Sustancias indeseables en el pienso: flúor
S. López, J.M. Guinovart. Adiveter s.l. España
E. Creus. Universidad Autónoma de Barcelona. España
13-jul-2005 (hace 19 años 5 meses 11 días)La seguridad alimentaria es una de las principales preocupaciones de los consumidores,
dadas las crisis que convulsionan al sector de forma regular. Los criterios
microbiológicos, así como las regulaciones en sustancias indeseables
intentan promover un superior control de los distintos factores que pueden suponer
un riesgo en la cadena alimentaria. En este sentido, en los últimos años
ha existido una preocupación creciente por el nivel que algunos elementos
han presentado en aguas y alimentos de los animales de producción y pueden
vehicularse así a la cadena alimentaria. El flúor, un halógeno,
es uno de ellos.
Fuentes, niveles tóxicos, metabolismo
El flúor se halla en forma de fluoruros (raramente libre) en la naturaleza
(fluorospar, fluoroapatita), ampliamente distribuido en el medio ambiente. Diferentes
fluorosis endémicas se han demostrado en animales y en humanos a lo largo
de la historia. Emanaciones de humo y polvo contaminadas con flúor desde
plantas industriales que procesan materias primas que incluyen dicho elemento
(bauxitas, fosfatos - este último el principal elemento de entrada en
la dieta del animal, a través de fosfatos de grado fertilizante), así
como la presencia de volcanes y fumarolas (en forma de ácido hidrofluórico
básicamente), son el principal riesgo de contaminación con flúor
para animales y humanos. Su presencia en aguas superficiales es limitada, no
así en aguas freáticas, donde la concentración es superior.
El flúor no es un elemento esencial, pese a ser tema de discusión
dada su composición en dientes/huesos y en la resistencia al desarrollo
de caries: así, niveles relativamente reducidos pueden ser incluso beneficiosos.
El flúor no se absorbe vía respiratoria, pese a que las emanaciones
aéreas pueden contaminar aguas, plantas y suelos. Forrajes y granos raramente
son fuente de fluorosis crónicas en animales, a no ser que estén
contaminados por emanaciones cercanas. Las plantas no acumulan flúor
fácilmente (excepto té y camelia, con concentraciones de 100 ppm;
los forrajes contienen 2-16 ppm -sobre MS-; los cereales y subproductos contienen
1-3 ppm). Los subproductos animales conteniendo hueso pueden contribuir significativamente
a aumentar los niveles de flúor aportado: sus niveles pueden alcanzar
los 10000 ppm de fluoruros en huesos de animales de pasto (5,5 partes de fluoruro
por 100 partes de fósforo). En porcino, un exceso del uso de fluoruro
sódico como ascaricida puede ser la principal causa de intoxicación
por flúor, presentándose entonces con síntomas agudos de
intoxicación. Los niveles máximos tolerables en porcino son de
100 ppm.
La absorción del flúor es básicamente un proceso de absorción
pasiva, pese a hallarse algún transportador activo intestinal. Los puntos
de absorción incluyen el propio estómago en hombre/ratas/porcino.
Algunos fluoruros en solución son pobremente absorbidos (la absorción
aumenta al 70% en forma sólida). Elevados niveles de calcio, aluminio,
sal sódica y grasa impiden su absorción. Casi el 5% del fluoruro
plasmático está ligado a proteína (de peso inferior a albúmina),
con una proporción del 15 al 70% en forma iónica. Su regulación
homeostática es renal y ósea. Su eliminación es renal,
con concentraciones en orina 20 veces superiores a la plasmática. Su
principal acumulación -incluso a partir de bajos niveles ingeridos- es
dental, sin cambios morfo-patológicos. En hueso se forma fluoroapatita.
Ni los tejidos blandos ni la excreción láctea acumulan flúor
-excepto tendones y placenta-, incluso ante administraciones crónicas
de este elemento. Existen mecanismos homeostáticos de regulación
del flúor plasmático.
Consecuencias tóxicas
Toxicocinética: Su principal característica tóxica
es su unión a estructuras óseas y dentales, provocando alteración
de las mismas. Son especialmente sensibles los animales en pleno estadío
de desarrollo óseo (lechones).
Sintomatología: Las cantidades precisas a partir de
las que el flúor es tóxico son imprecisas, así como su
diagnóstico, dado el elevado intervalo de tiempo entre su ingestión
y la manifestación clínica. Un exceso de flúor se manifiesta
en lesiones fluoróticas dentales, así como en una evidencia radiográfica
de diferentes síntomas óseos (osteoporosis, osteosclerosis, osteomalacia,
hiperostosis y osteofitosis). Alteraciones en el movimiento se ven asociadas
a superior calcificación de estructuras periarticulares. No se asocia
a síntomas reproductores, pese a que sí se da una reducción
en lactogénesis: la consecuencia principal será un inferior crecimiento
de los lechones. Esta falta de crecimiento se verá precedida por síntomas
clínicos de fluorosis. Las intoxicaciones agudas cursarán con
anorexia, salivación excesiva, náusea, vómitos, incontinencia
fecal/urinaria, convulsiones crónicas y necrosis de la mucosa gastrointestinal,
debilidad, depresión severa y parada cardíaca. Sin embargo, tales
síntomas dependerán de la forma en la que se presente el flúor
(menos tóxico en fosfatos que el fluoruro sódico ascaricida) y
del estado nutricional del animal.
Estatus legal
La limitación vigente de flúor establecida en piensos y en materias
primas destinados a la alimentación animal se realiza en base a la actual
Orden 1884/2005, que modifica el anexo del Real Decreto 465/ 2003 y establece
niveles de flúor de 150 mg/kg de pienso para porcino (100 en piensos
completos). Estos niveles se incrementan a valores tolerados superiores en otros
piensos. En el caso de piensos complementarios con menos de 4% de fósforo,
el nivel de flúor permitido es de 500 mg/kg. Los niveles permitidos en
diferentes materias primas (150 mg/kg, como norma general) alcanzan valores
según la misma: 500 mg/kg en piensos de origen animal, 2000 mg/kg en
fosfatos, 350 mg/kg en carbonato cálcico y 600 mg/kg en óxido
de magnesio.