Esto representa un problema para la bioseguridad. En las explotaciones al aire libre es imposible mantener alejados los pájaros, los cuales pueden ser fuente de agentes infecciosos tales como Mycobacterium avium, salmonella, Esrysipelothrix y algunas veces virus como el virus de la gastroenteritis transmisible y la influenza; también lo es mantener alejados a mamíferos salvajes o extraviados como roedores, zorros y perros que pueden ser portadores de patógenos para los cerdos. Además sería económicamente inviable cercar toda la explotación con una valla capaz de mantener fuera a la gente y más considerando que habría que moverla cada año o cada dos años a una nueva zona. A las personas les gusta mirar las cerdas y los lechones y pueden estar tentados de darles comida humana, incluso productos de carne. Es importante colocar señales de aviso prohibiendo la entrada de personas no autorizadas y diciendo que no se dé comida a los cerdos. También, al igual que en cualquier granja, se debe comprobar el estado sanitario de la fuente de la reposición para asegurar que es compatible con el de la granja receptora. La reposición se debería mantener aislada durante al menos seis semanas, no sólo para observar su estado sanitario sino también por si la granja origen hubiera estado incubando una nueva enfermedad en el momento de enviar los animales. Los animales se pueden vacunar y adaptar a la explotación receptora y a las condiciones al aire libre al mismo tiempo.
El principal aspecto de la bioseguridad en una explotación de este tipo es, al igual que en todas las explotaciones, la localización. La explotación debería estar en una región con una baja densidad porcina y tan lejos como sea posible de otras explotaciones porcinas, preferiblemente al menos dos kilómetros, y alejada de las carreteras principales y de las vías de tren por las que circulen vehículos que transporten ganado, desperdicios públicos o vehículos de recogida de cadáveres y residuos de mataderos. La ubicación ideal es en un terreno montañoso y boscoso que cause turbulencias de aire que provoquen la precipitación de los aerosoles. En la práctica y para facilitar el manejo, las explotaciones al aire libre se ubican en terrenos llanos. Los terrenos llanos son propicios a las infecciones vía aire. Idealmente, también, los sitios cercanos al mar son preferibles a las zonas interiores ya que tienen menos riesgo de transmisión de enfermedades por aire, en tales sitios la mayoría de los vientos llevan aire limpio y saludable de mar a tierra. Los aspectos atenuantes de las explotaciones de producción orgánica al aire libre son generalmente un menor tamaño que las convencionales y a bajas densidades, lo que reduce el riesgo de contaminación. Esto también mantiene el estado sanitario y la resistencia de la granja a un buen nivel, lo que ayuda a reducir la severidad de cualquier enfermedad que pueda surgir. Además, es muy probable que los animales en granjas pequeñas se cuiden con más atención y con mayor individualidad, de manera que los problemas se pueden reconocer y tratar más rápidamente.
Las explotaciones al aire libre se deberían considerar como parte de una rotación de cultivos y cambiarlas de lugar cada uno o dos años. La orina y heces de los cerdos fertilizan el suelo y su hábito de hozar elimina las malas hierbas y favorece la producción de la siguiente cosecha. Desde el punto de vista de la bioseguridad los cambios de sitio previenen la acumulación de parásitos y patógenos como la salmonella.
Algunas de las precauciones que se tienen en las granjas intensivas convencionales se pueden aplicar a la producción orgánica. Algunos ejemplos son: reducir al mínimo el número de visitas, comprobar que no han estado en contacto con cerdos recientemente, proporcionarles botas y ropa de la granja, disponer de instalaciones de carga y descarga de animales y sistemas de descarga de pienso de bajo riesgo y no permitir llevar comida humana, particularmente productos de carne de cerdo.
Tom Alexander. Consultor Porcino Internacional. Reino Unido.