El estrés por calor es un factor muy importante a tener en cuenta en el ciclo productivo del cerdo porque tiene menos sistemas para defenderse del calor que otras especies. El ancestro del cerdo, el jabalí, ha evolucionado en un entorno vegetal frondoso y cubierto y, por tanto, poco expuesto al sol. Por lo tanto, los sistemas que la especie ha desarrollado para perder temperatura han sido principalmente comportamentales. Es decir, buscar zonas sombreadas y frescas donde echarse lateralmente para incrementar la superficie de contacto del animal con el suelo, humedecerse el cuerpo con agua o barro cuando la temperatura aumenta para perder calor corporal por evaporación y jadear como último recurso para evaporar el agua caliente directamente de la boca y así enfriarse. Puesto que no ha evolucionado en zonas abiertas y muy expuestas, no ha tenido la necesidad de desarrollar la sudoración, lo que ahora lo convierte en una especie especialmente sensible al estrés térmico por altas temperaturas.
Figura 1. Cerdo ibérico que se crea su zona húmeda para echarse en una parcela exterior.
Para que al animal pueda por tanto termoregular de la mejor manera posible, hay que jugar con diferentes estrategias:
- Lógicamente, tener ventilación siempre ayuda. Tener una ligera brisa de aire puede hacer bajar un par de grados la sensación térmica que tiene el animal, ya que desplaza el aire caliente que el animal tiene a su alrededor por aire más frío.
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Figura 2. Ejemplo de animales echados con altas temperaturas en el entorno. |
El espacio en el corral también es fundamental, un cerdo de 80 kg echado lateralmente ocupa alrededor de un metro cuadrado, mientras que de pie o en decúbito esternal ocupa menos de medio metro cuadrado. Esto significa que en condiciones de estrés por calor, los animales, sólo para echarse y perder temperatura, ya demandan más espacio. Es decir, para animales de 80kg, los 0,60 m2 que nos exige la ley pueden funcionar perfectamente en invierno pero darnos problemas serios de competencia por el espacio en verano.
- Proporcionar un suelo fresco y húmedo puede ayudar. Es decir, en condiciones de calor vamos a evitar suelos cálidos y muy especialmente un suelo de paja, no sólo para evitar crecimientos microbiológicos, sino porque la paja aumenta de 3 a 4 grados la temperatura efectiva que siente el animal. Si el suelo no proporciona una zona húmeda y fresca, los animales la buscarán en la zona de defecación, de modo que trasladarán la zona de descanso a esta área para humedecer sus cuerpos y perder temperatura por evaporación, el resultado va a ser animales muy sucios, buen indicador de problemas de estrés térmico por altas temperaturas en el corral.
- Es importante tener en cuenta que la humedad relativa del ambiente debe ser baja para ayudar al animal a perder temperatura por evaporación. La norma es sencilla, ambiente seco y animal mojado para perder calor. Un ambiente cargado de agua, que no acepta más y por tanto no permite ninguna evaporación es lo peor que le puede pasar a un animal con calor.
- Si las paredes de la granja reciben irradiación solar por la tarde, vamos a aislarlas del interior para que no caliente el entorno cuando los animales deberían empezar a notar el fresco y hacer la segunda comida del día. De hecho, los animales tenderán a marcar más claramente los periodos de inactividad y los de alimentación que con temperaturas más bajas, de modo que las comidas se concentrarán especialmente a primera y última hora del día, con mucha menor actividad en las horas centrales.
- Proporcionar una buena ratio entre los puestos de alimentación/animales en el corral es fundamental para asegurar que los animales, o al menos algunos de ellos, los subordinados, no coman fuera de las horas más frescas. Comer con más calor va a significar comer menos y se va a notar con una mayor dispersión de pesos en el corral entre dominantes y subordinados. Una distribución incorrecta de las zonas de alimentación y bebida, de actividad y de descanso puede aumentar la competencia por el alimento, que se verá agravada en condiciones de estrés térmico en las cuales se produce esta concentración de comidas.
- Finalmente, otra estrategia a considerar se basa en la formulación de los piensos. Si se dan fórmulas menos costosas para el aparato digestivo (que producen menos calor), el animal ingerirá más parte de la energía de la dieta y se notará menos la reducción en el consumo debida al calor. Parte de esa reducción se debe a que el animal no quiere producir calor por la propia digestión, por lo que ayudándolo a hacer una digestión menos calorífica, se conseguirá que el animal coma más. Por ejemplo, incluir más grasa en la dieta consigue aumentar los niveles de energía disminuyendo la producción de calor de digestión, ya que la grasa proporciona energía directa con poca pérdida debido a procesos de digestión.
- Dentro de la alimentación, también podría ayudar enfriar el agua, que la alimentación sea líquida o combinar las dos, que la alimentación sea líquida y el agua fría.