La salud intestinal es un campo complejo que todavía estamos tratando de descifrar, pero cada vez hay más evidencia que respalda el uso de probióticos en la producción animal para promover un intestino más saludable (Aluthge et al., 2019). La realidad es que no existe una única forma correcta de promover la salud intestinal. Sin embargo, la creciente presión para limitar el uso de antibióticos y de los altos niveles de zinc y cobre obliga a la industria a buscar formas alternativas de obtener un rendimiento óptimo mientras se mantiene una población saludable. Los probióticos pueden ser eficaces si se utiliza la dosis correcta, de las cepas adecuadas, para abordar un problema relacionado con su modo de acción.
¿Existen ciertas prácticas en relación con la dieta o de manejo más adecuadas para la suplementación con probióticos?
Se ha publicado que la alimentación de cerdos con harina de pescado promovió un ambiente con mayor susceptibilidad a la diarrea debido a una mayor abundancia de especies de Escherichia y Shigella (Cao et al, 2016). La alimentación de cerdos con niveles elevados de DDGS de maíz alteró la microbiota del colon, lo que aumentó la susceptibilidad a la colitis (Burrough et al., 2015) y a la disentería porcina (Wilberts et al., 2014). Se puede plantear la hipótesis de que los probióticos que reducen los patógenos intestinales, mejoran la función de la barrera intestinal y estimulan la respuesta inmune, pueden aumentar la resistencia a enfermedades potenciales causadas por algunas dietas convencionales. El tratamiento con amoxicilina en cerdos de un día de vida, suprimió la diversidad microbiana hasta 5 semanas después de la administración (Janczyk et al., 2007), lo que presenta una oportunidad para que los probióticos restablezcan y desarrollen el microbioma porcino normal después del tratamiento profiláctico con antibióticos. También es posible que los cerdos alimentados con dietas totalmente vegetales se beneficien de una mayor digestibilidad de los nutrientes y capacidad de fermentación de determinadas cepas de probióticos, especialmente durante periodos de producción insuficiente de enzimas digestivas como es la fase de transición.
¿Existe un momento oportuno para administrar probióticos?
La colonización microbiana temprana del intestino es fundamental para la salud y el desarrollo a largo plazo (Yeoman y White, 2014), lo que sugiere la importancia de la suplementación con probióticos en animales jóvenes. Incluso existe una evidencia creciente de que la modulación del microbioma materno durante la gestación mediante la administración de probióticos a la cerda impulsa el desarrollo de la inmunidad innata en los recién nacidos (Ma et al., 2018). Es posible que los probióticos tengan mayores probabilidades de modular la microbiota en los animales jóvenes que en los cerdos de más edad, más maduros y con ecosistemas microbianos ya establecidos. Los lechones necesitan la mayor ayuda posible, razón por la cual las dietas de transición son las más complejas.
¿Cómo se mide la mejora en la salud intestinal?
Las mediciones directas de la salud intestinal (por ejemplo, estado oxidativo, producción de citoquinas, función de barrera intestinal) son difíciles de obtener sin el equipo adecuado o sin sacrificar animales. La ingesta de alimento puede ser un indicador indirecto de la salud intestinal, ya que los animales enfermos no comen debido al impacto negativo de la inflamación intestinal en el apetito (Willing et al., 2012). La puntuación fecal para detectar la incidencia de diarrea es bastante subjetiva, pero es una medición rápida y fácil que puede realizar cualquier persona. Si determinas las puntuaciones fecales, considera la posibilidad de que dos o más personas realicen estas observaciones y utilicen el promedio para minimizar la subjetividad. Otra medida indirecta es monitorear los cambios en la mortalidad a lo largo del tiempo. También puedes controlar la cantidad de intervenciones veterinarias; la incidencia de diarrea se minimiza en cerdos más sanos, lo que resulta en menos medicación. No es práctico ni prudente realizar una infección experimental introduciendo un patógeno entérico en la granja. En su lugar, considera alternativas menos arriesgadas para desafiar a los cerdos, como recortar los protocolos de higiene de la nave antes del llenado, manipular las temperaturas de la instalación o aumentar la densidad del ganado.
¿Puede considerarse una unidad de medida adecuada utilizar un recuento bacteriano, mediante una prueba diagnóstica, para evaluar las alteraciones de la microbiota, específicamente la reducción de patógenos intestinales?
Algunos diagnósticos solo indican la presencia de ciertos microorganismos, o la falta de ellos, pero no ofrecen información sobre cepas o cantidades específicas. La mayoría de las cepas de E.coli en el intestino no son patógenas (Stromberg et al., 2018), por lo que el recuento total de E. coli en las heces puede no ser una representación precisa del efecto inhibidor de un probiótico sobre la E. coli patógena. En este caso, es más apropiado medir los factores de virulencia expresados por estos patógenos para indicar su presencia. Sin embargo, los cerdos clínicamente sanos pueden tener cantidades elevadas de E. coli que expresan genes de virulencia, lo que hace que la aparición de estos factores por sí solos no sea una indicación clara de enfermedad (Schierack et al., 2006). Además, los microorganismos que se encuentran en la digesta o las heces pueden ser diferentes de los que se encuentran en la mucosa intestinal que interactúan con el sistema inmunológico del huésped (Van den Abbeele et al., 2011).
¿Un intestino más sano siempre da como resultado una mejora cuantificable en el rendimiento del crecimiento?
No, la suplementación con probióticos para promover la salud intestinal en granjas de alto rendimiento es más difícil de vender debido a la menor magnitud de respuesta, presumiblemente debido a que los cerdos ya tienen una buena salud, en comparación con las granjas de bajo rendimiento que tienen más margen de mejora. ¿Significa eso que los probióticos son opcionales en sistemas de producción saludables? No necesariamente, especialmente si consideramos a los probióticos como un "seguro" de la misma manera que lo hacemos con una vacuna para mejorar la resistencia a las enfermedades. Los probióticos de ninguna manera reemplazan a una vacuna, pero son una herramienta adicional en un programa sanitario eficaz para la población.