Cáceres, R., Marfà, O. IRTA. España.
14-may-2008 (hace 16 años 6 meses 7 días)
Introducción
En el siglo XX, a partir del desarrollo de la indústria química, la fertilización orgánica de los suelos fue substituida por los abonos inorgánicos de síntesis de manera que el consumo de estos fertilizantes creció de manera importante desde el año 1955 (Figura 1).
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Figura 1. Evolución del consumo de fertilizantes y de la superfície fertilizable en España desde la segunda mitad del siglo XX. Elaboración propia a partir de datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
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Por otra parte, la generación de residuos orgánicos ha ido aumentando en gran medida debido al desarrollo de la sociedad occidental que pone en el mercado una cantidad importante de alimentos, cuyos procesos de producción para obtenerlos y transformarlos, acaban generando ingentes cantidades de residuos orgánicos.
La vocación natural de estos materiales es su retorno al suelo, una vez están estabilizados mediante compostaje (convirtiéndose en compost), con la finalidad de reutilizar los minerales que los cultivos extrajeron y para mantener o incrementar el nivel de materia orgánica del suelo.
Beneficios y precauciones
El uso de composts en agricultura posibilita la substitución de un abono mineral de síntesis por uno orgánico. No obstante, la utilización de composts, en los sistemas agrícolas actuales en los que se necesita, es compleja.
Fertilidad
Los composts contienen elementos fertilizantes en proporción baja respecto a los fertilizantes minerales de síntesis. En primera instancia, esto conlleva que el coste de aplicación del compost sea considerablemente mayor que el derivado de la aplicación de abonos inorgánicos. Por otra parte, los composts presentan un contenido de materia orgánica alto. Esto supone múltiples ventajas en la aplicación agrícola ya que contribuye a la mejora del medio edáfico (propiedades físicas, químicas y biológicas), hecho imprescindible para garantizar la sostenibilidad de los sistemas agrícolas. En el caso de la utilización como sustrato, el mismo compost sirve de soporte físico de las plantas, circunstancia que -por otra parte- hace aumentar significativamente la exigencia de calidad que se le debe pedir al compost.
Otro aspecto a tener en cuenta en cuanto a la fertilidad propia de los composts es la forma en que estos nutrientes están disponibles en él y, además, cómo se van a ir liberando a lo largo del tiempo. Los composts poseen la mayor parte del nitrógeno (N) en forma orgánica y éste se irá mineralizando en función de las condiciones del suelo en el que se aplique. Desde este punto de vista, la aplicación de compost como fertilizante origina incertidumbre en cuanto a la disponibilidad de nutrientes para la plantas. Por ello, una vez que el compost se incorpora, es necesario analizar el suelo para controlar los niveles de nutrientes y ajustar la fertilización en función de la liberación que se produzca y de las necesidades del cultivo.
La Figura 2 muestra la liberación de nutrientes en un compost de estiércol empleado como ingrediente en la fabricación de sustratos. Se puede observar que la liberación inicial de nutrientes es muy elevada. Inicialmente, el compost poseía un contenido de N en forma nítrica muy alto. De esta manera, en los primeros riegos, este nitrógeno se perdió por lixiviación. Por otra parte, si el contenido de nutrientes de un compost es elevado, su salinidad suele serlo también; esto puede comportar problemas ya que hay iones que pueden resultar tóxicos para las plantas a determinadas concentraciones. Además, en caso de aplicación del compost en el suelo y a dosis elevadas, se puede producir una salinización paulatina del medio.
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Figura 2. Evolución de la concentración de nitratos en un cultivo de adelfa (Nerium oleander L.) sobre sustrato a base de compost de estiércol de vacuno (COM) y sobre un sustrato a base de turba que es el sustrato de referencia (REF). La línea SN hace referencia a la concentración de nitratos en la solución nutritiva. Fuente: Cáceres, R. y Marfà, O. 2003.
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Estabilidad
Es de vital importancia disponer de un compost con una alta estabilidad y una relación C/N equilibrada. Efectivamente, en composts con contenido de N muy bajo y materia orgánica inestable se puede producir inmovilización de N. Dicha inmovilización consiste en que, el compost, al ser inmaduro, evoluciona si las condiciones son óptimas para el desarrollo microbiano (disponibilidad de agua, de oxígeno y de nitrogeno); así, si el medio no dispone de suficiente N, el que debería estar disponible para el crecimiento vegetal, es utilizado por los microorganismos para llevar a cabo su actividad biológica de descomposición de la materia orgánica. Esta utilización conlleva que las plantas vean reducido su crecimiento y se vuelvan cloróticas.
La fotografía adjunta muestra un ejemplo de inmovilización de N en una planta de durillo (Viburnum tinus L.) que se cultivó en un sustrato compuesto por corteza de pino inmadura -parcialmente compostada- y turba.
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Consideraciones finales
No hay que olvidar que el compost, en función de su origen y calidad, puede contener concentraciones apreciables de metales pesados, otros compuestos químicos contaminantes o microorganismos patógenos que pueden comprometer la calidad del suelo, especialmente cuando se realizan aplicaciones repetidas y en dosis altas. La gran disponibilidad de materiales orgánicos (algunas veces de mala calidad) en algunas zonas, puede crear una presión importante sobre las tierras de cultivo susceptibles de admitir compost. No obstante, se debe exigir que el compost que se destine a usos agrícolas contenga niveles de contaminantes bajos y, por tanto, se prime la protección y la conservación de la calidad de los suelos por encima de la necesidad de aplicar composts de mala calidad.