En una granja de cerdas es frecuente tener que agarrar a los lechones, ya sea para el destete o para la administración de medicamentos. Como las opciones de vacunación han aumentado, también lo han hecho las ocasiones en las que debemos manipular a los lechones. Mientras son pequeños, no hay mucho riesgo, pero a medida que crecen aumenta el riesgo potencial de causarles daño. A partir de los 6 kg/3 semanas de vida hay que tener un cuidado especial para evitar causarles lesiones permanentes.
Tradicionalmente los lechones se cogen y se levantan por una pata trasera. Suspendiéndolos de este manera, las fuerzas de tensión que actúan sobre los musculos abdominales, especialmente los que corren paralelos a la línea media, son tan fuertes que pueden desgarrar la cicatriz umbilical.
Este desgarro tendrá como resultado un defecto umbilical que originará una hernia.
Además, si se levanta al lechón por la pata trasera y se gira para sostenerlo contra el cuerpo del operador, puede dañarse la articulación de la cadera, provocando una inflamación que afecte al nervio ciático y cause parálisis de la extremidad.
Cuando tenemos que coger un lechón, aunque puede ser necesario agarrarlo por una pata trasera, siempre hay que poner la otra mano bajo su pecho o abdomen antes de levantarlo. En ningún caso debe torcerse la pata ni sujetar al animal suspendendido de una única pata trasera.
Levantar lechones por la oreja es igualmente inaceptable – a menudo causa dolorosos hematomas.