Desde el ámbito de la nutrición y la alimentación, se puede ejercer una influencia tanto negativa como positiva sobre el desafío de la constipación. Este artículo busca abordar las causas y consecuencias actuales de este problema y en una segunda entrega se exploraran las herramientas disponibles, principalmente en la nutrición y la alimentación, para mitigar sus efectos negativos. No obstante, es importante tener presente la interacción sinérgica que este tema puede tener con otras disciplinas como, por ejemplo, el manejo.
La constipación, también conocida como estreñimiento, constituye uno de los principales desafíos que enfrentan las cerdas hiperprolíficas en la actualidad. Se caracteriza por dificultades para evacuar las heces o una baja frecuencia en la defecación, lo que resulta en la formación de heces duras y secas. Las principales causas subyacentes de este problema se encuentran detalladas en la figura 1.
La interacción entre los distintos factores que pueden ocasionar constipación y sus efectos fisiológicos se resume en el siguiente gráfico.
Fuente: adaptado Reiner G, Kuehling J, Loewenstein F, Lechner M, Becker S. Swine Inflammation and Necrosis Syndrome (SINS).
En la figura 2, se observa como una dieta deficiente en materias primas fibrosas y una escasez de agua aumentan las posibilidades de estreñimiento. Por ejemplo, en situaciones de estrés por calor, se reduce el flujo sanguíneo al intestino, causando hipoxia gastrointestinal. Esto puede provocar una mayor permeabilidad intestinal, permitiendo que endotoxinas como los lipopolisacáridos (LPS) de bacterias muertas y exotoxinas, como las micotoxinas presentes en los alimentos, ingresen al torrente sanguíneo del animal, alcanzando el hígado, donde se lleva a cabo la detoxificación principal. Este proceso activa los macrófagos y provoca la liberación de factores inflamatorios como el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) y prostaglandinas (PG). Una vez que el hígado no puede desintoxicar adecuadamente, estas endo-exotoxinas persisten en la circulación, llegando al sistema nervioso central y causando síntomas como depresión, falta de apetito, catabolismo y fiebre, lo que afecta el comportamiento animal.
Además, la activación intensa del sistema inmunitario conlleva cambios metabólicos, como la producción de proteínas de fase aguda, inflamación, catabolismo y alteraciones en la coagulación, lo que puede ocasionar problemas como vasculitis, trombosis, edemas, necrosis, etc. También se produce una redistribución de nutrientes que resulta en una pérdida de rendimiento tanto productivo como reproductivo en ciclos presentes y futuros.