¿Podrían la Proposición 12 y la normativa de bienestar animal europea impactar en Latinoamérica?

Carlos Andrés Castro
14-ago-2023 (hace 1 años 4 meses 8 días)

A raíz de una pregunta que surgió en el panel de ponentes de CIPORC 2022, donde se me indagó acerca de los efectos económicos de las nuevas normativas referentes al bienestar animal que cursan actualmente en Estados Unidos y Europa, y sus implicaciones en la porcicultura latinoamericana, decidí investigar a profundidad y tratar de dilucidar los efectos que podrían afectar eventualmente a nuestra región. Para empezar, veamos un poco de qué tratan estas normativas y las posibles consecuencias de su implementación a nivel local.

Estados Unidos

Los efectos económicos de la implementación de la proposición 12 preocupan a la gran mayoría de las organizaciones de la industria estadounidense como NPPC (National Pork Producers Council), que ha manifestado que esta implicaría una carga económica muy alta para los porcicultores que deben renovar o ampliar sus instalaciones actuales para cumplir con los nuevos requisitos.

Por otro lado, en cuanto a los precios al consumidor, se esperaría que estos se eleven significativamente al interior de California, teniendo en cuenta el déficit de oferta que se generaría, ya que muy pocas granjas estadounidenses cumplen en la actualidad con los requisitos de la norma, y más aun sabiendo que dicho estado participa con alrededor del 15 % del consumo interno de carne de cerdo y que este representa tan solo el 0,1 % de la producción nacional.

Y es que esta medida, que aparentemente tiene un alcance local, indirectamente afectará también a otros estados e incluso países como México que son proveedores, ya que se prohíbe la venta de carne de cerdo procedente de animales criados en condiciones fuera de las normas establecidas sin importar su estado o país de origen; lo que puede generar cierto desbalance y reacomodo del mercado al provocar un déficit de producción y oferta en California y un exceso de carne de cerdo en los demás estados o países que fungían como proveedores.

Europa

Gremios como Anprogapor, y diferentes analistas, coinciden en que el esfuerzo económico que se requiere para el cumplimiento de la futura normatividad de bienestar animal no estaría al alcance de todos los porcicultores, lo que generaría que la producción de carne de cerdo disminuyera considerablemente y se concentrara en las grandes empresas, propiciando una deslocalización de la actividad porcícola y el cierre de muchas granjas pequeñas y medianas, dado el incremento significativo e insostenibilidad de los costos de producción.

Ahora bien, ante la limitación de la oferta interna, se cree que existirá un alto riesgo de que aumenten las importaciones de países terceros a fin de suplir el déficit de carne de cerdo en el mercado local, pues dentro de lo que se plantea, no importa si estos cumplen o no con la normativa europea.

Paradójicamente, se estima que la implementación de estas medidas de bienestar animal incrementaría el impacto medioambiental, dada la inminente reducción de las producciones que hoy en día ya son eficientes en cuanto a emisiones de CO2, situación que contribuiría al aumento de las emisiones de otros países que eventualmente aumentarían sus producciones con el fin de suplir la demanda europea. Finalmente, todas estas consecuencias desembocarían naturalmente en el consumidor final, pues dificultaría el acceso a la carne de cerdo, debido a sus elevados precios.

Posibles efectos en LATAM

Inicialmente, podríamos pensar que estas normativas de bienestar animal estarían muy lejos de ser presentadas, debatidas y aprobadas en nuestra región, y que lo que sucedería en Estados Unidos y Europa no tendría por qué afectar directamente la dinámica de la actividad porcícola en LATAM, más aún teniendo en cuenta que nuestro sector no está tan desarrollado como el de estos grandes productores. Sin embargo, recordemos que vivimos en un mundo globalizado y que eventualmente nos estaríamos enfrentando a una especie de “nueva barrera” que limitaría el comercio, aludiendo ahora el tema de bienestar animal.

Así las cosas, uno de los efectos inmediatos, además de una mayor presión y oferta de producto estadounidense tratando de ingresar a nuestros mercados, sería que se dificultaría aún más la incursión de la carne de cerdo Latinoamericana en aquellos mercados externos que exijan como requisito de acceso que el producto provenga de sitios que cumplan con su norma de bienestar animal, como lo que sucede actualmente en California.

Ante esto, lo que también podría suceder es que aquellas empresas grandes cuyo core de negocio sea el mercado exportador, empiecen a hacer inversiones importantes en sus instalaciones para cumplir con la normatividad establecida con miras a las exigencias del mercado internacional, por lo que podríamos ver en un futuro, “granjas de bienestar” en LATAM que poco a poco irían permeando en la necesidad de adaptación de otras granjas a nivel general.

Lo más importante de esto es entender que este tipo de legislaciones de bienestar que se aprueban en los países líderes, indirectamente tienen un alcance global en la medida de que estas se conviertan en un requisito adicional para poder acceder a sus mercados.

A manera de conclusión

Es bien sabido que la temática de bienestar animal en porcicultura tiene muchas aristas, y el debate está abierto para argumentar si estas nuevas normativas resuenan más en los requisitos para limitar directa o indirectamente la producción y los flujos de comercio a fin de promover otros productos sustitutos de la carne o si realmente se quiere procurar un mejor bienestar en la crianza de los animales, aun sabiendo que dentro de los actuales parámetros de producción, a este tema se le da la importancia que merece.

Por ahora, a nivel Latinoamérica debemos estar muy atentos, pues este tema es una tendencia que avanza a pasos agigantados en el mundo y que está muy cerca de empezar a impactar en nuestra región, por lo que debemos anticiparnos y prever los posibles efectos a los que nos enfrentaríamos. Ya sea por temas políticos, comerciales o aquellos propios del mercado, la porcicultura tendrá una nueva batalla que librar en pro de su supervivencia.

By: Charly the Economist