A raíz del 25 aniversario de 3tres3, me pidieron revisar y reflexionar sobre el artículo que escribí en el 2005 titulado “Erradicación del virus de PRRS: ¿de dónde venimos y a dónde vamos?”. Leer de nuevo el artículo me trajo buenos recuerdos y nostalgia de una época optimista donde los avances en el conocimiento de PRRS fueron significativos y esperanzadores, sobre todo avances que nos permitieron entender mejor cómo se transmitía el virus, cómo podíamos eliminarlo y cómo podíamos prevenir la entrada de nuevas cepas a granjas.
Reflexionando casi 20 años después, no deja de impresionarme lo que se conoce del virus y sobre todo lo que la industria porcina ha hecho para controlarlo, al menos en Estados Unidos. No conozco ninguna enfermedad porcina que haya cambiado de forma más radical el día a día de las granjas en EE.UU. Como dicen en mis tierras… ¡el PRRS puede mover montañas! Aunque no todos los cambios en los protocolos de bioseguridad, manejo del reemplazo, normas para los empleados o cambios estructurales de las empresas fueron debidos al PRRS, el PRRS fue el catalizador para muchos de ellos. Asimismo, estos cambios también han afectado al control y al conocimiento de otras enfermedades como el micoplasma, la diarrea epidémica porcina y lo más importante es que han instigado una actitud de mejora y cambios continuos que permiten que la industria porcina americana continúe siendo una de las más eficientes a nivel mundial. En otras palabras… ¡el PRRS nos ha obligado a ser mejores!
Sin embargo, estos avances no siempre se han materializado en un control ideal y sostenible de la enfermedad. El virus continúa cambiando y los retos son realmente frustrantes pues parece que tenemos que seguir aprendiendo las lecciones ya sabidas, y algún que otro capítulo nuevo. El reto es complejo y aún más considerando que los factores que dificultan el control de PRRS son estructurales, costosos y cambiantes.
¿Dónde estamos y a dónde vamos?
Viendo en retrospectiva estos 20 años debemos apreciar cambios incrementales que eventualmente serán transformacionales.
Uno de los cambios más importantes es el conocimiento que nos aporta la capacidad de crear bases de datos grandes, analizar esos datos y medir niveles de enfermedad de forma sistemática. Uno de los sistemas más novedosos y simples ha sido el proyecto que el Dr. Bob Morrison de la Universidad de Minnesota inició con el apoyo de veterinarios y productores que de forma voluntaria decidieron compartir datos de PRRS semanalmente. El MSHMP (Morrison Swine Health Monitoring Project), comparte datos de incidencia de PRRS en granjas de madres que representan más del 50 % de las reproductoras de EE.UU. Otras bases de datos han seguido esta iniciativa, sobre todo aquellas que permiten agregar datos diagnósticos.
Lo importante de estas iniciativas es que, hoy en día, existen colaboraciones entre las empresas y las universidades que permiten analizar patrones y cambios del PRRS mediante el uso del “Big data”. Estas bases de datos permiten incluir información de las secuencias del virus, movimientos de los animales, estados sanitarios, y más… y constituyen la base para aplicar la inteligencia artificial y así determinar patrones que no podríamos ver, si analizáramos esos mismos parámetros solamente a nivel individual.
El acceso e implementación del “Big data” y los algoritmos estadísticos como el “machine learning” continuarán revolucionando cómo entendemos y manejamos el PRRS.
Otro punto a recalcar en el área de diagnóstico es la secuenciación de todo el genoma del virus PRRS. Hoy en día existen métodos más baratos para secuenciar el virus, ya sea parcial o totalmente, que nos permiten entender mejor las claves genéticas del virus. Hay miles de secuencias siendo analizadas de forma continua que permiten determinar tendencias y predicciones. Un punto a enfatizar es que el virus de PRRS hace lo que sabe hacer…cambiar…. y nuevas cepas siguen apareciendo. El virus no solo muta rápidamente sino también se recombina lo cual da lugar a nuevas cepas estructuralmente diferentes que pueden resultar en un PRRS todavía más devastador.
En EE.UU cada 3-7 años aparecen cepas nuevas de PRRS que desplazan a otras cepas y que representan un terremoto en términos de pérdidas económicas.
En EE.UU vimos recientemente la aparición de la cepa 144 L1C y en España, la aparición de la famosa Rosalía que nos recuerdan que no podemos conformarnos en pensar que ya sabemos controlar el PRRS y debemos seguir luchando para mantenerlo fuera de las granjas.
¡Es frustrante ver la aparición de estas cepas nuevas cuando pensábamos que sabíamos controlar el virus! La aparición de estas cepas me sirve como recordatorio de que el control de PRRS debe incluir los cerdos de transición y engorde. Sabemos cómo eliminar el virus en los sitios 1, y lo podemos hacer de forma relativamente rápida y sencilla, pero lo que no sabemos hacer de forma consistente es controlar el PRRS en el postdestete. Tres puntos son necesarios:
- Destetar lechones negativos
- Prevenir la entrada de nuevas cepas (bioseguridad)
- Disminuir/prevenir la replicación viral en estos animales.
Necesitamos soluciones farmacéuticas ya sea productos antivirales o vacunas protectoras que permitan bajar la carga viral de forma significativa, que protejan frentes a múltiples cepas y que paren la transmisión del virus.
La frustración de la bioseguridad: el reto de implementarla de forma sistemática, sencilla, consistente y barata
Mi tema favorito pero el más frustrante de todos es hablar de “bioseguridad”. Aunque hemos avanzado muchísimo en entender como el virus se mueve y las compañías de producción han implementado protocolos de bioseguridad efectivos en muchos casos, debemos reconocer que los sistemas de producción son complejos y que la cadena de producción contiene muchos puntos críticos que son frágiles y que deben reforzarse sistemáticamente. Medidas de bioseguridad como filtración de aire, segregación, lavado y desinfección de camiones son imprescindibles, pero el reto sigue siendo su implementación de forma sistemática, sencilla, consistente y barata. A futuro seguiremos viendo como las empresas implementan programas de bioseguridad de forma eficiente, siempre y cuando el retorno en las inversiones de las medidas de bioseguridad se pueda justificar. Lo que si hemos aprendido es que antes de iniciar programas de eliminación del virus, primero debemos tener las medidas preventivas de bioseguridad en las granjas. En otras palabras, como dicen en inglés, ¡no debemos poner el carro por delante de los caballos!
Por último, no puedo dejar de mencionar la importancia que puede representar el disponer de animales resistentes al virus PRRS. Lo que parecía ciencia ficción es hoy en día una realidad gracias al uso de tecnologías que permiten editar el genoma del cerdo. Se ha demostrado que si se modifica el receptor que permite la infección del PRRS (receptor CD 163) los cerdos no se infectan. Este logro científico se debería celebrar y puede representar un cambio transformacional en cómo se afronta el control de PRRS. Sin embargo, la ciencia y el consumo de productos tecnológicamente alterados no siempre van de la mano y no está claro como el consumidor va a reaccionar al saber que la carne del cerdo puede haber sido editada genéticamente. En otras palabras, hay mucha incertidumbre sobre si los cerdos resistentes al PRRS realmente ocuparán un lugar importante en el mercado estadounidense.
¿Qué más debemos considerar?
El costo del PRRS es demasiado importante para ser ignorado. Debemos continuar viendo como implementar mejores medidas de control y enfocarnos en prevenir las infecciones no solo en los sitios 1 sino también en la fase postdestete, para posteriormente poder considerar programas de eliminación a nivel de sistema, región o país. Los programas de eliminación regionales serán posibles solamente si primero reforzamos la bioseguridad y la colaboración. Por último, debemos de esperar un mejor entendimiento de los aspectos genéticos y antigénicos de virus gracias a las bases de datos y a los análisis posibles con inteligencia artificial. Estos análisis pueden ser clave a la hora de desarrollar nuevas vacunas, nuevos productos antivirales o nuevos conocimientos que nos permitan de forma más efectiva evitar que el virus se mueva entre granjas.
Me gustaría concluir este artículo con la predicción de que en 20 años más, el virus PRRS ya no va a representar un reto para la industria porcina, sin embargo, estoy convencida de que continuará estando presente y causando problemas. Los productores y veterinarios continuarán generando información clave para seguir avanzando en el control del PRRS y este conocimiento permitirá el avance en otras enfermedades también de impacto para la industria porcina. ¡Esperemos que los avances sean significativos para que los productores mejoren su competitividad y el estado sanitario de sus granjas!