12 de julio de 2023/ Gobierno de Castilla y León/ España.
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El mes de marzo fue cálido y seco, pero le siguió un mes de abril -fundamental para el desarrollo del cereal- extremadamente seco, con un déficit hídrico del 80 % y muy cálido, lo que afectó negativamente al desarrollo del cultivo. La ausencia de lluvias ha continuado en mayo, con un déficit de un 26% respecto a un año normal, y las lluvias aparecieron en los últimos días del mes, en algunos casos en forma de tormentas y con granizo en determinadas zonas. Junio ha sido muy húmedo, con precipitaciones un 121% superiores a la media, pero las lluvias han llegado tarde para el cereal de invierno, aunque sí han beneficiado a los cultivos de primavera.
Estas inclemencias meteorológicas han provocado que la producción estimada alcance los 3.24 Mt, lo que supone una reducción del 52% respecto a la media de los últimos cinco años (6.7 Mt) y que sea un 37% inferior a la de la campaña pasada, que, sin ser buena, alcanzó los 5.2 Mt. Estos datos muestran que la Comunidad está ante la segunda peor cosecha de este siglo, solo superada por la de 2017, cuya producción fue únicamente de 2.7 Mt.
Además, como muestra también del efecto de la sequía generalizada en esta campaña es ilustrativo valorar la afección en una comarca cerealista caracterizada por sus altos rendimientos como es la Bureba, en Burgos. Es significativo observar cómo su producción, que se estima en 200 000 toneladas, se ha visto reducida en un 46% respecto a la media de los cinco últimos años.
El descenso en Castilla y León es similar al sufrido en toda España, donde apenas se recogerán 8.3 Mt, de las que Castilla y León aportará en torno al 40%, un peso similar al de un año normal.