El objetivo final de la producción porcina es proveer al consumidor de productos derivados del cerdo que sean seguros y que cumplan toda la normativa vigente para su producción. En la actualidad hay grupos de opinión que propugnan que la carne es perjudicial para el ser humano porque incrementa significativamente el riesgo de padecer enfermedades (ej: cáncer) ya sea por el consumo de carne en si mismo (interpretación errónea de un informe de la Organización Mundial de la Salud) o por los “productos químicos” que contiene debido a que los animales ingieren fármacos durante su proceso de cría y engorde. Estos grupos son muy activos y generan corrientes de opinión en redes sociales cuya difusión es muy amplia en la sociedad actual. Este hecho puede generar una opinión muy negativa sobre los productos cárnicos en general y, en particular, sobre aquellas producciones ganaderas que son intensivas como la producción porcina. Así, se ha incrementado el porcentaje de población que no ingiere carne en su dieta y que propugnan dietas lacto-vegetarianas o incluso estrictamente vegetarianas. Ante esta realidad, es muy importante que aclaremos conceptos y que seamos muy activos a la hora de explicar correctamente como se realiza la producción animal en el siglo XXI:
- Los animales se crían cumpliendo unas normas muy estrictas, a nivel europeo, sobre bienestar animal. De hecho, se alojan en instalaciones adecuadas y se aplican protocolos de manejo adecuados a su especie.
- Los animales ingieren dietas perfectamente ajustadas a sus necesidades nutricionales para mantener un buen estado de salud y una producción animal eficiente. Se conoce con enorme precisión las necesidades nutricionales de los animales y se intenta satisfacer del modo más óptimo posible.
- A los animales no se les administra ningún tipo de “promotor” u “hormona” para acelerar su crecimiento. Estas sustancias están terminantemente prohibidas en Europa. Curiosamente determinados grupos de opinión insisten en crear "dudas razonables" sobre cómo se realiza la cría intensiva de animales de abasto. Sin embargo, la dieta de los animales sólo contiene una mezcla de equilibrada de cereales, leguminosas, vitaminas y minerales.
- A los animales de producción se les administran sólo fármacos permitidos por las autoridades sanitarias que deben estar incluidos en medicamentos registrados a nivel europeo o nacional. Estos fármacos sólo se pueden administrar bajo prescripción y control veterinario. Además los procesos de registro son tremendamente complejos que verifican la eficacia, seguridad y calidad de los medicamentos. Así se garantiza la seguridad para el animal, los consumidores y el usuario del medicamento para que este producto salga al mercado.
- Dentro de los medicamentos autorizados, los antibióticos son una herramienta imprescindible para el tratamiento y control de enfermedades bacterianas para los clínicos que ejercen su trabajo en porcicultura. Sólo se utilizan cuando es necesario y bajo unas condiciones reguladas en los prospectos de dichos productos medicamentosos.
- La seguridad alimentaria es un requisito clave para que la carne de cerdo continúe siendo una de las primeras producciones ganaderas en España y en el mundo. Afortunadamente, la normativa europea sobre la presencia de residuos de fármacos en tejidos comestibles es muy estricta y se cumple siempre. Por tanto, los productos que encontramos en cadenas de distribución habituales son totalmente seguros para el consumidor siempre que se cumplan las indicaciones aprobadas por las agencias reguladoras.
- En capítulos anteriores, hemos comentado que un uso inadecuado de los antibióticos puede incrementar las resistencias a estas moléculas. Sin embargo, si se hace un uso prudente de estos fármacos se reduce significativamente la probabilidad de generar bacterias resistentes durante su aplicación a los animales. Por tanto, utilizar los antibióticos de modo prudente es la manera más adecuada para que los consumidores vean estas herramientas como algo imprescindible para asegurar el bienestar de los animales y que deben usarse tan poco como sea posible y tanto como sea necesario.
En resumen, creo que se tienen argumentos muy sólidos para que el consumidor perciba que los antimicrobianos son una herramienta imprescindible en producción animal pero que su uso está totalmente regulado, controlado y que los productos cárnicos generados son totalmente seguros. Por último, también hay también corrientes de opinión que propugnan el consumo de carne ecológica, es decir, animales que no han consumido ningún tipo de fármaco en su proceso productivo. Merece la pena destacar que estas producciones requieren mayores recursos de tierra, agua y alimento que una producción convencional, factor que influye directamente en una menor sostenibilidad en un ya limitado planeta que tiene el desafío de alimentar una población mundial creciente que necesita alimentos además de sanos y seguros asequibles para todos.