Aplanando la curva de la eutanasia de cerdos en EEUU

Dennis DiPietre
20-may-2020 (hace 4 años 6 meses 1 días)

A mediados de abril, la industria porcina de EEUU fue sacudida por una onda expansiva cuando empezó a disminuir la capacidad de procesado debido a los cierres de plantas por la COVID-19. Esta onda expansiva está llegando a Alemania y probablemente afectará a la mayoría de plantas de Canadá, México y la UE. Muy pocos previeron que un mes después del primer cierre de un matadero de ternera a finales de marzo, miles y miles de cerdos, perfectamente sanos y listos para el mercado, terminarían sacrificados. Ahora estamos en una carrera para aplanar la curva de la eutanasia, del mismo modo que tuvimos que actuar para reducir la curva de personas infectadas que amenazaba con saturar nuestros hospitales.

Todos los grandes mataderos de EEUU se han enfrentado a cierto nivel de cierre, desaceleración o a cambios de procedimientos. A día de hoy todos los mataderos han vuelto a operar, pero pocos lo hacen a su capacidad máxima. Además, también se han cerrado temporalmente muchas plantas de procesado y están tratando de reabrir con cambios que garanticen la salud de los trabajadores.

La oferta de cerdos en EEUU ya desafiaba, de vez en cuando, la capacidad de los mataderos cuando se produjo esta situación, agravando la tragedia y dificultando cualquier posibilidad de una solución rápida. La perspectiva de mejores beneficios para los productores, debidos a la reducción de la llegada de cerdos al mercado a medida que se acercaba el verano, la reducción de peso y los grandes aumentos de la exportación, especialmente a China, se revirtieron repentina y dramáticamente en las últimas semanas.

La Figura 1 muestra una estimación de poco más de tres millones de cerdos que están listos para sacrificio en los EEUU a 17 de mayo de 2020. Este dato ha seguido aumentando, pero a un ritmo más lento a medida que las plantas comienzan a recuperarse. Muchos miles ya se han destruido o esperan una ventana para el sacrificio, mientras sus pesos van aumentando. Podemos proyectar la magnitud total de esta calamidad sin precedentes durante los meses de verano con algunos ajustes según el éxito de los principales factores atenuantes.

<p>Figura 1. N&uacute;mero de cerdos sacrificados en matadero en EEUU por semana, de enero a julio de 2015 a 2020 o previsi&oacute;n de sacrificio en circunstancias normales (l&iacute;nea roja punteada). Fuente de los datos:&nbsp;Encuesta de sacrificio NASS del USDA y AMS LM_HG201</p>

Estos factores incluyen, en primer lugar, el nivel de eficiencia de los ganaderos para frenar el crecimiento de sus cerdos y generar espacio para acumularlos en "modo de mantenimiento" y a qué velocidad y con qué nivel de eficiencia los mataderos consiguen volver a la producción. Acumular animales implica tanto mantenerlos en pasillos o naves sin usar, eutanasiar a los destetados y usar su espacio para los cerdos que ya están listos para sacrificio y, en algunas granjas pequeñas, dejando los cerdos fuera, en cercados. Las estimaciones de la figura 1 incluyen todos los cerdos de engorde que se sacrifican en mataderos inspeccionados por el gobierno federal. Los mataderos pequeños, inspeccionados por cada estado, se han visto presionados para volver a la actividad a medida que los propios consumidores han comprado cerdos de pequeños ganaderos y los han llevado directamente a estos mataderos locales.

Hemos proyectado el ritmo normal de sacrificios 2020 (línea roja discontínua), aplicando la típica reducción estacional de los últimos cinco años, desde que se afectó el primer matadero porcino, en abril, hasta julio de este año. Hubo un aumento de sacrificios durante dos semanas antes del primer cierre, sacrificando 360.000 cabezas extra. Éstos ya se han restado de la previsión inmediatamente tras el primer cierre.

La figura 2 presenta la previsión del número de cerdos que van a ser eutanasiados, la curva que la indústria está tratando desesperadamente de aplanar. Hay esperanzas de que los ganaderos consigan los límites bajos de la previsión, ya que están teniendo muy buena información, tanto de consultores privados como de universidades, sobre cómo reducir el crecimiento de sus animales durante el engorde.

<p>Figura 2. Previsi&oacute;n del n&uacute;mero de cerdos eutanasiados en EEUU&nbsp;hasta finales de julio considerando 4 posibles escenarios.&nbsp;Fuente de los datos: Encuesta de sacrificio NASS del USDA y AMS LM_HG201</p>

Hay una gran variedad de estrategias que incluyen cambios en la dieta que limitan el crecimiento pero permiten un mantenimiento saludable del peso actual. Se consigue retirando ciertos ingredientes que promueven o producen el crecimiento, o añadiendo aditivos que causan saciedad, disminuyendo la ingesta, o que causan inapetencia. Otras estrategias para granjas más pequeñas incluyen el alojamiento de los animales en el exterior, si es posible, y aumentar la temperatura y humedad en las naves para simular las condiciones del verano.

Otras implican aumentar la densidad, dentro de los límites del bienestar animal, lo que está demostrado que disminuye la ingesta. La reducción del crecimiento no es una solución perfecta, ya que los cerdos siguen avanzando hacia delante, desde la paridera, por lo que algunos ganaderos también están eutanasiando todos los lechones nacidos durante un par de semanas y, por otro lado, reducen el crecimiento en el engorde. Estimamos que los animales con el crecimiento ralentizado se podrán retener hasta 3 semanas doblando y triplicando temporalmente la capacidad de las naves destete-cebo hasta llegar a pesos que no superen la densidad segura y sean aceptables para el matadero. Notemos que el peso vivo medio nacional es actualmente de 291 lbs (132 kg). Esta desviación estándar alrededor de dicha media prohibirá cualquier avance adicional de la media. Mostramos dos niveles de efectividad en este freno al crecimiento y retención de animales, 10% y 15% del crecimiento normal como promedio nacional, pero la eutanasia deberá empezar tras estas tres semanas de retención. Por desgracia, muchos ganaderos doblan rutinariamente los corrales de engorde, por lo que no tendrán mucho espacio extra.

En segundo lugar, no sabemos a ciencia cierta si las medidas implementadas por los mataderos para proteger a sus trabajadores permitirán alcanzar el mismo nivel de eficiencia. Me sorprendería que los mataderos de EEUU no lo consiguiesen a largo plazo, pero la clave son el corto y el plazo intermedio. Los elevados costes fijos de las plantas afectan dramáticamente el coste de producción cuando se reduce el rendimiento. En la figura 2, vemos un retorno a un 80% o a un 90% de la capacidad máxima, que se estima en unos 2.750.000 cabezas por semana, incluyendo media jornada del sábado.

Aunque unas pocas plantas han realizado estos cambios y han vuelto a su capacidad total, o casi total, la mayoría está rondando, actualmente, el 70-85% de la velocidad anterior a la COVID-19. Muchos creen que hacer tests a todos los trabajadores, tomarles la temperatura a diario y protegerlos en el trabajo con un EPI adicional permitirá una recuperación cercana al total pero, probablemente, esto tardará varias semanas. También habrá que resolver la disponibilidad de los trabajadores, que a menudo viven en alojamientos multi-familiares, donde la transmisión de la enfermedad a los miembros de la familia, especialmente a los de más edad, comporta un riesgo elevado. Hay que tener en cuenta que hasta un 90 % de los trabajadores analizados son asintomáticos, pero el peligro hacia los otros miembros de su entorno está retrasando su retorno al trabajo hasta que el resultado sea negativo. Los que están más próximos a esta situación concluyen que la mayor probabilidad de propagación de la enfermedad entre los trabajadores de los mataderos no está en la propia planta sino en el exterior, debido a sus patrones de socialización y a las típicas residencias de trabajadores de varias personas/familias.

Los supermercados de EEUU racionan las compras de carne a 1-3 bandejas por persona en todos los tipos de carne fresca y los costes han aumentado un 20-40% en el minorista. Todo esto es nuevo para la generación actual de estadounidenses, ya que no había racionamiento desde la Segunda Guerra Mundial. Si los cambios implementados reducen permanentemente la producción de las plantas procesadoras, puede terminar encareciendo el precio a minorista.

No hay palabras para describir la sensación de temor que pesa sobre los ganaderos de Estados Unidos, que ahora deben destruir sus animales voluntariamente. Los actos heroicos abundan durante la desesperación, hay casos de compras sustanciales de cerdos vivos por parte de entidades privadas, que son sacrificados en pequeños mataderos y donados a bancos de alimentos y los propios productores están regalando grandes cantidades de carne a beneficiencia, pero estas pequeñas acciones no cambian la situación general.

El precio nacional del cerdo (utilizado en la mayoría de las fórmulas de precios) parece mantenerse en el coste de producción, o por encima del mismo (las series negociadas son de bajo volumen y mediciones de precio poco confiables), para aquellos que pueden obtener un hueco en la cadena, a pesar de que el precio real del mercado sería mucho, mucho más bajo. Al igual que en estos tiempos sin precedentes, debo concluir con una nota inusual con la esperanza de que mi pronóstico sea tan erróneo como los modelos epidemiológicos humanos utilizados para pronosticar los resultados de COVID-19, al menos en EEUU.