Esto podría resumirse muy brevemente como ''empieza alto y aumenta rápido”. Un buen principio es garantizar que el suministro de pienso, el día después del parto, se reanuda con la misma cantidad dada durante los últimos 14 días de gestación: los aportes de pienso deben ser de al menos 2,5 kg, pero a menudo se ven cerdas comiendo de 3 a 4 kg el día después del parto en situaciones en las que la alimentación de las gestantes está bien controlada y las cerdas se encuentran en buena condición (sin sobrepeso). La cantidad diaria de pienso ofrecido debería aumentar rápidamente en los siguientes días por lo menos en 0,5 kg/día y, preferiblemente, de 1,0-1,5 kg/día. La investigación ha demostrado repetidamente que los patrones de alimentación muy restrictivos durante la lactancia temprana (para evitar problemas de congestión de la ubre, hipogalactia, diarreas en lechones, estreñimiento de la cerda y episodios de rechazo de pienso) pueden reducir la ingesta total de pienso en lactación por dos razones:
Finalmente, estudios a gran escala han demostrado que un 30-35% de las cerdas muestran una caída notable del consumo de alimento durante 2-3 días en la segunda semana de lactación, mientras que el 30% de las cerdas no muestran, en absoluto, ningún rechazo de pienso (Aherne, 2001). Por lo tanto, es mejor adaptar nuestro manejo de la alimentación a los 2/3 de las cerdas que no muestran una marcada disminución en el consumo y destinar estrategias adecuadas de gestión para aquellas cerdas que sí rechazan alimento, en lugar de al revés. Si una cerda reduce su ingesta o deja de comer en una toma o en un día, hay que comprobar sus signos vitales (temperatura, estado de la ubre, etc...), vaciar el comedero si es necesario y reanudar lo más pronto posible con la cantidad suministrada el día anterior al rechazo del alimento.
La cantidad de pienso suministrado debe ser registrada a diario con tarjetas de alimentación, sistemas acoplados a la tolva o al distribuidor de alimento o cualquier otro sistema que permita registrar el consumo diario de alimento (Goodband et al., 2006). Esto también mejora la comunicación y coordinación entre los diferentes trabajadores.
A las cerdas se les debe dejar, siempre, tiempo suficiente para comer; no hay prisa, ya que cada hora dan de mamar a una camada de 10-12 lechones. Es preferible distribuir 2 ó 3 comidas al día a intervalos iguales de tiempo. La alimentación en forma de papilla, mediante la adición de agua, estimula la ingesta de un 3 a un 12% (Quiniou et al, 1998;. Genest y D'Allaire, 1995), pero no hay que añadir demasiada agua, ya que esto podría conducir a un despilfarro de pienso y a una dilución excesiva del mismo, así como a una posible fermentación y a problemas higiénicos. Debe haber pienso disponible en el comedero durante la mayor parte del día, pero los comederos deben estar limpios. Estas prácticas se conocen como “alimentar según apetito” lo cual debe ser lo más parecido posible a alimentar “ad libitum”. De acuerdo con KSU, en cuanto el 20% de los comederos estén vacíos, en cualquier momento, a lo largo de la lactación, significa que las cerdas se están limitando según la voluntad del productor (Tokach, 2002).
Conclusiones
Manejar la alimentación de las cerdas durante la lactancia con éxito se podría resumir en ''maximizar el consumo de alimento''. En numerosas investigaciones y sistemas comerciales de producción se han observado las consecuencias positivas de maximizar los consumos en lactanción de las cerdas de genotipo magro y prolífico, mejorándose el intervalo destete cubrición, la tasa de partos y el tamaño de la camada siguiente (Figura 5 y 6). Parece sencillo, pero en realidad es un desafío diario. A veces es necesario superar algunas “creencias” que nos limitan al cambio, y aplicar la ciencia para la resolución de los problemas prácticos. Prestando atención a la alimentación de la cerda gestante, al manejo en lactación, a la temperatura ambiente, al agua, al equipo y la gente conseguiremos el éxito.
Figura 5. Relación entre el consumo en lactación y tasa de partos (Goodband et al., 2006)
Figura 6. Relación entre el consumo en lactación y el nº de nacidos vivos de la camada siguiente. (Goodband et al., 2006)