¿Sabemos cuándo fallamos en bioseguridad?

Inmaculada DíazCristina EscuderoCarlos PiñeiroMaría Aparicio Arnay
15-oct-2021 (hace 3 años 2 meses 7 días)

Debido a la importancia, cada vez mayor, que tiene la bioseguridad en todo el mundo, tenemos la suerte de poder evaluar los potenciales riesgos de contaminación y diseminación de enfermedades de muchas granjas en distintos países de Europa, Asia y América.

A priori, la idea que se puede tener es que las situaciones que se encuentran son muy dispares, y es cierto, cada granja es un escenario totalmente distinto al anterior. Sin embargo, de forma constante, se observan una serie de defectos en la bioseguridad que no entienden de país, cultura, tipo o tamaño de granja.

En este artículo os queremos presentar los 4 errores más frecuentes (ilustrados con ejemplos reales) que se encuentran prácticamente en todas las granjas que hemos evaluado. Sorprendentemente, todos ellos son conceptuales, mucho más ligados a la interpretación que se hace de la bioseguridad, que a falta de aplicación de medidas o errores técnicos en las mismas.

1. Doble estándar

Es muy frecuente encontrar que las granjas tienen un doble estándar en bioseguridad ligado a la creencia de que sus medidas/instalaciones/manejos son mejores que los del resto. Lo ilustramos con un ejemplo muy habitual, los muelles de carga.

Una granja de ciclo cerrado envía una parte de los cerdos a matadero y el resto son engordados en cebos externos. La granja tiene dos muelles de carga, uno para la salida a matadero y otro para el envío a dichos cebos.

El muelle usado para la salida a matadero tiene una excelente bioseguridad, siendo el clásico divido en 3 zonas separadas con puertas automáticas, duchas para el personal, etc.Imagen 1. Modelo de muelle de carga en tres zonas.

Por otro lado, encontramos que el muelle de envío a cebos externos no cuenta con ninguna medida de bioseguridad, tan solo es una plataforma de cemento en el suelo. Cuando se comenta esta diferencia, el responsable de bioseguridad argumenta que el segundo muelle solo interacciona con los camiones de su empresa y pueden confiar en su limpieza.

Este es el fallo de doble estándar: es posible que tu empresa también cometa errores y es importante tener las mismas medidas de prevención que con empresas externas.

2. Excepciones

Las más comunes se realizan con el personal especial y los propietarios.

La gran mayoría de las granjas implementan las duchas del personal a la entrada, uso de ropa de granja y prohibición de entrada de vehículos particulares al territorio. Sin embargo, encontramos que en muchas ocasiones no se aplican estas normas a todo el personal de la granja. Mostramos un ejemplo.

Una granja tiene uniformes de colores distintos para cada departamento: gestación azul, maternidad verde, engorde amarillo, etc. A lo largo de la auditoría, se observa como cada grupo de trabajo está correctamente en su zona siguiendo el código de color; sin embargo, se comienza a ver personal vestido de gris que se mueve a todas las zonas sin cambiarse de ropa: son los operarios de mantenimiento. De igual manera, se detecta que el encargado, vestido de negro, presenta el mismo patrón. (Imagen 2)

Este tipo de excepciones son muy frecuentes, realmente el problema de fondo es un fallo de interpretación de la norma: la separación por colores debe ir ligada al edificio, no al tipo de trabajo que se realiza.Imagen 2. Excepciones con el equipo de mantenimiento y el encargado en el código de colores.

3. Normas confusas

El mejor plan de bioseguridad no sirve de nada si los trabajadores no lo entienden.

En muchos casos se encuentran normas de bioseguridad que no son de fácil seguimiento porque presentan muchas “sub-reglas”, condiciones o falta de claridad, obligando así al trabajador a pensar demasiado cada vez que tiene que seguirlas, lo que, obviamente aumenta mucho la probabilidad de cometer errores. Exponemos un ejemplo relacionado también con los códigos de colores.

Una granja está diseñada con pasillos comunes que distribuyen y conectan cada una de las zonas: gestación, maternidad, etc. La norma de bioseguridad interna implica que los trabajadores deben usar un calzado para caminar por los pasillos de distribución y cambiarse a la entrada de cada una de las zonas para evitar la contaminación cruzada. A priori, es un protocolo adecuado, sin embargo, encontramos que no hay manera de diferenciar el calzado de los pasillos de distribución del específico de zona, ya que son exactamente iguales (Imagen 3). Esto obliga al trabajador a intentar marcar sus zapatos (marcas que se borran cada pocos días debido al paso por los pediluvios) o a pensar de manera consciente si han cambiado de calzado o no.

Algo tan sencillo como marcar el calzado ya existente con crotales de colores para cada zona, solucionaría el problema. (Imagen 4)Imagen 3 (izquierda). Zona de cambio de calzado entre pasillo de distribución y de maternidad. Imagen 4 (derecha) Marcaje de calzado usando crotales de colores.

4. Protocolos escritos sin cumplir

Casi todas las empresas de cierto tamaño ya comienzan a tener protocolos por escrito de bioseguridad, tanto externa como interna. Sin embargo, que esos protocolos realmente se apliquen en granja de la manera en la que están descritos en los documentos no es tan común. Los ejemplos más típicos son la mezcla de material de distintas zonas, procesos de limpieza que no se siguen o el famoso Todo Dentro-Todo Fuera (TD-TF) que realmente no se cumple.

Todas las granjas contestan rápidamente “Sí” a la pregunta del TD-TF; pero cuando evalúas la situación real, descubres que muy pocas lo llevan a cabo de manera correcta. Es el caso expuesto a continuación: se implantó un protocolo de marcaje de los lechones con crotales de colores por semana de nacimiento para comprobarlo, lo que provocó la mezcla de animales en lechoneras con crotales de diferente color. (Imagen 5)Imagen 5. Lechones con crotales de distintos colores fruto del incumplimiento del TD-TF.

Como se expone en el artículo, la mayoría de los defectos en bioseguridad están relacionados con la confusión a la hora de diseñar o aplicar los protocolos.

Según nuestra experiencia, la evaluación externa de expertos y contar con responsables dentro de la granja y la empresa que sean capaces de auditar las normas es un punto imprescindible de partida para el control de la bioseguridad. El objetivo final debe ser generar un equipo fluido de trabajo en el que se comparen opiniones, establezcan objetivos, etc. y como consecuencia, disminuya la probabilidad de cometer este tipo de fallos en bioseguridad.