Estrategias nutricionales para reducir el olor del purín

Así lo ve Imasde

24-mar-2005 (hace 19 años 7 meses 30 días)
En los últimos años la producción porcina ha realizado grandes avances en la mejora de la productividad, a la vez que ha tenido que incorporar requerimientos medioambientales, de bienestar animal y sociales. Cada vez más la población, especialmente en las zonas urbanas, es menos tolerante a las molestias por el olor del purín. De igual manera, estos gases en exceso, afectan negativamente a la salud de los trabajadores y animales.

Los compuestos más importantes relacionados con el olor de los purines son el amoniaco (NH3), el sulfuro de hidrogeno (SH2) y los ácidos grasos volátiles, además de muchos otros compuestos aromáticos volátiles procedentes de la degradación anaeróbica incompleta de los carbohidratos, ácidos grasos y proteína excretados. Por tanto las principales estrategias nutricionales irán dirigidas a disminuir de forma cuantitativa y cualitativa la excreción de estos compuestos, así como su formación en la fosa de purín.

1. De forma general, una mayor digestibilidad de la dieta y evitar el desperdicio de pienso en la fosa de purín, reducirán la cantidad de materia orgánica susceptible de fermentar y generar males olores. Para tal fin pueden usarse formulaciones más nobles y ciertos aditivos, sin olvidarse de un muy buen manejo del pienso tanto en la fábrica como la granja.

En fábrica: piensos granulados: durabilidad del gránulo y ausencia de finos; piensos en harina: homogeneidad y tamaño de partícula.
En granja: tipo de tolva y adecuada regulación (revisar periódicamente según las partidas de pienso y la edad de los animales)

2. Reducción de la producción de amoniaco o compuestos relacionados con el nitrógeno excretado

a. Dietas bajas en proteína reducirán la excreción de nitrógeno en le purín, principalmente el urinario en forma de urea. Hay que considerar el correcto equilibrio de la proteína ideal de la dieta con la suplementación de aminoácidos sintéticos, y el posible déficit en otros aminoácidos esenciales como la valina e isoleucina.
b. Se ha descrito que la degradación del triptófano sobrante en el intestino grueso puede generar compuestos odoríferos como el escatol, indolacetato, indolpiruvato, también relacionados con el olor sexual de la carne.
c. El equilibrio entre el ión amonio (NH4+) soluble del purín y la formación de amoniaco (NH3) volátil es dependiente del pH, desplazándose hacia amonio al reducirse este. Puede acidificarse significativamente el purín vía orina por la disminución del balance electrolítico o uso de sales acidificantes (p.e. cloruro amónico, cloruro/sulfato/benzoato cálcico, metionina).

3. Los ácidos grasos volátiles (AGV), a pesar de contribuir al olor del purín, dietas ricas en carbohidratos fermentables pueden ser beneficiosas (materias primas como la pulpa de remolacha, cascarilla de soja y salvado de trigo). Las mayores fermentaciones en intestino grueso aumentan la proporción de nitrógeno fecal en forma de proteína microbiana respecto al ureico de la orina, siendo éste menos susceptible de ser descompuesto en amoniaco. Adicionalmente los AGV reducirán el pH del purín, con el consiguiente efecto favorable descrito anteriormente. Sin embargo hay que considerar los posibles efectos de la fibra sobre la reducción de la digestibilidad y la mayor producción de purín.

4. Reducción de los compuestos relacionados con el azufre como el sulfuro de hidrógeno y los mercaptanos. Siendo también en este caso favorables las dietas bajas en proteína.

a. Gran parte del azufre ingerido proviene de los minerales, por tanto el uso de sales distintas a los sulfatos, de especial importancia en el hierro, cobre, zinc y manganeso, puede reducir a menos de la mitad la emisión de compuestos odoríferos azufrados. Sin embargo hay que tener en cuenta aspectos como el precio y digestibilidad.
b. Materias primas ricas en azufre, como la harina de pescado, sangre o plumas, producen purines con un olor más ofensivo.

5. Por último, también pueden utilizase aditivos que reduzcan la excreción o eliminación del amoniaco y otros compuestos odoríferos (p.e. el extracto de yuca, zeolita y sepiolita), o que modifiquen las fermentaciones intestinales (prebióticos, probióticos, etc.)

La viabilidad práctica de estas estrategias dependerá de criterios técnico-económicos, así como del caso particular de cada explotación o área geográfica. Tampoco hay que olvidar otros aspectos relacionados como el diseño de los sistemas de almacenamiento, su tratamiento (el uso de aditivos en el pienso o directamente sobre el purín para reducir el olor y mejorar el rendimiento de los tratamientos de separación de sólidos, físico-químicos o microbianos) y el manejo en la aplicación a la tierra.