La diarrea es la enfermedad más habitual en los lechones lactantes. Los fallos de manejo, la falta de higiene y las malas condiciones ambientales en la sala de partos pueden desencadenarla e intervendrán, como causa última, uno o más agentes infecciosos que actúan a favor de las circunstancias predisponentes.
La diarrea causa bajas soportables cuando las condiciones de la granja son adecuadas, pero puede matar o retrasar a un porcentaje considerable de lechones.
El diagnóstico diferencial trata de encontrar la solución al problema investigando la causa. La actitud no debe ser enviar sin más muestras al laboratorio porque el diagnóstico comienza con una observación cuidadosa de los factores desencadenantes.
Por ejemplo, un porcentaje elevado de diarreas en lactantes están causadas por una hipogalaxia o agalaxia en las cerdas que, a su vez, pueden tener orígenes diversos. Es común que, en verano, aparezcan diarreas que afectan a casi todas las camadas en las granjas que no disponen de refrigeración en partos y cuyo origen está en la hipogalaxia que causa el insuficiente consumo de pienso por las cerdas debido al exceso de calor. El laboratorio aislará Escherichia coli y es una diarrea colibacilar, pero no se corrige con un tratamiento específico porque la causa final no es la colibacilosis, sino que ésta es una consecuencia de la hipogalaxia de las cerdas. También puede suceder lo contrario: la debilidad que causan en los lechones el frío, una infección congénita por el virus del SRRP u otros factores hace que no mamen adecuadamente y que padezcan una diarrea secundaria.
La conclusión es que el diagnóstico diferencial de las diarreas en lactantes empieza en la granja. Como en casi todos los problemas, el laboratorio es un soporte, a veces imprescindible, del trabajo previo en la granja.
Los agentes etiológicos que pueden causar diarrea en lactantes son muy diversos. En la mayoría de las ocasiones el agente es E. coli. Salvo en contadísimas excepciones la colibacilosis es una consecuencia de los errores citados de manejo, higiene y condiciones ambientales. Siempre se encuentra E. coli en heces de lechones y si el diagnóstico se hace exclusivamente mediante su aislamiento y se intenta controlar la diarrea sólo con antibióticos (incluso con antibiograma), lo único que se conseguirá al cabo del tiempo es seleccionar una flora colibacilar resistente a los antibióticos y agravarla. En el laboratorio encontramos cada vez más cepas resistentes y resistencias a un espectro más amplio de antibióticos.
Una diarrea habitualmente fácil de diagnosticar clínicamente es la enteritis necrosante del lechón lactante causada por Clostridium perfringens tipo C, típica de granjas con malas condiciones higiénicas, pero que puede verse en granjas con condiciones razonables. La bacteria está en las heces de las cerdas sanas y coloniza el intestino del lechón normalmente sin causar problemas. Produce toxina ß, sensible a la tripsina, que sólo actúa cuando los lechones toman calostro porque éste contiene inhibidores de esta enzima. Causa una diarrea, muchas veces sanguinolenta, que afecta a lechones de 1 a 4 días con mortalidad próxima al 100 %.
Una clostridiosis más común es la diarrea recurrente de lechones lactantes y destetados causada por Cl. perfringens de tipo A, que produce toxina alfa. Hay eliminación de heces cremosas blanquecinas o amarillentas, a veces con burbujas de gas, que manchan el periné de los lechones y un retraso del crecimiento considerable de éstos. En lactación, sólo afecta a lechones de cerdas que no tienen suficiente cantidad de anticuerpos específicos en el calostro y en la leche, generalmente primerizas.
La coccidiosis da un cuadro clínico similar: diarrea pastosa amarillenta o grisácea que mancha el periné y retraso del crecimiento. Afecta normalmente a lechones de más de 5-7 días de vida.
Entre las gastroenteritis víricas, la gastroenteritis transmisible es extraordinariamente rara en España. No pasa desapercibida porque, cuando afecta por primera vez a una granja, causa una mortalidad del 100 % en los lechones menores de 15 días, que va disminuyendo al aumentar la edad.
La diarrea epidémica porcina de tipo II es mucho menos común en España que la de tipo I, que no afecta a lactantes. Tampoco pasa desapercibida porque cuando aparece por primera vez en una granja, afecta a los cerdos de todas las edades y puede causar mortalidades en lactantes de más del 50 %.
Las infecciones por rotavirus son enzoóticas. Generalmente las cerdas tienen anticuerpos suficientes para proteger a sus camadas y por ello las infecciones suelen ser subclínicas. La diarrea por rotavirus afecta a lechones a partir de los 7 días de vida y, si no se complica, es una diarrea leve de 2-3 días de duración con eliminación de heces blancas o amarillentas de una consistencia acuosa solo en los casos más graves.
En la granja, el cuadro clínico, las lesiones macroscópicas y la epidemiología deben orientar el diagnóstico. No obstante, para conseguir un diagnóstico exacto en muchas ocasiones será necesario el laboratorio. Para que pueda hacer su trabajo, es imprescindible que reciba las muestras adecuadas tanto en número como en calidad.
Puesto que las técnicas a emplear son muy variadas, ante un problema grave, lo mejor es hablar antes con el laboratorio para determinar qué muestras y cuántas muestras son necesarias. En caso contrario, siempre nos encontraremos con un diagnóstico de colibacilosis porque E. coli será el germen de salida en cualquier diarrea en lactantes.