En la mayoría de granjas francesas, el ambiente de las naves que albergan cerdos de engorde se gestiona mediante un sistema de ventilación dinámica basado en el mantenimiento de una temperatura ambiente que favorezca el confort de los animales y un rendimiento zootécnico óptimo, tanto en términos de ganancia de peso como de conversión alimentaria. Se han realizado numerosos estudios sobre la influencia de la temperatura en el rendimiento de los cerdos de engorde, que han llevado a la introducción casi universal de una temperatura de consigna de unos 22 °C en las naves de engorde, temperatura próxima a la termoneutralidad.
En el norte de Europa, algunos países como Dinamarca y los Países Bajos aplican temperaturas fijas en torno a los 18 °C, con el objetivo declarado de mantener el rendimiento zootécnico y, sobre todo, reducir las emisiones de amoníaco.
Francia se ha comprometido a nivel europeo a reducir sus emisiones de amoníaco en un 15 % de aquí a 2030 con respecto a los niveles de 2005. Con un parque de granjas de más de 20 años, gestionadas por porcicultores con una edad media de 49 años, es necesario estudiar soluciones para la reducción de las emisiones que no requieran modificaciones estructurales y que se adapten a los edificios existentes.
El objetivo de este estudio fue analizar el efecto de una temperatura ambiente inferior a la termoneutralidad, tanto sobre el rendimiento zootécnico de los cerdos de engorde como en su rendimiento medioambiental (emisiones gaseosas y composición y volumen de purines).
Para ello, se realizó un ensayo en la estación experimental del Ifip en Romillé. Los ingenieros del IFIP diseñaron una unidad de temperatura controlada para mantener una temperatura ambiente constante durante todo el periodo de engorde, lo que permitió estudiar la influencia de la temperatura en el rendimiento zootécnico y medioambiental de los cerdos.
A efectos de las necesidades de este estudio, se aplicaron 3 niveles de temperatura: 16, 18 y 22°C. En paralelo, se alojaron cerdos de engorde en una sala de engorde convencional, con una temperatura fija de 22°C.
- Por lo que respecta al seguimiento del rendimiento zootécnico, los animales de las salas que participaron en el estudio se pesaron individualmente a la entrada, durante el cambio al alimento de acabado y en el momento del beneficio, con el fin de calcular la ganancia media diaria (GMD) de los animales. Se registraron el consumo de alimento por corral y el consumo de agua por sala y, junto con la ganancia de peso, estos fueron utilizados para calcular el índice de consumo (IC).
- En cuanto a los resultados medioambientales, se midió de forma semicontinua la concentración de amoníaco (NH3), óxido nitroso (N2O) y metano (CH4) en cada una de las salas implicadas en el ensayo. Se midió también el volumen de purín en cada pesada de los animales y se utilizaron muestras tomadas al mismo tiempo para determinar la composición de los efluentes para cada intervalo de temperatura.
En la unidad de temperatura controlada, la temperatura ambiente media alcanzó los objetivos fijados, es decir, 16, 18 y 22°C. En la sala de referencia, cuya temperatura fijada era de 22 °C, la temperatura ambiente media fue de 26,3±1,4 °C.
El rendimiento zootécnico de los cerdos criados en condiciones de menor temperatura no mostró diferencias estadísticamente significativas en cuanto al peso al beneficio, la GMD o la calidad de la canal. No fue posible realizar un análisis estadístico del IC, pero sólo la sala de 18°C presentó un valor medio inferior al de las otras tres (-0,17 puntos).
Las emisiones de amoníaco de las salas a 16 y 18°C presentaron una diferencia estadísticamente significativa en comparación con las de la sala de referencia a 22°C (-42 y -36% respectivamente para 16 y 18°C). Las emisiones de metano se redujeron en más de un 50% para las salas a 16 y 18°C en la unidad de temperatura controlada. Por contra, no se encontró ningún efecto para el óxido nitroso (N2O).
La exposición de los cerdos a temperaturas frías constantes durante todo el periodo de engorde se tradujo en una reducción de su consumo de agua y, en consecuencia, en una disminución del volumen de purín producido durante el engorde (-25%).
La reducción de la temperatura ambiente en las instalaciones de engorde es totalmente factible, sea cual sea la antigüedad del edificio y su configuración. Aunque habría que confirmarlo en una muestra más amplia de animales en relación con el aspecto del rendimiento zootécnico, esta práctica permitiría a muchas granjas reducir su contribución en términos de emisiones gaseosas.