Algunos hechos sobre la vacunación contra la Fiebre Aftosa

John D. Mackinnon
28-may-2001 (hace 23 años 6 meses 24 días)

Los encargados de planificar y supervisar las medidas de control del tremendo brote de fiebre aftosa (FA) en el Reino Unido se encontraban desde el principio ante una “misión imposible”. Cualquiera que fuera la decisión que se tomase, habría críticas procedentes de alguna parte. En plena crisis de la epidemia, se produjo una presión política para inducir al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAFF) del Reino Unido, para que implantase una política de vacunaciones. Esta opinión era respaldada por muchos políticos, los defensores de los derechos de los animales y la población urbana, pero se oponían la mayoría de los veterinarios y ganaderos. Este artículo trata de explicar algunos de los argumentos sobre vacunación desde nuestra perspectiva.

Historia de la vacunación

En todo el mundo se utilizan al año aproximadamente 1,5 miles de millones de dosis de vacuna frente a la FA. En algunos países en los que la FA es endémica o bien representa una amenaza constante, es una política general vacunar al ganado vacuno de forma rutinaria; ni las ovejas ni los cerdos no deberían vacunarse a menos que se produjese un brote. Hasta 1991, en los países europeos, con la excepción del Reino Unido, Grecia y Escandinavia, el ganado vacuno adulto recibía una dosis anual y los terneros de más de cuatro meses de edad, dos. Se hizo evidente que esta política no era efectiva y, a pesar de la vacunación, se produjeron 1.794 brotes en regiones vacunadas entre 1980 y 1988. Desde 1991, toda Europa adoptó la política de erradicación, apoyada por los países que no vacunaban.

Tipos de vacunas

Hay siete tipos conocidos de virus de la FA y muchos subtipos dentro de cada uno de ellos. Las vacunas no ofrecen una protección cruzada contra todos ellos. El virus presente actualmente en el Reino Unido es el tipo O, subtipo PanAsia.

Las vacunas se obtienen a partir de cultivos de virus en tejidos que luego se inactivan químicamente. El uso de virus vivos modificados se considera demasiado arriesgado. Las vacunas de organismos muertos deben llevar un adyuvante que confiera la inmunidad suficiente en los animales. El adyuvante para el ganado vacuno y las ovejas es hidróxido de aluminio, pero para los cerdos es preciso utilizar aceite mineral.

Por lo general, se preparan vacunas monovalentes, pero en los países en los que circula más de un tipo de virus, se pueden utilizar las vacunas polivalentes correspondientes.

Logística

Está claro que en la epidemia del Reino Unido sería necesario vacunar a un gran número de animales, si fuera éste el método elegido para controlar el brote. La primera ronda de vacunaciones probablemente tendría que haber sido de dos dosis con un intervalo de un mes entre ellas, aunque se diga que una única dosis podría conferir inicialmente una protección suficiente. Se necesitaría una dosis de recuerdo después de seis meses. Si hubiera que vacunar a los 60 millones de animales susceptibles del Reino Unido, el número estimado de horas-hombre necesarias para llevar a cabo la tarea de administrar una sola dosis, sin contar el encierro y el dominio de los animales, es de 2 millones o de alrededor de 53.000 semanas-hombre. Para administrar la vacuna con unas garantías mínimas, habría sido necesario utilizar a unas 53.000 personas. La vacunación profiláctica en masa no es, por consiguiente, logísticamente factible para hacer frente a un brote. El uso de una política de “barrera de fuego” o de vacunación en círculo que incluyera una región necesitaría bastante menos mano de obra, pero aún así, la cantidad necesaria de personal entrenado todavía sería elevada para conseguir una protección rápida. Además de la administración de la vacuna, cada animal vacunado debe ser identificado y registrado, algo que hay que añadir al esfuerzo logístico.

Eficacia de la vacuna

La vacuna no evita que los animales que estén incubando la FA desarrollen la infección y se conviertan en portadores del virus. Estos animales podrían iniciar nuevos brotes. Por otra parte, los animales vacunados que posteriormente entraran en contacto con el virus podrían llegar a ser portadores de la misma forma que los animales infectados de forma natural se vuelven portadores después de la infección. La experiencia de campo es que la vacunación reduce la enfermedad, pero no evita la infección y permitirá la persistencia del virus en la población. En Oriente Medio, donde se utiliza actualmente la vacuna, siguen produciéndose brotes.

Problemas potenciales

Aparte de los problemas obvios de logística y de eficacia incompleta, existen otros problemas asociados a la vacunación contra la FA. Estos están relacionados con un comercio internacional muy valioso de animales de alto valor genético, semen, carne y productos lácteos, incluido el chocolate con leche. La política de sacrificios tendría que continuar independientemente de la vacunación. Si se llevara a cabo la vacunación, el país en cuestión no recobraría su categoría de exento de FA hasta 12 meses después del último caso, ó 12 meses después de la muerte del último animal vacunado. Para facilitar las cosas, todos los animales vacunados deberían ser sacrificados cuanto antes. Esto no sería práctico si se hubiera empleado la vacunación en masa, ni donde se hubiera aplicado la política de la “barrera de fuego” o la vacunación en círculos, siendo el resultado neto el probable sacrificio de mayor número de animales que el que hubiera sido necesario sin vacunación. La vacunación de cerdos presenta un problema particular porque las vacunas disponibles hasta ahora no ofrecen el mismo grado de protección que proporcionan para el ganado vacuno y provocan abortos y nacimiento de lechones muertos. Los adyuvantes oleosos ayudan a aumentar la inmunogenicidad, pero provocan daños tisulares y con ello decomisos en las canales. Existen pruebas diagnósticas que diferencian entre anticuerpos de vacuna y anticuerpos de virus campo, pero la realización de serologías para llevar a cabo la diferenciación práctica en el campo después de la epidemia representa otra pesadilla logística.

Implicaciones para el comercio

El Reino Unido ha suministrado durante muchos años valiosas razas de cría, semen y embriones a otros países de todo el mundo. Una política de vacunaciones impediría un retorno rápido a la normalidad y privaría a los mercados tradicionales de estas mejoras genéticas, además de tener un efecto negativo importante sobre la viabilidad de la industria de razas puras del Reino Unido. La exportación de carne, leche entera, leche en polvo, queso, chocolate y otros productos lácteos, pieles, vellones y lana de animales se vería perjudicada durante años. Además, algunos países pueden negarse a importar productos que pudieran potencialmente estar contaminados con virus, como las semillas de cereales. Si el Reino Unido no puede exportar estos artículos, el número de animales descenderá y esto tendrá graves consecuencias para las industrias afines y para los productores de cereales.

El futuro

El principio de la vacunación tiene una cierta ventaja pero se necesita una considerable labor de desarrollo y debe haber un acuerdo internacional sobre la política a seguir y si el comercio libre va a continuar con la vacunación. Sin embargo, mientras la mayoría de los países productores de ganado adopten una política de erradicación, es poco probable que la industria farmacéutica vaya a invertir en más investigación en vacunas eficaces y seguras. En una situación ideal hay lugar para vacunas recombinantes polivalentes que se podrían usar con seguridad en las primeras fases de cualquier brote.