La peste porcina africana (PPA) es una enfermedad vírica letal y altamente contagiosa que afecta tanto al cerdo doméstico como al jabalí. Aunque España es un país libre de PPA desde hace casi 25 años, el virus ha comenzado a expandirse por el norte y este de Europa. Si llegase a España, los impactos sobre el sector porcino, la caza y el medio ambiente serían dramáticos, ya que supondría el sacrificio obligatorio de los cerdos de las explotaciones afectadas y mortalidades en las poblaciones de jabalí que podrían superar el 90 %.
El aumento constante de la abundancia de jabalíes en la Península Ibérica a lo largo de las últimas décadas se ha convertido en una causa creciente de conflictos con la ganadería y la sanidad animal. De hecho, esta especie cinegética es un elemento clave de la epidemiología de la PPA, pero también de la tuberculosis, por lo que es fundamental establecer protocolos de bioseguridad y estrategias de gestión poblacional orientadas a prevenir la expansión de infecciones mediante su detección temprana en las poblaciones naturales de jabalí. Para ello, es primordial el trabajo conjunto de científicos, cazadores, gestores y conservacionistas.
Este es el escenario que marcó el desarrollo de la Jornada sobre prevención de los efectos de la PPA para la conservación de la caza y la biodiversidad (PrePePA), celebrada ayer en la sede del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) en Ciudad Real gracias a un proyecto cofinanciado por la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica. El acto central de la jornada fue la conferencia impartida por el Dr. Christian Gortázar, catedrático de Sanidad Animal en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), bajo el título “Jabalíes, caza y sanidad – Preparados ante la PPA”. Tras exponer la situación actual de esta enfermedad en Europa y plantear las dificultades y oportunidades de mejora para la gestión racional de las poblaciones de jabalí, el Dr. Gortázar profundizó en los protocolos y estrategias que se deben adoptar para prevenir la expansión de la enfermedad y evitar situaciones de emergencia sanitaria.
En España ya se cazan más de 400.000 jabalíes al año, pero los datos científicos disponibles sugieren que sería necesario aumentar las tasas de extracción para estabilizar sus abundancias poblacionales. De este modo no solo se conseguirían reducir los riesgos sanitarios, sino que además disminuirían las incidencias por accidentes tráfico, los daños a la agricultura y los impactos negativos sobre el medio ambiente –como por ejemplo, el impacto que tiene su depredación sobre las especies de aves que anidan en el suelo, como la perdiz–, todos asociados con la sobreabundancia de jabalí. Por otro lado, hay que considerar que los residuos de los jabalíes cazados en los eventos cinegéticos –las vísceras y otros despojos de los animales abatidos– suponen un problema si se abandonan en el campo, ya que quedan a merced de otros jabalíes, potenciándose los riesgos de contagio en caso de infección. Así, es muy recomendable la destrucción de estos residuos mediante sistemas autorizados, o su eliminación eficaz a través de las aves necrófagas, ya que “los jabalíes darían buena cuenta de lo que no eliminaran los buitres”. La gestión de la sobreabundancia de jabalíes y la gestión de los residuos cinegéticos son problemas con muchas facetas que requieren la colaboración de todos los sectores implicados. En este sentido, el IREC aporta su esfuerzo buscando formas para mejorar la eficacia de la caza, aportando datos científicos que apoyan las reclamaciones de simplificación de algunas regulaciones que dificultan el ejercicio de la caza del jabalí, mientras que “el control de la sobreabundancia de jabalíes es un servicio que los cazadores prestan al conjunto de la sociedad”
La Jornada PrePePA concluyó con una interesante mesa redonda en la que se abordó el papel de la actividad cinegética en el control de la sobreabundancia de jabalíes y en la que se discutieron diversas estrategias para evitar el acceso de los jabalíes a los residuos de caza sin dificultar su práctica. En esta parte del acto se contó con la inestimable colaboración de Luis J. Romero, Jefe del Área de Epidemiología del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación; María Llanos Gabaldón, Jefa del Servicio de Caza y Pesca de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha; Juan Herrera y Nicolás Urbani, Director de la Escuela Española de Caza y Asesor Técnico Veterinario, respectivamente, de la Real Federación Española de Caza; Agustín Rabadán, Presidente de la Federación de Caza Castilla-La Mancha; Jaime Capilla, del Servicio de Sanidad Animal de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha; Luis Fernando Villanueva, Director General de la Fundación Artemisan; el Dr. Rafael Mateo, Director del IREC; y Tincho Dabezies, Sociólogo de la Universidad de la República (Uruguay) especializado en el estudio de la caza. Al acto asistieron además numerosos interesados del mundo de la caza y la gestión y conservación del medio ambiente, entre los que destacó la presencia e intervenciones de Santiago Ballesteros, abogado y asesor jurídico de la Federación de Caza de Castilla-La Mancha, la Oficina Nacional de la Caza y la Asociación de Rehalas Regionales Caza y Libertad; y del Dr. Diego Queirolo, Ecólogo de la Universidad de la República (Uruguay).
29 de noviembre de 2019 - IREC