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Gestionar los purines: plan de fertilización

La fertilización es la forma más directa y sencilla de dar valor a nuestros purines. Te explicamos los puntos a tener en cuenta para realizar una buena fertilización de tus suelos y cultivos.

Plan de fertilización

La forma más simple de valorizar los purines es utilizarlos para fertilizar. Esto implica aplicarlos al suelo en el momento adecuado para obtener el máximo rendimiento como fertilizantes y evitar, o reducir, el consumo de fertilizantes químicos. No es una tarea simple, no se trata sólo de echar purines al campo, y es aconsejable el asesoramiento de especialistas en fertilización.

El plan de fertilización depende de cada cultivo y de la zona geográfica o climatológica. Debe programarse en el tiempo, por ejemplo a lo largo de un año, y definir con exactitud los pasos que se describen a continuación.

Dosis por aplicación

Conviene ajustar los aportes a una dosis agronómica que permita disminuir el riesgo de degradación de suelos y de contaminación de aguas. Una aproximación a este ajuste aconseja que las dosis se correspondan con las extracciones del cultivo, lo cual significa que las dosis adecuadas a aplicar dependen de su productividad.

Un cereal de secano presenta una menor productividad que uno de regadío, y por tanto fija menos nitrógeno en sus tejidos y semillas. Aplicar la misma cantidad de purines, en uno u otro caso, o aplicar una dosis “legal” de 170 kg N/ha, implica que parte del nitrógeno no será utilizado por el cultivo y que se perderá, hacia las aguas subterráneas y a la atmosfera. Por este motivo la mayoría de códigos de buenas prácticas agrarias aconsejan aplicar dosis que se ajusten a la demanda específica del cultivo.

En el suelo pueden quedar restos de nutrientes de aplicaciones anteriores, de manera que para ajustar las dosis en una nueva aplicación se requiere un análisis del suelo para conocer las concentraciones remanentes y no sobre-fertilizar, lo cual llevaría a un mayor riesgo de contaminación.

Como se puede comprender inmediatamente, para hacerlo bien es necesario “medir” periódicamente, medir concentraciones de nitrógeno y fósforo en los purines, medir sus concentraciones en el suelo y medir lo que el cultivo ha extraído una vez cosechado. Sólo así se pueden hacer balances de nutrientes y adoptar acciones para tender a la máxima eficiencia posible de la fertilización.

Lo usual es dosificar en función del contenido y requerimientos de nitrógeno, pero puede darse el caso que el limitante sea el fósforo, o el potasio si antes se han aplicado técnicas de recuperación de nutrientes. En este último caso, el limitante suele ser la salinidad.

Momento de aplicación

La aplicación de purines se ha de realizar aprovechando los momentos del año en que el suelo esté seco, para evitar el riesgo de percolación más allá de la zona de raíces.

También es conveniente escoger los periodos en los que el cultivo necesita los nutrientes para su crecimiento.

Tener en cuenta que existen épocas del año sin posible aplicación (no cultivo, suelo helado,…)

Forma de aplicación

Es recomendable que se incorpore el purín inyectado en el suelo o por deposición superficial, mediante tubos colgantes (ver Figura 1), para evitar los malos olores, la volatilización de amonio y las pérdidas por escorrentía superficial. La aplicación de las dosis en los momentos de demanda del cultivo puede hacer aconsejable la adopción de sistemas de riego de precisión, para lo cual será necesaria una separación sólido/líquido, para aplicar la fracción líquida mediante riego localizado y la fracción sólida en pre-siembra. El riego por aspersión sería recomendable si antes se ha fijado el amonio, bajando el pH, para evitar su volatilización.

Figura 1. Sistema de aplicación de purines mediante tubos colgantes, para evitar aerosoles y emisiones de amoníaco, y conseguir una aplicación más uniforme. Foto gentileza de J. M. Capdevila.

Figura 1. Sistema de aplicación de purines mediante tubos colgantes, para evitar aerosoles y emisiones de amoníaco, y conseguir una aplicación más uniforme. Foto gentileza de J. M. Capdevila.

Es recomendable no aplicar purines a una distancia inferior a los 10 metros de los cursos de agua, ya sean temporales o permanentes. Asimismo, debe impedirse que las aguas procedentes de la escorrentía superficial pasen directamente a torrentes.

Debe evitarse utilizar camiones pesados para aplicar los purines, para evitar la compactación del suelo. Una solución es utilizar cisternas transportables (Figura 2) localizadas a pie de parcela, repartidas estratégicamente, desde donde tractores más ligeros pueden realizar las aplicaciones.

Figura 2. Cisternas de 50 m3 localizadas a pie de parcela, para facilitar la logística de transporte y aplicación de purines. Foto gentileza de GAP (Gestió Agroramadera de Ponent SCCL).

Figura 2. Cisternas de 50 m3 localizadas a pie de parcela, para facilitar la logística de transporte y aplicación de purines. Foto gentileza de GAP (Gestió Agroramadera de Ponent SCCL).

El plan de fertilización ha de adoptar las restricciones legales a las aplicaciones en la zona geográfica en cuestión, tales como normativas municipales o de rango superior.

Con la información del plan de fertilización hay que asegurar que el volumen o tiempo de retención de la balsa de purines es correcto. Una vez se ha hecho esta comprobación, se ha de estar en disposición de poder clasificar o definir el tipo de problema a resolver.

¿Cuál ha de ser el tiempo de retención y volumen de la balsa de purines? <p>intro</p>

Mi balsa es adecuada, ¿qué tipología de problema he de resolver? <p>intro</p>

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