Objetivo
Mejorar la calidad ambiental de la sala de partos tanto para cerdas como para los lechones ahorrando consumo energético.
Truco
Trabajando con un nido para lechones en la maternidad mejoramos la “convivencia térmica” entre cerdas y lechones. No olvidemos que son animales diametralmente opuestos en cuanto a requerimientos ambientales. Las cerdas están confortables con sensaciones térmicas de entre 15 y 20ºC y los lechones, sobre todo en los primeros días de vida, precisan una sensación térmica por encima de los 30ºC.
Explicación del truco
La salas de parto en esta granja tienen ya unos años y esto explica su diseño: las plazas de parto son grandes (anchura aproximada: 2 m), el suelo de cemento y rejilla de hierro y separadores entre plazas de cemento o barrotes metálicos. Esto hace que estas plazas sean térmicamente frías para los lechones recién nacidos.
Bidón de plástico de sección cuadrada (izquierda) y contenedor de líquidos recortado (derecha)
En la sala de partos “I+D” hemos probado varios “prototipos” (todos ellos muy económicos) y nos hemos quedado con un nido que nos sirve para dos plazas.
Con este nido doble hemos reducido el número de lámparas de calor a la mitad en toda la granja. Además, como la potencia de las lámparas es regulable y hemos colocado la sonda de control dentro de uno de los nidos, estas lámparas funcionan menos horas. El consumo eléctrico se ha reducido en más de un 50%.
Dentro del nido los lechones recién nacidos, con una buena cama de papel, el foco justo encima y resguardados de toda corriente de aire, recuperan muy bien la temperatura corporal.
Pensando en el confort térmico de la cerda, podemos mantener regímenes altos de ventilación con los coolings al 100% sin temer que las corrientes de aire vayan a perjudicar a los lechones.
Además estos nidos los usamos para la toma de calostro por turnos el primer día de vida. Con altas prolificidades es imprescindible el “Split-nursing” para garantizar que todos los lechones tomen suficiente calostro de su madre. Añadiendo una tapa a la entrada del nido, encerramos dentro a los ya encalostrados para que los más débiles tengan también su oportunidad.