La productividad animal está ligada a la existencia o no de organismos patógenos
en su tracto digestivo. Hasta muy recientemente, el uso de promotores de crecimiento
de tipo antibiótico ayudaba a controlar el crecimiento de estos microorganismos
y a mantener un equilibrio deseable en la flora intestinal. La prohibición o
restricción de uso de muchos de estos aditivos ha llevado a la búsqueda de nuevas
alternativas entre las cuales se encuentran los probióticos.
Los probióticos se definen como cualquier agente vivo que utilizado como aditivo
alimentario beneficia al animal hospedador mediante su influencia en el equilibrio
de la flora intestinal. El uso de microorganismos en alimentación animal con
esta finalidad viene regulado por las directivas EEC 70/524 y 94/40/EC y son
esencialmente cepas bacterianas gram positivas de los géneros
Lactobacillus,
Enterococcus, Pedicoccus y
Bacillus, hongos microscópicos tipo
Aspergillus
y levaduras de la especie
Sacharomyces cerevisiae. El grupo probióticos
recoge pues una serie de microorganismos diversos con propiedades diferentes
lo que hace muy difícil su estudio conjunto. Así, por ejemplo, las levaduras
son organismos eucarióticos resistentes a los agentes antibacterianos mientras
que las bacterias son procarióticos y más sensibles.
Lactobacillus y
enterococcus se encuentran en el tracto digestivo de una forma natural
mientras que bacilos y levaduras no son tan frecuentes. A fin de evitar confusión,
debe diferenciarse entre los probióticos, ya definidos, los prebióticos y los
simbióticos. El término prebiótico se utiliza para definir a aquellos aditivos
alimentarios, en general de origen hidrocarbonado, no susceptibles por su propia
naturaleza a la acción de las enzimas endógenas del animal y que benefician
su crecimiento estimulando de forma selectiva el crecimiento o la actividad
de ciertos microorganismos beneficiosos presentes en el tracto digestivo del
animal. Los probióticos, pues, actúan de forma más directa que los prebióticos
a nivel del tracto digestivo. Un producto simbiótico es aquel que incluye en
su composición un probiótico y un prebiótico.
Los efectos beneficiosos de la ingestión de probióticos han sido reconocidos
desde antes de la aparición de la ganadería industrial. De hecho, se ha atribuido
al consumo de yogurt, rico en el probiótico
Lactobacillus acidophilus
la alta esperanza de vida de los campesinos de Turquía, Bulgaria y otros países
del Este de Europea. Más recientemente, se ha reconocido su efecto beneficioso
en humanos en áreas tan diversas como el estreñimiento, la colitis, la flatulencia,
la intolerancia a la lactosa, el cáncer y las reacciones alérgicas. A efectos
prácticos no es fácil indicar qué características debe reunir un probiótico
para que su uso en forma continua como aditivo del pienso sea rentable para
el productor. De hecho, muy pocos trabajos científicos realizados en porcino
adulto en condiciones experimentales han conseguido demostrar su eficacia de
una forma significativa.
El mecanismo de acción de los probióticos no está dilucidado, existiendo sólo
teorías en base generalmente a estudios in vitro. Las más aceptadas a nivel
científico están relacionadas de una u otra forma con su función de barrera
al desarrollo de microorganismos perjudiciales y son las siguientes:
- El probiótico se adhiere a la mucosa intestinal compitiendo con los microorganismos
indeseables que gozan de menor capacidad.
- El probiótico produce ácidos grasos volátiles que ayudan a mantener un pH
beneficioso para el desarrollo de bacterias ácido lácticas en detrimento de
coliformes y otros microorganismos patógenos.
- El probiótico produce sus propias bacteriocinas, una familia de péptidos
bioactivos con actividad bacteriostática sobre gérmenes Gram positivos (y
probablemente sobre algunos Gram negativos).
- El probiótico mejora la inmunidad intestinal evitando la acción de ciertos
vectores, tales como rotavirus, organismos inductores de numerosos procesos
diarreicos.
- El probiótico reduce la concentración en plasma de ciertos metabolitos perjudiciales
tales como amoniaco y endotoxinas.
Como consecuencia, probablemente la acción de los probióticos es superior cuando
la carga microbiana del tracto digestivo es elevada. De hecho, la suplementación
con probióticos de dietas para animales gnotobióticos (libres de gérmenes) no
solo no es positiva sino que reduce el crecimiento y la productividad.
Desde un punto de vista práctico es difícil recomendar o no el uso de probióticos
y aún más el determinar cuál de ellos es el más apropiado para una granja o
empresa en particular. En cualquier caso es importante destacar varios aspectos:
- Los probióticos funcionan mejor en granjas con pobres condiciones sanitarias,
alta carga microbiana y densidades elevadas.
- La eficacia de los probióticos en base a parámetros productivos objetivos
(aumentos de peso e índices de conversión) es difícil de demostrar en condiciones
experimentales e incluso de campo. Efectos más cualitativos, tales como mejor
aspecto de los animales, menor incidencia de procesos diarreicos inespecíficos
y reducción de la mortalidad, son más fáciles de visualizar.
- La respuesta a la suplementación probiótica es muy variable aún tratándose
de lechones destetados precozmente y por tanto difícil de evaluar desde un
punto de vista económico. Un reciente trabajo de revisión alemán que incluye
23 trabajos en lechones, observa respuestas en crecimiento por la adición
de probióticos que variaban desde -8% hasta + 24% en relación al control negativo.
- La probabilidad de que un probiótico sea beneficioso aumenta en situaciones
de estrés y en el caso de animales en el límite de su capacidad preventiva.
Lechones destetados precozmente y cerdas de alta producción en inicio de la
lactación serían a este particular los animales más beneficiados. Otra situación
lógica sería tras un período prolongado de tratamiento antibiótico.
- Para asegurar la eficacia de un probiótico este debe suministrarse a la
dosis adecuada en forma continuada. La eficacia de megadosis única es dudosa.
- Los probióticos no son antibióticos y no cabe esperar de ellos una eficacia
similar. De hecho es complicado demostrar su eficacia en combinación con antibióticos
de amplio espectro.
- La probabilidad de que un probiótico mejore la productividad del animal
es superior con productos registrados que con productos sin registrar. El
cumplimiento de la directiva 94/40/EC permite asegurar unos controles básicos
sobre la identidad, concentración, seguridad y eficacia del producto. Cabe
destacar que el criterio utilizado para seleccionar una cepa previo a su producción
y uso industrial como probiótico incluye las siguientes valoraciones:
- Viabilidad y estabilidad contrastada durante los procesos de fabricación
y de almacenaje.
- Resistencia a la granulación y a la expansión, bien sea por naturaleza
propia, bien por presentación en forma de esporas o encapsulamiento.
- Capacidad de sobrevivir en el tracto digestivo a pesar de los cambios
de pH (ácido en estómago y alcalino en ciertas partes del intestino) y
de la presencia de sales biliares.
- Carencia de propiedades patógenas.
- Eficacia demostrada en condiciones de campo para la especie destino.
En conclusión, los probióticos son aditivos que pueden utilizarse como alternativas
a los antibióticos pero con menor eficacia. Su uso mejora las condiciones del
tracto intestinal tanto en humana como en animales pero no sabemos aún su mecanismo
de acción. Es en cualquier caso un área de futuro y nuestra recomendación es
sólo utilizar productos de eficacia probada, a la dosis adecuada y que hayan
sido aprobados en la UE-15.