Medidas nutricionales para el control de la contaminación ambiental

Así lo ve Imasde

27-dic-2002 (hace 21 años 10 meses 26 días)

Cada día cobra mayor importancia el impacto medioambiental de las prácticas ganaderas. En el caso concreto del ganado porcino existen áreas de producción, tanto a nivel europeo como español donde el problema de contaminación es aún mayor debido a la alta concentración de explotaciones intensivas. Dentro de los contaminantes de los purines, cobran una gran importancia los niveles de N, P y las emisiones de amoniaco, que, como veremos a continuación pueden reducirse mediante adecuadas prácticas de alimentación.

Del N y del P consumido, las reproductoras, lechones y cerdos en cebo excretan un 76, 46 y 67 % y un 75, 38 y 63 %, respectivamente, ocurriendo la excreción del N de forma mayoritaria a través de la orina y la del P principalmente a través de las heces. Entre las medidas nutricionales que podemos adoptar para disminuir la excreción de estos nutrientes destacamos:

1. Alimentación por fases. Tanto las necesidades en aminoácidos como en fósforo disminuyen con la edad de los animales. Por tanto, adaptar un sistema de alimentación multifase nos permitirá formular dietas que se ajusten mucho mejor a las necesidades y podremos disminuir la excreción de N y P hasta un 15-20 % o incluso más. En este sentido son recomendables al menos 2 dietas para lechones (preferible 3) y 2 dietas (preferible 3, 4 e incluso 5 si el peso a sacrificio es superior) para la fase de cebo.

2. Formular para los distintos estados productivos. Las necesidades de N y P de las cerdas gestantes son muy inferiores a las de las cerdas lactantes. De este modo, la utilización de dietas distintas para gestación y lactación puede reducir la excreción de N y P un 20 %.

3. Utilización de materias primas de elevada digestibilidad. Para disminuir la eliminación debe facilitarse la absorción y retención. La cantidad de N eliminada al medio puede reducirse incluso a la mitad incrementando la digestibilidad y el valor biológico de la proteína administrada. De igual modo, la digestibilidad de las fuentes de P de origen animal es del 70-80 %, mientras que en las fuentes de origen vegetal dos tercios del P total son prácticamente indigestibles por estar en forma de ácido fítico.

4. Formular en energía neta (penaliza el suministro de energía en forma de N) y en aminoácidos y fósforo digestibles. De este modo los piensos formulados se ajustan mejor a las necesidades de los animales. En este sentido cabe destacar la recomendación de completar las matrices con datos de P digestible al tiempo que disponible.

5. Minimizar la ingesta de N y P. La utilización de dietas bajas en proteína adecuando los niveles de lisina al potencial de retención proteica y el resto de aminoácidos al perfil de proteína ideal (suplementando si es necesario con aminoácidos sintéticos) permite reducir la cantidad de N excretado. Además, debemos tener en cuenta que el exceso de N y su consiguiente metabolización y eliminación por orina obliga a una mayor ingesta de agua, aumentando así la producción de orina y, por tanto, el volumen de purín.

6. Utilización de enzimas. En los ingredientes de origen vegetal, en general dos tercios del P total está presente como ácido fítico, casi indigestible para los cerdos y que solo puede absorberse tras su hidrólisis por la fitasa. Así, la digestibilidad del P aumenta un 27-30 % cuando se añaden fitasas al pienso, disminuyendo, consecuentemente, el nivel de P excretado. Debe tenerse en cuenta la termoestabilidad del enzima usado, ya que en dietas expandidas y/o granuladas podría tener interés su adición en fases posteriores al tratamiento térmico. También la utilización de otro tipo de enzimas como las proteasas o incluso otro tipo (rotura de matrices que atrapan cadenas proteicas) podría mejorar la digestibilidad de la proteína disminuyendo así la excreción.

En cuanto a la emisión de amoniaco, los factores más importantes que la influencian son la concentración de urea en la orina y de amoniaco en los purines, la superficie del depósito de purines y la temperatura. Las medidas nutricionales a tomar para disminuir la emisión de amoniaco deberán incidir en la disminución de concentración de urea en la orina y del amoniaco en los purines y en la disminución de pH del purín. Pueden aplicarse las distintas estrategias nutricionales:

1. Utilización de ingredientes fibrosos. Parece ser que la inclusión de materias primas fibrosas fácilmente fermentables como la pulpa de remolacha disminuye la excreción de N en forma de urea. Estos ingredientes fermentan en el intestino grueso de los animales, lo que sirve de fuente energética para los microorganismos y además produce AGV que contribuyen a bajar el pH del purín.

2. Disminuir el nivel y equilibrar el contenido de proteína de las dietas, ya que la reducción de la emisión de amoniaco es proporcional a la reducción del N excretado.

3. Sales acidificantes. La emisión de amoniaco puede reducirse hasta un 33, 30 o 54 % respectivamente cuando en lugar de incluir CaCO3 en la dieta, lo sustituimos por CaSO4, CaCl2 o benzoato de Ca, debido a que estas sales hacen disminuir el pH del purín. En este sentido se debe poner cuidado en no reducir excesivamente el balance electrolítico de las dietas (Na+ + K+ - Cl-, meq/kg) ya que puede afectar al consumo.

Como hemos visto, todas estas opciones pueden contribuir a mejorar de forma preventiva el impacto medioambiental derivado de las producciones porcinas intensivas. Tanto la excreción de N y P como la emisión de amoniaco pueden reducirse sustancialmente a través de medidas nutricionales (hasta 30-40 %, dependiendo de las medidas adoptadas). Sin embargo, los mejores resultados se obtendrán mediante una combinación de estas medidas junto a unas mejores prácticas de manejo. Es importante destacar que la adopción de estas medidas conllevará un coste, que deberemos asumir en beneficio del medioambiente.