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La política agroalimentaria de los últimos años en gran parte basadas en el principio de precaución, tiende a restringir el uso de agentes antimicrobianos como promotores de crecimiento en alimentación animal. El mayor impacto de esta medida ha tenido lugar en la producción de lechones destetados a menos de 21 d, donde los antibióticos habían mostrado su eficacia de forma plena. La retirada de estos productos ha dejado un hueco difícil de cubrir pero ha abierto nuevos campos para la utilización de aditivos tales como probióticos, prebióticos, extractos vegetales y ácidos orgánicos. Los extractos vegetales contienen numerosos principios activos difíciles de definir que son sintetizados de forma natural por las plantas. Muchos de ellos (orégano, ajo, pimienta, cítricos y otros) han sido utilizados durante siglos de forma sistemática en medicina humana por numerosas culturas y aun hoy día siguen siendo utilizados.
Componentes
La tipificación de los componentes activos de los extractos vegetales es una tarea ardua cuando no imposible de cumplir. En numerosas ocasiones encontramos alcaloides, terpenos, fenoles, alcoholes, aldehídos, cetonas y otros derivados aromáticos. La falta de tipificación reduce las garantías sobre la riqueza mínima en cada una de las sustancias activas. De hecho la riqueza varía según el origen de la planta, las condiciones de cultivo, época de cosecha y procedimiento utilizado en la extracción. Existen ya en el mercado productos que garantizan un mínimo en determinados principios activos obtenidos mediante síntesis de laboratorio y añadidos al producto original para garantizar un contenido mínimo.
Modo de acción
Dada la mezcla y variedad de compuestos activos presentes en los extractos cabe esperar la existencia de varios modos de acción trabajando de forma simultánea. Entre otros está documentado que pueden estimular el apetito, aumentar la producción enzimática, modificar la flora digestiva, aumentar el número de Lactobacillus, mejorar las microvellosidades intestinales, incrementar la digestibilidad de los nutrientes, reducir la intensidad de los procesos inflamatorios y disminuir la producción de toxinas y de amoniaco. Sin embargo, no todos los estudios encuentran los mismo efectos beneficiosos y de hecho numerosos trabajos no observan beneficio alguno de su adición al pienso. Un punto clave común a la mayoría de los extractos existentes en el mercado es el carácter antioxidante y antimicrobiano de muchos de los principios activos presentes en el mismo, fácil de demostrar mediante ensayos in vitro. El problema que se plantea es saber si la dosis recomendada por el fabricante es suficiente para mostrar actividad in vivo De hecho, se ha observado un efecto sinérgico antimicrobiano en condiciones de laboratorio entre los extractos vegetales y los ácidos orgánicos, pero no sabemos aún como capitalizar esta observación.
Condicionantes de uso
Con los conocimientos actuales es muy difícil recomendar cuando y como usar un extracto vegetal dado. Uno de los problemas es que estos productos no se contemplan como antimicrobianos por lo que no hay un registro obligatorio de los mismos a nivel de la UE. Probablemente su conveniencia de uso sea superior en animales jóvenes y en condiciones sanitarias mediocres. Faltan datos y mientras esto sea así, el costo por kg de dieta y la seriedad de la casa suministradora serán los puntos clave a considerar. Esta seriedad debe medirse en base a la trazabilidad, estabilidad frente a los procesos tecnológicos y el medio, consistencia de los análisis y documentación técnica utilizada.
Así lo ve Imasde