Reflexiones sobre la limitación del uso de antibióticos como promotores del crecimiento en la UE

Eugeni Roura. Lucta S.A. España

24-nov-2002 (hace 22 años 1 meses)
Hace diez años escribía una revisión bibliográfica con uno de los subtítulos que rezaba “Ventajas y desventajas del uso de antibióticos en alimentación animal: bacterias resistentes y salud pública”. Me ha divertido releerlo diez años más tarde con el trasfondo de este artículo de opinión basado en el mismo tema de debate; el uso (y prohibición) de antibióticos como promotores de crecimiento (abreviaré “APC” en adelante). Desde entonces el principal cambio ha venido de la mano de una iniciativa de marcado carácter político. Dejo a los microbiólogos y patólogos definir el impacto de estas restricciones sobre el uso real de antibióticos en producción animal. Bien es sabido que el modelo danés muestra disminución en cantidad (kg) de principios activos totales (terapéuticos + promotores), pero no en capacidad inhibitoria total sobre microorganismos (la suma en kg sólo seria un índice comparativo adecuado si los antibióticos utilizados actualmente tuvieran la misma potencia antimicrobiana que los APCs prohibidos). Al final el dato relevante para el consumidor es la evolución de los residuos de antibióticos en carne y la interpretación adecuada en clave de riesgos sobre la salud humana (datos ambos que desconozco).

En términos productivos parece indiscutible que las restricciones incrementan la incidencia de algunas patologías (diarreas en porcino y enteritis necrótica en avicultura entre otras ampliamente reportadas). Cuantificar este perjuicio no parece tarea fácil pues forzosamente te obliga a utilizar datos históricos (y por lo tanto condiciones distintas). Los datos de los países escandinavos, sitúan las pérdidas en lechones por encima de un 3% y en broilers de un 2%. Del modelo sueco por ejemplo se han publicado datos que muestran quintuplicada la incidencia de diarreas en lechones pasados los dos primeros años de la prohibición de APCs. De forma similar, datos recientes españoles apuntan un aumento de incidencia de diarreas incluyendo las asociadas a mortalidad que han aumentado del 15 al 35%. Es importante notar, no obstante, que en Suecia, pasados diez años de las restricciones la incidencia se encuentra a niveles similares anteriores a 1985 (período 1985-1995).

Más allá de implicaciones productivas, me gustaría analizar las implicaciones a nivel de desarrollo técnico del sector. La escasez de herramientas ha incentivado sin duda la creatividad entre los técnicos y productores de nuestro sector. Detrás de las restricciones de APCs ha llegado una actitud mucho más crítica y exigente con los ingredientes utilizados en alimentación animal particularmente los aditivos. Nos hemos preguntado (y nos han preguntado) que hay detrás de un acidificante o de un suplemento enzimático sobretodo en referencia a mecanismos de acción e interacciones con otros componentes de la dieta. Desde luego dilucidar el mecanismo de acción de los APC nos ha enriquecido con criterios útiles para el diseño de suplementos dietéticos de alta eficacia, baja toxicidad, inocuos, respetuosos con el medio ambiente, de uso sostenible y de bajo coste. Hemos aprendido sobre nuevas áreas de gran interés (por ejemplo, la importancia del desarrollo y equilibrio de la flora intestinal). Le hemos dado nuevos significados al término optimización de programas de alimentación (por ejemplo optimizar nutricionalmente la respuesta inmune, estudios de nutrientes considerados no esenciales en el concepto clásico…). Hemos aprendido a aprovechar mejor nuestros recursos técnicos y humanos favoreciendo, entre otras cosas, la comunicación entre patólogo y nutrólogo. Con ello se avanza en diagnóstico de patologías y en el uso más racional de antibióticos con fines terapéuticos. Por último se han incrementado los nuevos desarrollos en prácticas de manejo incorporando aspectos de bienestar animal con propuestas como el retraso de la edad al destete no siempre de fácil aplicación en condiciones españolas (por problemas asociados a nuestra climatología). Estos avances, concentrados en un período de tiempo relativamente breve han llevado sin duda a la nutrición animal europea a un lugar de liderazgo del sector a nivel mundial.

El aspecto político-social de la retirada de APCs ha sido igualmente palpable, aunque este efecto no puede segregarse de otros temas de gran repercusión mediática (BSE; dioxinas…). Esta implicación político-social ha propiciado por una parte un desarrollo tecnológico y científico impulsado por fondos públicos (por ejemplo se han concedido proyectos Eureka de gran cuantía para el desarrollo de alternativas a APC). Por otra parte ha conseguido una mejora aparente de la confianza del consumidor hacia la producción y comercialización de carne ya que se ha transmitido al consumidor final un compromiso de mayor vigilancia por parte de la administración. Vigilancia que puede incluso aumentar con la nueva legislación de aditivos que debe aparecer en breve.

En definitiva, si bien es cierto que la restricción de APC en producción animal puede incidir significativamente sobre los índices productivos animales no parece hoy por hoy que estos aspectos sean insalvables con las dosis de entrega y creatividad que ha demostrado el sector en los últimos años. Más allá de estos problemas iniciales se abre una situación de liderazgo mundial en aspectos técnicos y de mejora de la confianza del consumidor final que esperamos y deseamos habrá valido la pena. Quizás la pregunta más difícil de responder es el “porqué” hemos llegado hasta aquí forzados por una decisión política (¿por un exceso de protagonismo político?; ¿por un exceso de pasividad acomodaticia del sector en el pasado?; o… ¿estamos viviendo simplemente una evolución “normal”, y por lo tanto “previsible”, de nuestro sector que se adapta a la nueva cultura de la seguridad alimentaria?).