerdos de mayor peso y edad recibieron cantidades inadecuadas de antibiótico en el pienso que no permitieron alcanzar la dosis idónea para su peso corporal. Este es un hecho habitual en el caso de las cerdas durante la época veraniega, cuando reducen la ingesta de alimento por debajo del nivel normal.
- Los cerdos sufrían alguna otra enfermedad o problema nutricional.
- El antibiótico se administró demasiado tarde para evitar los daños en el intestino.
Otro problema común es que los antibióticos pueden utilizarse en grupos de cerdos no infectados que desarrollarán la enteropatía proliferativa aguda o grave tras la retirada de los antibióticos, por ejemplo en el momento de proceder a su traslado. Es evidente que en estas situaciones los cerdos medicados no han tenido la oportunidad de desarrollar una inmunidad activa frente a la enfermedad, carecen de la inmunocompetencia necesaria para enfrentarse al patógeno y permanecen por tanto sensibles a él. Los cerdos de más edad son más propensos a contraer la enteropatía proliferativa aguda, de modo que esta estrategia profiláctica supone un gran peligro cuando se aplica a cerdas jóvenes y otros animales.
¿Cuándo deben utilizarse los antibióticos en la explotación para lograr un efecto óptimo?
La ileítis afecta habitualmente a un elevado porcentaje de los cerdos de una misma instalación (mínimo 20 %), lo que obliga al tratamiento clínico de la enfermedad. En esta situación es fundamental que el tratamiento se administre por igual a los cerdos afectados y a los cerdos en contacto cuando curse la enfermedad real. Los antibióticos que han demostrado su eficacia en ensayos de infección experimental inducida y en estudios de campo controlados son, entre otros, la lincomicina, la tilosina, la tiamulina y la clortetraciclina. En las granjas donde la enfermedad es frecuente (endémica), el momento más adecuado para un uso dirigido del tratamiento puede darse después de un período de exposición conocido, aunque establecer el momento del inicio de la patología infecciosa y extrapolar a partir de él la progresión de la bacteria en el grupo de cerdos afectados puede resultar difícil. Dicho de otro modo, el proceso infeccioso puede progresar lenta o rápidamente, variando de ese modo el momento de aparición de la enfermedad clínica, y esa variabilidad puede darse en distintas explotaciones, y lo que es más importante, en diversos grupos de cerdos de una misma granja que comparten las mismas instalaciones.
En la actualidad no se considera adecuado el uso prolongado de antibióticos durante las fases de crecimiento y engorde. En el caso de la ileítis, esta táctica puede incluso agravar la situación, porque reduce la exposición de los cerdos a la enfermedad endémica y por tanto la inmunidad frente al agente infeccioso dentro del grupo. Así pues, de utilizarse los antibióticos, éstos deben emplearse de modo “dirigido’. Los medios más adecuados de uso dirigido dependen del patrón infeccioso de cada explotación y del momento en que se produce la infección y aparece la enfermedad. El uso de pruebas de serología sanguínea y análisis fecal permite determinar con precisión el momento en que los cerdos desarrollan los anticuerpos o excretan la bacteria en las heces y comprobar así su exposición a Lawsonia.
Los factores concretos que desencadenan un brote clínico en un grupo de cerdos pueden ser el resultado de una combinación de inmunocompetencia deficiente y condiciones de higiene o desinfección inadecuadas que propicien una carga ambiental elevada. Hasta el momento, la eliminación de Lawsonia de los sistemas de cría porcinos no se ha demostrado como una opción factible.
¿Qué puede decirse de los aditivos alimentarios como metales pesados (cobre o zinc), probióticos, ácidos o enzimas?
Añadidos al pienso, ninguno de estos compuestos ha demostrado hasta el momento ningún efecto palpable sobre la ileítis o su agente causal. La retirada de muchos promotores de crecimiento del uso rutinario en la cabaña porcina europea durante los últimos 10-20 años ha coincidido con un aumento paralelo en el uso de muchos de esos tipos de compuestos, pero también ha coincidido con el aumento o el mantenimiento de un elevado porcentaje de granjas europeas positivas para la ileítis.
D Walter y H Voets. Boehringer Ingelheim Vetmedica