El sector porcino afronta cada vez mayores desafíos, siendo el control de la sanidad uno de los más importantes y que actualmente se efectúa bajo una presión creciente por reducir y limitar el uso de antibióticos. Este escenario sitúa a la bioseguridad como una herramienta de primer nivel en la prevención de enfermedades (Wood et al., 2011).
En este contexto, parece que todos los caminos conducen a la bioseguridad, parafraseando el refrán español, y según los últimos estudios, parece que la mejor manera de abordar la bioseguridad no es la misma en todos los casos. Buccini et al. (2023) describen cómo los avances en bioseguridad son establecidos en función de la percepción y tolerancia al riesgo de las personas. De esta manera, encontramos dos realidades contrapuestas; una asociada a situaciones calificadas de alto riesgo, donde las decisiones deben tomarse rápidamente y de manera estricta y otra donde el riesgo percibido es menor y las respuestas son más graduales y menos efectivas.
En definitiva, para ser eficientes en bioseguridad y proteger nuestras granjas, no basta únicamente con ser técnicamente competentes, sino que también debemos conocer el entorno de aplicación y comprender a las personas encargadas de implementar las medidas propuestas.
En esta línea, la encuesta publicada por 3tres3 después del webinar sobre bioseguridad del pasado mes de octubre, mostró algunos aspectos interesantes respecto de la opinión de los profesionales del sector que contestaron, incluyendo más de 400 respuestas de varios países.
Las preguntas planteadas y los resultados obtenidos fueron los siguientes:
La respuesta mayoritaria fue que en ambas (62.9 %), considerándose que los fallos en bioseguridad son generalizados y afectan por igual a la bioseguridad interna y externa, quedando los fallos en bioseguridad interna en segunda posición a gran distancia.
La base de datos de Biochek.Ugent cuenta en la actualidad con 54 339 encuestas realizadas para evaluar la bioseguridad en granjas de porcino. Según la misma, la bioseguridad interna suele salir de manera general peor valorada, siendo las medias a nivel global de 76 y 69 % respectivamente (febrero de 2024) tanto en granjas de cría como en engordes, definiéndose en muchos casos como la gran olvidada, como muestran los gráficos 2-5 (Biocheck.UGent en Proyecto Prohealth EU).
También resulta interesante observar que, según la encuesta de 3tres3, España es el país más consciente, con diferencia, de que la bioseguridad interna es la peor valorada en general, mientras que el resto de los países consideran que tanto externa como interna resultan con puntuaciones similares (gráfico 6). Es posible que esto se deba al gran trabajo de información al respecto desarrollado en el sector en España.En cuanto a la categoría profesional, resulta interesante observar que son los investigadores los que en un mayor porcentaje aciertan en señalar a la bioseguridad interna como la que peores valoraciones obtiene.
La respuesta más habitual, (51.0 %) de los casos, fue ‘Implementar medidas rápidas y estrictas’ aunque seguida de cerca por ‘implementarlas poco a poco’ (41.3 %). Según los últimos estudios de comportamiento en bioseguridad (Buccini et al.) la primera es la correcta en situaciones de alto riesgo y coincide con lo que nos muestra la encuesta, con puntuaciones más altas en países fuertemente amenazados por la PPA, como son Vietnam y Rusia, por lo que puede asociarse su respuesta con la percepción de esa grave amenaza. Solo en situaciones de un alto estatus sanitario y por tanto con un riesgo percibido menor, podría plantearse una implementación más paulatina de los protocolos de bioseguridad (i.e., países de elevado estado sanitario general como Brasil o Argentina).
En cuanto a las opiniones en función del rol del encuestado, el rango de opiniones es estrecho entre los diferentes profesionales. Así, observamos que son los ganaderos los que prefieren proponer mayoritariamente intervenciones rápidas y estrictas (56.48 %) y los agrónomos los que prefieren, también mayoritariamente intervenciones paulatinas (48.83 %).
El rechazo a tener gatos para el control de roedores es mayoritario (77.90%), aunque parece que, con gran margen de mejora, pues a un 22.1 % de los encuestados les parece bien tenerlos. Hay dos países muy a la cabeza en cuanto a evitar tenerlos (Vietnam y Rusia, 89.18 y 93.33 % respectivamente), quizá también relacionado con la percepción de la amenaza de la PPA. En cuanto a los roles asociados son estudiantes y veterinarios los que muestran un mayor porcentaje de rechazo (93.75 y 83.90 %, respectivamente).
Conclusiones
Los resultados de esta encuesta muestran que, aunque la percepción sobre la bioseguridad y su implementación en general están en la dirección correcta, aún tienen gran margen de mejora entre muchos profesionales del sector, que no son conscientes del todo de que la bioseguridad interna sale frecuentemente peor valorada que la externa, así como de las ventajas de una aplicación rápida y estricta de los protocolos de bioseguridad en situaciones de alto riesgo, así como de los riesgos de mantener gatos para el control de roedores.
Todo ello nos debe motivar a mejorar la información ofrecida en nuestras granjas con encuestas bien estructuradas y estandarizadas a nivel internacional como Biocheck UGent. Además mediante el ADA Biocheck se podrán efectuar estudios más detallados sobre los factores que afectan a la bioseguridad no solo en granjas individuales sino también en grupos de granjas o empresas, promoviendo acciones más concreta correctivas y formativas tanto para personal de granja, veterinarios, consultores o investigadores) buscando siempre la mejora de la bioseguridad, debiendo considerarla siempre como un trabajo 24/7.