Úlceras en ganado porcino (2/2)

Gonzalo González Mateos
23-nov-2009 (hace 15 años 29 días)

Manejo, naturaleza y composición del pienso

La alimentación se contempla como un claro factor predisponente para la aparición de úlceras. Sin embargo, ningún investigador ha sido capaz de crear dietas ulcerogénicas que reproduzcan el problema bajo cualquier circunstancia y tipo de manejo. Cinco factores a considerar son 1) sistema de alimentación, 2) presentación del pienso, 3) tamaño de la partícula, 4) ingredientes utilizados y 5) uso de aditivos. Así, se observa una mayor incidencia de problemas en animales restringidos que en animales alimentados ad libitum y mayor riesgo de úlceras en cerdos ayunados (aunque hay trabajos mostrando lo contrario en ambos casos). De hecho, la incidencia de úlceras es superior en cerdos llevados directamente a matadero que en cerdos ayunados durante la noche. Ayunos prolongados reducen el pH digestivo lo que afecta a la incidencia de úlceras. De aquí que sea razonable pensar que la principal razón de las úlceras sea un comportamiento alimentario desordenado con períodos de ayuno seguidos al azar por períodos de alimentación ad libitum. Estas situaciones pueden darse cuando el suministro de pienso está poco controlado, los animales disponen de acceso problemático a comedero o cuando sufren algún tipo de enfermedad.



Por otro lado, la presentación del pienso en forma de gránulo, la molienda excesivamente fina del mismo, el nivel inadecuado de fibra y proteína son factores a considerar. La presentación del pienso en gránulo y la molienda fina (< 600um en piensos maíz-soja) aumentan la relación consumo de agua: pienso y la fluidez del contenido estomacal. Por ello, se eleva el pH del estómago lo que lleva consigo una mayor incidencia de úlceras. Sin embargo, no se ha encontrado relación alguna en la incidencia de úlceras con la alimentación seca o húmeda. El exceso de proteína resulta en mayor presencia de amoniaco que puede afectar la fisiología digestiva del animal. En cualquier caso, un defecto en proteína es más perjudicial que el exceso a este particular. Dentro de la composición del pienso se cree que avena y cebada son cereales menos problemáticos que trigo o maíz aunque los datos a este particular son bastante contradictorios. La problemática aumenta con el uso de cereales expandidos o procesados térmicamente. Probablemente, los dos factores claves en relación con el tipo de cereal sean el porcentaje de partículas muy finas (< 200 um; no el tamaño medio de la partícula) del pienso consecuencia de la molienda y el nivel de fibra. Así, moliendas finas aumentan la fluidez del contenido digestivo lo que se ha relacionado con alta incidencia de úlceras. Moliendas finas también aumentan la velocidad de vaciado del estómago lo que resulta en un menor pH. Por otro lado, altos contenidos en fibra tienen efectos contrarios. Además un aporte moderado de fibra mejora la tonicidad de las paredes del aparato digestivo. De hecho, la incidencia de úlceras parece ser menor en cerdos sobre cama de paja que en cerdos sobre enrejillado. De aquí que sea razonable recomendar la utilización de materias primas fibrosas y piensos en harina molidos groseramente en caso de incidencia de úlceras. Debe tenerse en cuenta que los piensos con estas características tienden a reducir el consumo energético y empeoran los índices de conversión por lo que solo debe utilizarse en casos muy problemáticos. Por último en numerosas ocasiones se tiende a enfrentarse con el problema mediante la adición de aditivos. Sin embargo, la eficacia de los mismos es muy relativa. Determinados trabajos han mostrado un aumento de los procesos de oxidación orgánica en animales con procesos ulcerogénicos. Así, se sabe que la carencia en vitamina E provoca úlceras y mortalidad pero que un exceso (> 20-30 mg/kg pienso) de esta vitamina no reduce la incidencia del problema en la mayoría de las granjas afectadas. Dado que la carencia en esta vitamina suele ir acompañada de problemas hepáticos, un suministro extra de la misma, junto al de Se (> 0.3 mg/kg) podría ser de interés cuando ambos problemas, úlceras y hepatosis son evidentes. En cualquier caso debe evitarse el uso de grasas enranciadas o de mala calidad y asegurar el uso de niveles adecuados de antioxidantes en el pienso. Por último, diversos trabajos recomiendan la utilización de basificantes tal como el bicarbonato (1% del pienso) o elevar el nivel de Zn y de ciertas vitaminas del grupo B tales como el ácido fólico para reducir el problema de úlceras, pero estas prácticas han dado resultados beneficiosos sólo en contadas ocasiones. De forma similar se ha recomendado reducir los niveles de Fe, Cu y Ca en estos casos pero la base científica de estas recomendaciones es débil. La utilización de drogas que reducen la secreción de ácido clorhídrico (p.ej. , omeprazol y derivados) puede ser un importante medio para reducir la incidencia de úlceras. Sin embargo, estos productos son caros y aún no evaluados para su uso en porcino.

Úlceras y patologías

Numerosos investigadores han especulado con el origen infeccioso de la problemática de úlceras, similar a lo que ocurre en humanos (H. pylori). Sin embargo, los ensayos realizados a fin de producir úlceras en la región esofágica del estómago con este microorganismo no han tenido éxito hasta el momento. Diversos trabajos han demostrado que existe una cierta correlación entre la presencia de diversas enfermedades y la aparición de úlceras. La razón de esta correlación podría radicar en que animales enfermos tienden a mostrar comportamientos desordenados en el consumo de pienso, con numerosos animales mostrando períodos de anorexias con el estómago vacío durante horas. Así, se observa que la estacionalidad de la incidencia de úlceras (más problemas durante los meses de noviembre a marzo según datos de la de Murcia) coincide con los meses con mayor incidencia de procesos neumónicos. También, la enfermedad resulta en una mayor secreción de histamina lo que da lugar a una mayor incidencia de úlceras en la región esofágica. Por último, se ha relacionado la incidencia de úlceras con medicaciones intensivas. Probablemente, el problema esté más relacionado con la enfermedad per se que con la medicación aunque ciertos tratamientos (p. ej. aspirina) puedan afectar a la mucosa digestiva e incidir sobre el desarrollo de las úlceras.

Conclusiones

La información existente confirma lo que se observa en la práctica; no es fácil resolver la problemática de úlceras mediante modificaciones nutricionales o el uso de antibióticos o aditivos en el pienso. Probablemente las mejores pautas consistan en mejorar el manejo de los programas de alimentación junto a un buen control de las enfermedades de tipo respiratorio o digestivo. En caso de altas incidencias de úlceras se recomienda aumentar de forma razonable el tamaño de las partículas y el nivel de vitamina E, selenio y fibra del pienso y reducir el de energía y proteína. Este pienso debería suministrarse durante 7 a 10 días.